Club 1

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El entrenamientó había sido duro, uno de los peores que recordaba; el entrenador estaba de malas y se desquitaba con ellas y misteriosamente el asistente estaba bastante benévolo.

Terminó fundida y se fue a los vestuarios con sus compañeras luego de agarrar el celular, o eso pensaba ya que cuando llegó no lo pudo encontrar. Fue a buscarlo desesperada, como si le faltara algun organo vital, a los bancos donde dejaban las cosas.

En el gimnasio estaba solamente Emiliano, el asistente, guardando los elementos que habían usado.

-Sabía que ibas a volver.- le dijo sin mirarla pero pudo apostar a que tenía una sonrisa burlona en los labios. -No paró de sonar.- 

-Gracias. ¿Dónde está?- Preguntó mientras se acercaba.

-Ayudame y ahora te lo doy.- Le contestó mientras cargaba con los steps y unas bases.

Diligente y servicial como era ella se apresuró o llevar el resto de las cosas al oscuro cuartito. Cuando terminaron le tendió su celular de funda rosada.

-Me tomé la libertad de agendarte un nuevo contacto, me encantaría hablar más con vos.- dicho esto se fue.

Todavía anodadada se fue calladita y despacito al vestuario nuevamente. Cuando estaba terminando de cambiarse escuchó el tono de un mensaje nuevo

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Emiliano era un chico de unos 21 años que estaba estudiando para ser profesor de educación física. Siempre había ido al club del barrio y también practicaba hockey cuando joven, lamentablemente con sus nuevas responsabilidades había abandonado la competición pero nunca dejó el deporte que amaba; cuando el entrenador de toda la vida le presentó semejante oportunidad no lo dudó un segundo. Ya llevaba medio año en el puesto y nunca había dado un solo motivo de queja, es mas el entrenador lo halagaba por ciertas ideas que tenía. El hecho de hacer entrenamientos mas cortos y fuertes fue su idea. Odiaba cuando el había empezado la facultad que despues de molerse el cerebro y pasar media mañana practicando deportes el entrenador le haga realizar cuatro horas de entrenamiento extra. Ahora tenían un horario de una hora y media por día cinco veces por semana y las chicas respondían muy bien. Alternaban entrenamiento, gimnasio y correr. Ademàs sabía que un grupo reducido se había enganchado con las carreras e incluso tambien entrenaban los domingos; no podía estar más orgulloso de sus nenas. O así quería creerlo; se obligó a dejar de lado sus instintos de hombre para no embobarse mirando a esas jovenes promesas ejercitarse. Siendo deportista y entrenador no había cosa más sensual para el que una mujer que se cuide y se esfuerze por un deporte. Según el trasnsmitía que ella se interesaba por su bienestar y salud, además de contar con una disciplina y responsabilidad que daban los horarios y los torneos. 

Él tenìa una hermana menor de igual edad que las chicas que entrenaba así que pensó que iba a ser facil convencerse que cualquiera de las jovencitas podía ser su hermana. 

Así lo pensó hasta ese día. No sabía porqué pero ese día Lucía, una chica que él y el mismo entrenador consideraban la mejor alumna que podían tener, lo deslumbró, como si la viese por primera vez, irradiaba un noseque que lo dejó embobado. La quería y verla entrenar no solo hacía que su instinto de hombre saltara sino que cada cosa que le decía a las compañeras, cada sonrisa, cada gesto lo dejaban hecho una gelatina en su interior. Estaba tan embobado que no dió ni la mitad de los ejercicios que quiso y al entrenador lo tenía de malas; ya se había comido una linda reprimienda. Cuando vio ese celular rosado en el medio del banco supo que el destino le estaba dándo una señal. No dudó mucho y cuando vio que no estaba bloqueado pudo jurar que internamente dio un brinco de alegría.

Primero agendó su numero, luego se mandó un mensaje a su celular así la agendaba. Y finalmente, miró los mensajes que otros chicos le mandaban. Ya tenía unos cinco en su lista negra;

Joaquin  "hola ¿que hacemos mañana?"; Julian "Hola Linda. ¿Cuando nos vemos?"; Lucas "Llamame, te quiero ver; te extraño" Bruno CBC "queres venir a casa a estudiar?" Fede Gesell "Hey. Como estas?"

Escuchó unos pasos y enseguida lo bloqueo y se puso a ordenar las cosas. Era ella, lo presentía y no se equivocó.

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Lo se, soy mala persona. Rendí hasta antes de Navidad. Ya estoy mas libre y con cierta inspiración. Voy a tratar de subir otro capítulo en la semana. En el multimedia Emiliano.

Besos

Torpemente HechizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora