Compañía conveniente

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Por su parte Sigalit desde luego sabía que sus suegros lo estaban observando, pero no le importó y simplemente siguió haciendo lo que quería, era bueno si ellos iban haciéndose a la idea de que su hijo ya no era suyo ¡su hijo ahora era su esposa!

—¿Sabes? Estaba pensando ¡nunca te he llevado a bailar!. Millie anunció emocionado con el nuevo descubrimiento.

—¿Ir a un baile?— preguntó intentando pensar en la información que tenía en su cabeza acerca de los bailes en esta época y en realidad había tantos diferentes que no estuvo seguro de a cuál se refería.

—No ir a un baile, salir a bailar— corrigió.

El príncipe ladeó el rostro intentando entender cuál era la diferencia. Milllie desde luego le explicó paciente y entusiasmado a la vez.

—¿Qué dices? ¿Salimos hoy?— preguntó esperando que dijera que si, su nuevo amigo nunca decía que no, le encantaba estar con él.

—Baile ¿eh?— pensó en lo que sabía del asunto y le agradó la idea, parecía divertido y podía tener muy cerca el cuerpo de su esposa— me gusta, hagámoslo—. Acepto fácilmente.

Millie llevó a Sigalit a bailar y aunque eligió un sitio VIP, preocupado de las miradas que su pareja atraía, la verdad es que no ayudó mucho. Aún había gente intentando acercarse. El no sabía que no era solo por Sigalit, en general la pareja era bastante llamativa.

—No prestes atención a los demás, estamos juntos para divertirnos— Sigalit consoló el corazón celoso de su esposa y le sonrió. Mágicamente Millie sintió que tenía razón y que era tonto amargarse por esas cosas.

Después de esa noche salieron infinidad de veces y en ocasiones Sigalit le dejaba algún beso casto en los labios, lo que a visión de Millie quería decir que eran mejores amigos cada día.

Finalmente un día simplemente Millicent tuvo que enfrentarse a la idea de que quizá ya no lo vería.

—Espera ¿Qué? ¿Cómo que tienes que irte la próxima luna llena?— Millicent se alarmó al escuchar las últimas palabras de su amigo.

—Que no puedo quedarme más tiempo a tu lado Millie, no podemos volver a vernos. Cuando me diste un nombre se creó un lazo entre tú y yo... y si no me marcho ahora, te volverás eterno como yo, tengo que irme antes de luna llena— le explicó.

—No, no, está bien, creo que ser eterno está bien, no tienes que irte— le tomó de la mano algo temeroso de que desapareciera en cualquier momento.

—Ser eterno no es algo fácil cariño, el tiempo se percibe diferente y cuando tus padres mueran se sentirá como si se hubiesen ido muy pronto, te sentirás solo y será como si todos se hubiesen ido de golpe. Quizá ni siquiera descubras que han muerto hasta varios años después, cuando te preguntes donde están— no era así todo el tiempo, pero al menos el primer milenio Millie sería bastante incapaz de controlar su percepción del tiempo.

—Debe haber otra forma, no quiero dejar de verte— Millie entendió pero no quería dejarlo ir de todas formas.

—Bueno... en realidad... hay una forma, pero es demasiado sacrificio para ti...— le advirtió.

—¿Qué forma?— Millie vio la luz al final del túnel.

—Ven conmigo, mi castillo tiene un flujo de tiempo diferente a este, si vienes conmigo puedes acompañarme y si después de trescientos años extrañas a tu familia podemos volver y aquí habrán pasado unos tres días, pero Millie, eso sería entrar en mi mundo por completo— le advirtió.

Oro y PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora