Parte 2

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Seungyoun miraba el paisaje pasar por la ventanilla del auto de Hangyul. Después de haberse besado, el chico lo había sacado de la fiesta y lo había metido a su auto sin darle una explicación alguna. Y cada vez que se lo preguntaba, él le respondía con un breve "Ya verás" y seguía manejando como si nada.

Aunque eso no era del todo cierto. A pesar de que el peliteñido manejaba con total naturalidad, las caricias y besuqueos que habían tenido en la casa de Yohan se notaban perfectamente en el gran bulto que se marcaba en los jeans de Hangyul. Y decir que él no estaba igual, era una gran mentira.

Después de un rato vio como Hangyul entraba a un estacionamiento subterráneo de un enorme edificio. El chico estacionó el auto y finalmente, después de un gran rato, lo miró. Por lo que los ojos del peliteñido mostraban, parecía que de un momento a otro, saltaría sobre él y retomaría lo que habían dejado en la fiesta. Pero eso no pasó.

Hangyul simplemente le sonrió y bajo del auto. Seungyoun estaba a punto de hacer lo mismo, pero antes de que se diera cuenta. Hangyul ya había abierto la puerta del copiloto y ayudando a bajarlo. El chico lo guió hasta un elevador y marcó su piso y el aparato empezó a ascender.

Seungyoun se sentía abrumado. Ni siquiera sabía porque había aceptado ir con el peliteñido, y es que si fuera el Hangyul que conocía de la escuela, sabría que no pasaría nada. Pero el Hangyul de la escuela no usaba ropa estrafalaria, no actuaba de forma coqueta, y principalmente, el Hangyul de la escuela no lo había besado.

El elevador paró y emitió el típico "ding" que indicaba que habían llegado a su piso. Se dejó guiar por Hangyul por un largo pasillo hasta llegar a una puerta, el chico sacó del bolsillo trasero de su pantalón un par de llaves y abrió la puerta con una de ellas.

Fue cuando el Peliteñido le dio el paso, que Seungyoun entro al departamento. Era un lugar grande, decorado de una forma simple, rozando a lo soso. Los colores blanco y negro eran los únicos que se podían distinguir entre todo el departamento, que coincidía bastante con la personalidad de Hangyul, a su parecer.

- ¿Gustas algo de tomar? - preguntó el chico, a punto de entrar a una puerta, que suponía que era la cocina.

- No, gracias ‐ contestó simplemente.

Hangyul simplemente sonrió y empezó a caminar hacía él, como un León asechando a su presa. Lo tomó de la cintura, pegándolo totalmente a su cuerpo y juntó sus labios de manera feroz. Seungyoun simplemente se dejó hacer, subió sus manos al cabello de Hangyul y empezó a juguetear con el, como los labios del chico hacían lo mismo con los suyos, rozándose con una pasión mezclado con ternura que lo dejaban conmocionado.

La lengua del Peliteñido lamió sus labios, pidiendo permiso para adentrarse en su boca, permiso que no dudó ni un segundo en concederle. No pudo evitar soltar un jadeo cuando la lengua del chico se encontró con la suya comenzando una danza erótica entre las dos.

El casi rubio sintió como las manos de Hangyul empezaban a bajar por su cintura, hasta llegar a sus muslos, apretándolos. La falta de aire hizo que ambos chicos se separaran, sin embargo, dicha separación no duró mucho, ya que el peliteñido había unido nuevamente sus labios con los de Seungyoun como si de una droga se tratase.

Soltó un ligero gemido cuando el chico lo cargó de sus muslos y enredó sus piernas en su cintura, apretándolo más a ese duro cuerpo. Seungyoun yacía bastante que había perdido la razón, su mente se encontraba totalmente en blanco y solo podía pensar en las increíbles sensaciones que Hangyul le hacía experimentar en ese momento.

Todo su alrededor desapareció completamente para Seungyoun, y es que no se había dado cuenta del momento en el que el peliteñido había empezado a caminar y lo había dejado en algo mullido, que suponía que era su cama. La verdad, en ese momento no le importaba mucho.

The Virgin Boy | SeungyulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora