El aroma a galletas inundó su habitación esa mañana. Eso fue lo primero que notó al despertar. Su cabello estaba desaliñado, tenía rastros de baba en su mejilla y almohada, y su cuerpo dolía un poco por la mala posición en la que había dormido anoche. Ser la cuchara grande era agotador a veces. Palmeó el espacio a su lado y frunció el ceño cuando se encontró con un lugar vacío, las sábanas estaban malditamente frías bajo la palma de su mano. Movió sus piernas y dobló los dedos de sus pies al sentir la pérdida de un calcetín, ahora su pobre pie estaba congelado. Entonces, el invierno había llegado a Holmes Chapel, o más precisamente, su cumpleaños y Navidad.
Nunca hizo fiestas demasiado grandes para su cumpleaños. Ni de niño, ni ahora. Siempre se conformó con estar con su familia y sus amigos más cercanos porque, honestamente, no le veía sentido alimentar bocas que veía una vez cada cinco años y con las que, claramente, no tenía mucha confianza. Y este año no era una excepción, pasaría su cumpleaños con su madre, sus hermanas, Harry y la familia de Harry.
Harry.
Sonrió al pensar en él. Desde que las decoraciones habían comenzado a cobrar vida en la ciudad, ambos (Harry lo llevaba a la fuerza, claro está) iban de mercado en mercado para comprar los adornos navideños más bonitos, las luces más coloridas, el pino más grande y la estrella más brillante. Así que desde aproximadamente mediados de noviembre que su casa era sólo una cosa cuadrada con muchas luces. Y un árbol enorme en la sala. Oh, y los calcetines rojos colgando de la chimenea. No hay que olvidarse de esos calcetines, colgados orgullosamente por el mismísimo Louis Tomlinson, y arreglados minutos después por Harry, el muy aburrido.
Se habían mudado juntos hace ya casi 4 años. Al principio ambos habían vivido en el pequeño departamento de Harry, extremadamente cómodo y cálido, lleno de flores, macetas y olor a tierra mojada. Pero, tan hogareño como era, seguía siendo realmente pequeño. La familia de Louis era enorme y la madre de Harry había comenzado a salir con un hombre quién tenía una hija llamada Gemma, por lo tanto, cada vez eran más las personas sentadas en su sala de estar.
Las cosas habían cambiado un poco. Harry, además de su florería, tenía un pequeño trabajo nuevo: fotógrafo. Así es. Un muy, muy apuesto fotógrafo. Y ganaba un buen dinero, fruto de ir de boda en boda, de evento en evento. Por su parte, Louis ya llevaba un tiempo trabajando como psicólogo, cuyo consultorio quedaba un poco alejado de donde vivían pero nada que no pudieran solucionar.
Caminando en un día primaveral por las calles de Holmes Chapel se encontraron con una casa hermosa y más grande que, casualmente, estaba a la venta. Una fachada de ladrillos bordo con enredaderas bajando por éstos, un patio delantero así como trasero, y una chimenea bonita que sobresalía del techo a dos aguas. Se quedaron observando la bella construcción, hasta que Harry lo miró y le sonrió. Sus ojos brillaban y su sonrisa era malditamente cegadora, parecía que desprendía un resplandor angelical, el bastardo precioso. Así que sólo fingió que estaba resignado y con un suspiro le dijo:
"Está bien, amor. Será nuestra." Y cuando escuchó su encantadora risa y su cuerpo colapsó con el de Louis en uno de los mejores abrazos que tuvo, reafirmó que le encantaría pasar los días junto a ese muchacho.
Lo demás es historia. La gatita de Harry se fue y no volvió jamás, él lloró durante meses y jamás dejó de pegar carteles por todos lados con una fotografía de Coco. Se encontraba tan triste que desesperaba a Louis, no sabía qué hacer para que su felíz Harry regresara. Así que lo llevó de vacaciones y le preparó algunas sorpresas. No fue suficiente para que todo el dolor se fuera pero al menos ayudó un poco a su estado de ánimo.
Entonces, sus vidas de a poco comenzaron a estabilizarse y estaban más que felices. No, de hecho, felíz es una palabra muy corta para todas las emociones que sentía. Lo tenía todo, y no tenía ese sentimiento de 'Lo tengo todo ¿y ahora qué?
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sunflower |larry stylinson o.s|
Teen Fictionen donde harry es un florista y louis estudia psicología. con muchas flores de por medio, una tradición familiar y dos tés por las mañanas. Todos los derechos reservados.