No sé si realmente debo estar aquí. En las noticias dicen que no se puede salir a la calle salvo para comprar o sacar al perro, por lo tanto, tengo todo el derecho a caminar hacia el supermercado. Aún así, me siento culpable. Pero no culpable por haber hecho algo malo, más bien con un matiz de miedo. Sé que no debo salir a mis anchas, pero no me queda otra.
Las calles están completamente vacías, ni un niño, ni un anciano... Ni un coche, sólo coches de policía asegurándose de que ningún civil está en peligro.
Uno de aquellos coches interrumpe mis pensamientos. El coche para a mi derecha mientras camino por la acera. Un hombre robusto vestido con ese traje azul oscuro que a cualquier ciudadano impone sale del coche posando sus pesados zapatos sobre la acera que piso.
-Buenos días.- me saluda con aire de alegría. Para mi sorpresa, el hombre no era tan amenazador como parecía.
-Buenos días, agente.- contesto algo intimidado.
-¿Va usted a hacer la compra?- me cuestiona intrigado. Aunque es algo obvio por la bolsa que sujeto.
-Claro, agente.
-Vale. Intente volver lo antes posible a su casa. Los Chapeaux-Noir pueden hacer su ataque en cualquier momento. Debemos estar alerta.- me avisó.
-Por su puesto señor, volveré lo antes posible.- el hombre asintió y volvió a entrar en el coche azul y blanco. Cerró la puerta delantera donde ponía "Police" junto a una bandera francesa a su izquierda.
Los Chapeaux-Noir son una banda terrorista que quiere hacerse con el poder del gobierno. Ellos cuentan con más armas y más poder ofensivo que el propio gobierno, por eso, el mismo ha ordenado el estado de alerta y con ella el confinamiento de los ciudadanos. Chapeaux-Noir aprovechará el momento en el que más ciudadanos haya en la calle para realizar un ataque y un golpe de estado.
Ahora es cuando me doy cuenta de que es sábado por la mañana. La mayoría de los habitantes de París no teletrabajan y salen a comprar. Quizá podía haber aguantado una par de días más sin huevos y agua embotellada. De todas formas se lo podría haber pedido a algún compañero de la residencia universitaria. Aunque cualquiera de mis compañeros puede de ser uno de Chapeaux-Noir. Cada día esta banda se hace más poderosa, puesto que tienen a muchas personas afiliadas a él. Y cada día más. Mediante sobornos, trueques, ...; consiguen que cada día más gente se una a ellos. Cualquiera podría ser uno de ellos. Cualquiera. La policía los arresta pero es muy difícil adivinar quién les ayuda.
Me dirijo a volver a la residencia pero diviso el cartel en el que hay escrito "Supermaché", y me percato de que estoy más cerca del supermercado que de mi morada y sería una pérdida de tiempo volver.
Entro en el edificio y busco los productos que necesito. Llego con el paquete de seis botellas de litro y el envase de una docena de huevos a la caja y me pongo a la cola. No hay mucha gente pero solo hay una caja en funcionamiento y este es el único supermercado abierto.
Me sorprende una pequeña humareda que entra por debajo de las paredes mientras coloco los productos en la caja. La nube de humo se hace cada vez más grande y me paralizo de miedo.
Mierda, mierda.
Todas las personas que hay en el supermercado, que serán al menos unas veinticinco, se alteran y empiezan a gritar para pedir ayuda. Esto claramente es el ataque del que tanto nos han estado advirtiendo. Uno de los trabajadores debe de haber ayudado a aquella banda porque las puertas ya estaban ocultas bajo una enorme persiana, por lo tanto, la policía no puede vernos ni escucharnos.
Llega un momento en el que la nube nos oculta a todos la vista. Lo único que puedo percibir son sombras borrosas corriendo de un lado para otro. Me pitan los oídos. Nunca me había encontrado en una situación así. Los clientes gritando y vociferando tampoco ayudan a la salud de mis oídos.