Lisa y Jennie son novias desde muy pequeñas, están a punto de casarse y esperan la llegada de su primer hijo. Pero una fatal noche Lisa encuentra a Jennie en el piso de la cocina, muerta.
Los forenses dicen que fue un accidente doméstico.
Meses de...
Al pasar de los años, Jennie dejó de insistir, ya no tenía la esperanza de que algun día volvería. Se había resignado a quedarse en ese país a causa de las advertencias de la pelinegra.
Desde que su rodilla había sufrido una grave fractura, ya no le era fácil trasladarse, siempre necesitaba un poco de ayuda de su hija o de Jihyo.
Podía dar solo unos cuantos pasos antes de volver a sentir dolor y obligarse a detenerse. No podía correr, podría volver a dañarse y esta vez con consecuencias más graves. La frustraba tanto no poder caminar como antes, tenía que hacerlo demasiado lento, como si fuera una mujer de mayor edad. Así que prefería utilizar las muletas o la silla de ruedas, ya que a parte de ir más rápido, también no podía estar tanto tiempo de pie, así que los utilizaba como apoyo.
Jihyo por otra parte, se sentía realmente culpable, no podía evitar pensar que quizás si le hubiera dado un real apoyo, ella estuviera ahora bien, con su familia y seres queridos, y no como ahora que aquel brillo de sus ojos iban apagándose con cada año que pasaba, y sólo brillaban ante la presencia de su hija.
Todo por pensar con egoísmo y llegar a creer que si Jennie no volvía, podría enamorarse de ella.
Pero no fue así.
Por otro lado, Jisoo no podía ser más feliz con su esposa e hijos. Sí, ahora ya es madre, es madre de dos hermosas niñas y un varón, hijos que Rosé le había dado.
Jisoo era intersexual.
A simple vista parecían una familia perfecta, Rosé estaba orgullosa de su esposa al creer que no se había equivocado en enamorarse de ella. Y ese pensamiento era quien carcomía a Jisoo por dentro. No quería decepcionarla. Así que un día, tomándose de valor y creyendo que ya habia echo lo suficiente como ayuda a su hermano, decidió aclararle que ya no seguiría en ese sucio trabajo, que no podía estar por siempre tras ellas y que también tenía una familia de la cual estar pendiente.
Sólo escuchó un corto silencio en la otra línea antes de que cortaran la llamada.
Ese mismo día, Ella volvía a intentar escapar como lo había echo su madre por años. Tuvo que convencer a su madre que todavía no era hora de rendirse, que ella se lo iba a demostrar y que traería a su otra madre junto a ella.
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Le había echo una promesa que estaba decidida a cumplir.
A muy temprana hora de la mañana, la joven castaña subía al avión con alivio de no haber tenido ni un problema, aún sentía el nerviosismo recorrer su cuerpo y la adrenalina de pensar que la estaban vigilando.
Pero sí era así.
Jisoo la veía con expresión neutra cuando daba su boleto al de seguridad, para luego desaparecer por el pasillo que la llevaría al avión.