CHRISTOPHER

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Mientras caía, escuchaba las voces de mis amigos gritándome. No pude aguantar más y me eché a llorar repentinamente, imaginando mi caída, que harían mis amigos, como lo tomaría mi familia, cuánto quedaría para chocar contra el gran y duro suelo que me esperaba (si esque había fondo...) mi vida se derrumbaba ante mis llorosos ojos.

Llevaba ya un buen rato cayendo, la montaña no era tan grande ni de lejos. No se como algo tan grande cabía en algo aparentemente tan pequeño.

El agujero se veía oscuro, ya ni veía la superficie, pero hace que no la veía ya bastante tiempo.

Cuando pensaba que ya no caería al suelo, que me pasaria allí el resto de mi vida cayendo, sin fin, vi luz al final, en el fondo, a lo lejos.

Caí repentinamente y me di de bruces contra lo que parecía ser una gran capa de nieve. Por un momento pensé el por qué de no estar muerta, ya que había caído desde una altura desmesurada, pero eso duró poco, ya que casi al momento, perdí el conocimiento.

Desperté en una cabaña, tumbada junto al fuego. Intenté levantarme, me dolía todo. Pero hice un esfuerzo, mire a mi alrededor y la cabaña estaba vacía. En ese momento me asusté, puesto que no sabía si me habían secuestrado o salvado la vida, pero dado que me encontraba en unas buenas condiciones di por hecho que fue la segunda opción, con lo cual me relajé un poco.

Exploré durante un rato la casa. Al lado del fuego había un barreño con mucha más leña, y arriba de la chimenea lo que parecía ser la cabeza de un alce disecada. La cabaña disponía de una pequeña cocina y segundo piso al que no llegué a subir.

Pronto se deshizo el silencio, llegando a la cabaña un chico con un gran abrigo que le tapaba la cara, parecía muy grueso, claramente para poder soportar el frío de este lugar.

- Bien, te has despertado - Dijo.
No respondí estaba aterrorizada.

- Me llamo Christopher, pero mis amigos me llaman Chris. Has estado todo el día inconsciente. - Prosiguió.

- ¡¿Todo el dia?!, no no no... - Respondió asustada y perpleja.

- ¿Qué te pasa? - Pregunto Chris.

- ¡Tengo que avisar a mis padres, tengo que decirles que estoy bien!.

- Ey ey ey... estás bien, ahora debes descansar, te diste un buen golpe, ¿cómo fue? No había nada cerca con lo que golpearse o de lo que caerse.  - Dijo mientras se quitaba el abrigo.

- Es una larga historia supongo, ¡pero mis padres no saben dónde estoy, dedo intentar avisarlos!

- Tranquila, este es un pueblo pequeño, encontraremos a tus padres, aquí nos conocemos todos, pero ahora que lo pienso no me suena haberte visto antes. - Pensó - ¿Cómo te llamas?.

A partir de ahí me tranquilice un poco, no estaba en condiciones de discutir ni pensar en ello en ese preciso momento. Así que continué.

- Me llamo Anabella, pero mis amigos me llaman Bella, y no, no soy de aquí.

- Ya decía yo, ¿y de dónde eres, Bella? - Preguntó intrigado mientras se sentaba a mi lado.

Era muy guapo, sinceramente, tenía el pelo medio largo, castaño, con los ojos del mismo color. A todas las chicas les suele gustar los típicos chicos de ojos azules pero yo no era de esas. Me quedé mirándole pensando en ello, hasta que..

- ¿Bella?

- ¿Que?

- ¿De dónde eres? - repitió Chris.

- Yo, eehh... - ¿como el explicarías a alguien que has caído desde un agujero en una montaña que apareció misteriosamente en tu ciudad, y llegaste aquí? ¿Difícil verdad?. Asi que decidí decir lo siguiente. - Soy de un pueblo cercano.

- Ahh, de un pueblo cercano, yo nunca salgo del mío así que no se muy bien cuales hay a mi alrededor, y tampoco es una cosa que me preocupe demasiado, tengo todo aquí. - Explicó.

- Bueno, yo también tengo todo en mi hogar. - Dijo Bella.- Por cierto, ¿Cómo se llama este pueblo?

- Este pueblo se llama Pana - contestó. Por cierto ¿Tienes hambre? - Preguntó.

- Pana....- Repitió pensativa.

¿Cómo saldría de este lugar?

Claramente no podia escalar por el túnel...

- Si, demasiada...- respondió hambrienta.

Debido a esta conversación se me había olvidado completamente el hambre que tenía, me dolían y rugían las tripas bastante por ello.

- Aquí no hay mucho que pueda ofrecerte, pero tengo una sopa que puse a calentar hace un rato por si te apetecía cuando despertaras. - Dijo Chris sirviéndomela en un cuenco. -
Yo ya he cenado no te preocupes por mi. - continuó.

Cogi una cuchara que me había dado y probé un poco de la sopa, era de verduras, estaba muy caliente y buena. Gracias a el estoy segura aquí, y tendré un refugio en el que dormir. Le debo mucho, después de todo, me salvó la vida.

- Está muy buena, sienta bien con el frío que hace. - Dije como modo de agradecimiento.

- Dímelo a mi - dijo riéndose un tanto.
Después me terminé la sopa y me quedé muy empachada de ella.

- Venga, es hora de dormir. Ven, te enseñaré dónde dormirás. - Dijo haciendo una señal con la mano para que le siguiera.

Subimos las escaleras hasta la segunda planta, la que no pude ver antes de que él apareciera, y me llevó a una habitación.

- Aquí dormirás, espero que sea de tu agrado. Buenas noches. - dijo cerrando la puerta de la habitación.

Antes de acostarme recorrí la habitación, encontré una foto de una chica, era muy guapa, pelo castaño y ojos azules, vestía de pieles, y tenía una lanza puntiaguda en la mano, y a su lado, estaba Chris. En ese momento decidí preguntarle mañana sobre esa chica. Aunque a lo mejor sería descortés...

No pensé más en ello, me quité el abrigo y me dispuse a meterme entre las sábanas. Me sentía muy cansada a pesar de que había estado durmiendo todo el día. Los párpados me pesaban y los iba cerrando poco a poco, hasta que me quedé profundamente dormida.

LA CIUDAD DEL MONTE DE HIELO {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora