Cosas locas

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Una chica de clase media, muy bien educada caminaba por plena avenida con cara de perros y esquivando gente. A su criterio no había nada más irritante que los manteros y la gente que caminaba lento, sobre todo cuando ella necesitaba caminar unas 5 cuadras, guardar el bolso y llenar una botella de agua en menos de 5 minutos.

Un semaforo la detuvo y al lado se le posicionó una señora mayor que no se hechó para atrás por su cara, sino que le pidió ayuda para cruzar. Ella que era muy respetuosa aceptó aunque llegara tarde a su entrenamietno y eso signifique 10 vueltas más a la cancha.

-Gracias querida.- Le dijo la señora luego de llegar sana del otro lado. - Tomá.- y buscó de la bolsa de compras un caramelo.

-No es nada señora, gracias a usted.- le contestó tomando el dulce. 

Lo aceptó por cortesía y no pensaba comerlo, no si estaba sola. En su país estaban pasando cosas muy locas y no podías confiar en nadie en caso de que sea un psicópata o asesino. Luego de tocar la mano de la anciana se despertó de un trance y ya tenía el dulce en su boca. Miró a los lados y la señora ya no estaba. 

Llegó al club corriendo y le pareció extraño el hecho de haber llegado diez minutos temprano. Había algo raro en todo eso.

Decidió ignorarlo y se sentó a esperar a que suban sus compañeras y su entrenador.

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Hola, se que es un capítulo malo pero es necesario crear cierta introducción a la historia. Ya va a venir lo bueno.

Gracias por leer.

Torpemente HechizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora