Volumen I

45 1 0
                                    

"Ese repicar incesante"

Toda aquella persona que todavía crea en el amor, que no levante su voz, ya que los mortales podrían llegar a escuchar y estos llorarían al oír tal acusación, calumnia de la cual se está dando afirmación. El amor no es más que el último suspiro del ser humano para evitar su extinción y con ello se van a la deriva de un barranco del cual ni ellos son capaces de subestimar, siendo este solo un cúmulo de pulsaciones eléctricas en neuronas junto la endorfina y serotonina capacitadas con el fin de crear una abominación tan grande, cuyo significado aún no se le encuentra en los diccionarios, la cual es el amor. ¿Dónde quedó ese calor ?, el cual su mínimo destello se me hace inevitable añorar, ese calor por el cual darían la vida cien hombres y mil mujeres sólo para poder morir con la suavidad que el mundo actual les arrebató en su más crudo momento, mientras que los delgados hilos del tiempo hacen de las suyas y el fuego de la más lejana fragua se extingue, sin dejar rastro alguno de lo que llegaron a ser. Sus conocimientos se vuelven nulos y quedan ensimismados al encarar la idea de que algún día, con suerte, el amor llegue a ellos para darles el tiro de gracia y opacar su miseria por unos instantes tan fugaces como lo logra ser el color de un ocaso en la colina más colosal de algún lugar occidental y quedar con el pensamiento de que lo que alguna vez fue ya no será más. Con la idea de ¿cómo algo tan magnifico puede dejar una hilera de pestilente sufrimiento y muerte en cada ser que se topa?, con esto dando a relucir la luna su verdadera cara y esta es lo contrario a su hermoso resplandor, lo contrario a esas dulces novelas, a esos cursis libros, a esas impunes anécdotas que los padres suelen contar a sus hijos en las bastas noches antes de dormir, y me sorprende la esperanza tan patética que le otorgan al destino para que este les propicie otra oportunidad, otro amor, en un mundo donde todo lo que se tiene equivale al palpitar más mínimo del corazón cuando este se encuentra en su lecho de muerte, sollozando por ser ejecutado con la misericordia más grande que se pueda otorgar, resultando esta ninguna.
Al ya estar advertidos con letras y señales sobre los relatos que continuación se pondrán en exposición, podré comenzar con mi historia, mi motivo y razón de ser, omitiré los detalles tontos, melosos e indiscretos que a nadie le importan. Para iniciar : el primer amor y síntoma de mi decadencia ya que estas son las fases que abordé en su más inhóspito momento...
Conocerle en el primer instante no fue el problema, la problemática viene a continuación con la pregunta de ¿cómo algo tan cotidiano como los palpitares del corazón, que antes no sentía y que su mínima presencia me parecía nula, ahora hacen eco en todo mi cuerpo, asemejándose a las palabras que me solía decir mi madre de pequeño, casi tan intensas como las más profundas dudas que nacen de mí pecho, mientras despierto agitado en las noches, recorriendo todo mi cuerpo con el afán de complacer sus demandas, placeres y sueños, casi tan fuertes como las palpitaciones que siento al admirar sus rasgos en el momento en que mis ojos logran divisar a leguas de distancia su silueta. Esos malditos palpitares que agobian tanto, se llegan a asemejar a una mala imitación de "El corazón delator" de Edgar Allan Poe y conmigo teniendo un final casi tan devastador como el de aquel hombre del relato y todo por una cantidad excesiva de oxitocina liberada sin consentimiento o previo aviso por el querubín de Lucifer, que con trompetas y harpas anunciaba su próxima llegada.
Maldigo la tarde de ese miércoles veintisiete de febrero, la cual marcó el momento exacto de cuando la idea retorcida divisó la mente de la profesora haciendo que detonara en las siguientes palabras "-Escriban una carta de despedida de la persona que aman.", yo acaté las ordenes de crear dicha cosa sin poner pero alguno o un índole a sus oraciones, sin saber que un par de sillas de distancia (3 para ser exactos) se estaría forjando la daga que empuñaría él para más adelante degollarme de una manera tan cruda y desinteresada como se le suele asesinar a los animales de los mataderos. Mi carta no tenía pies o cabeza, era una masa inerte con el único propósito de darme los puntos de esa tarde, pero eso no importa ya...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 16, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Los ojos de la tristeza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora