Capítulo uno

21 2 0
                                    


Capítulo uno.

Desconozco en qué momento mis párpados comienzan a pesar y cierro los ojos. Cuando despierto estoy en el auto de Evan, observando cómo su mandíbula se tensa mientras maneja y como sus ojos están enfocados en el semáforo, aunque por momentos me mira. Está perdido en sus pensamientos.

— ¿Dónde estamos? —bostezo y me desperezo, tomando un paquete de Skittles que hay en su guantera. Como uno y lo miro, esperando una respuesta.

—En su casa, my lady —suelto una estruendosa risa hasta que mi mirada se cruza con un camión de mudanza. Vemos a tres adolescentes, una chica y dos chicos, cargando un sofá. Una niña se cruza y se burla de ellos. Una mujer la reta y se aleja con la pequeña.

— ¿Viste lo mismo que yo? —Evan asiente y yo me bajo rápidamente del auto. La casa se encuentra al lado de la mía. Antes vivía Jessica, la novia de papá. Llevan saliendo hace mucho así que papá le preguntó si se quería mudar con nosotros. Ella dijo que sí y puso en venta la casa. Pero no esperaba que la vendiera tan rápido.

Hay tres adolescentes. Dos parecen de nuestra edad. Son muy similares, solo que una es mujer y el otro es hombre. La chica no es ni muy alta, ni muy baja, tiene el cabello rosado y se nota que su pelo era negro antes de teñirlo.

La veo sonreír mientras le dice algo a su hermano, tiene una sonrisa enorme y muy blanca, parece salida de un comercial. Sus ojos son azules, muy azules. Su hermano es pelinegro, tiene ojos azules también y parece que se ejercita bastante. La piel de ambos es trigueña, lucen bastante bronceados y recién salidos de una playa en Malibú.

Hay un tercer adolescente solo que parece de al menos quince años. Él es rubio, de ojos verdes y muy flaco. Es alto, él y su hermano son altos, bastante altos. Su piel es un poco más clara que la de sus hermanos pero aún mantiene ese tono bronceado. Es similar a la pequeña que vimos antes, de cabello rubio y ojos también verdes.

Una mudanza en pleno verano. Todo esto me resulta... interesante.

Sin embargo, dejo de pensar tanto las cosas, me despido de Evan y me voy a mi cuarto, lo más rápido posible. Al ser hija única con un padre abogado y dueño de un bufete, tengo un baño en mi cuarto. Aunque no siempre fue así.

Mamá nos abandonó. Papá tenía veinte y debía criar una pequeña, tener un título y ganarse la vida. Lentamente fue consiguiendo todo lo que tenemos ahora y yo no podría estar más orgullosa de él. Jessica es una gran mujer y está con un gran hombre.

Entro al baño y hago mis necesidades. Me cepillo los dientes y, ni bien salgo, me saco el corpiño. Dios, al fin. Me recuesto en la cama y cierro los ojos.

Evan. Su padre al fin está fuera de su vida. Era un hijo de puta. Su madre luce cada vez más contenta y eso me hace feliz. Es una gran mujer, merece lo mejor. Pero Evan espera mensajes que no va a recibir y respuestas que nadie le va a brindar.

En un momento me quedo profundamente dormida y unos golpes en la puerta de mi cuarto me despiertan. Me desperezo y me acerco a la puerta. Jessica se encuentra sonriéndome y sostiene una almohada en sus brazos.

—Juls, ¿cómo estás? —me brinda otra sonrisa más. Sus sonrisas son cálidas, dulces. Hogareñas.

—Jessica, ¿qué tal todo? Así que... ¿es oficial?

—Es oficial. Me mudo.

La abrazo y permanecemos en el abrazo por un tiempo. La conozco hace mucho y ha hecho de madre para mí. Está en mi vida desde que tenía al menos seis. Es increíble que papá nunca le propusiera matrimonio. Creo que ella está esperando que papá lo haga.

El verano perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora