[❦] Michaeng OS
❝ Mina comenzó a bailar. Sus pasos eran elegantes y delicados, su cuerpo parecía guiarse por la suave melodía, haciendo que te cautive por la forma en la que se movía. Quería bailar cómo ella, o almenos aprender algo y mejorar en su...
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-¡¿Ballet?! -exclamó Chaeyoung al ver la hoja de inscripción que le había entregado su madre.
- Sí, y empezará el lunes ¿No es grandioso?-la emoción en la voz de su madre era evidente, y el desagrado en rostro de su hija no se hizo esperar.
-¡Pero tengo 18!-protestó.-No soy ya grande para entrar en una escuela de Ballet?
-Claro que no, nunca es tarde para aprender algo nuevo.-Uno de los típicos sermones que decía su madre, ella tan sólo bufó.
-Pero-
-Nada de peros Chae, debes hacer algo en todo el día, te ayudará a distraerte, y tal vez te guste.
-Pero ni siquiera sé bailar.
-Con más razón, así aprenderás.- Chae iba a decir algo más, pero su madre abandonó la habitación.
Enserio ¿Ballet? No se lo tomen a mal, le gustaba ver y apreciar a las personas que lo bailaban, lo consideraba algo de admirar, porque se veía y era demasiado difícil hacer esos pasos tan delicados.
Pero sinceramente no creía que sería su estilo de baile, de hecho, no creía que el baile sea algo que forme parte de su lista de cosas que sepa hacer, se consideraba pésima en eso, era un completo desastre.
Y por esa razón no entendía porque su madre al saber eso se digno a incribirla a un lugar como ese. Tal vez ya hasta se estaba hartando de ella y deseaba que haga más amistades para poder descansar en paz por una vez.
Porque, y lo admitía, era bastante pesada con su madre.
Le resultaba divertido y gracioso molestarla o hacerle preguntas tontas que ella intentaba descifrar, le gustaba ver hasta donde llegaba la paciencia de su madre, y con una hija como ella, debía ser demasiada.
Seguro sería una de las razones.
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-¿No era una broma?-dijo observando la gran institución frente suyo.
-Para nada.-Obvservó suplicante a su madre, no quería estar ahí, suspiró y se apoyó en la pared.
Veía a las chicas de aproximadamente su edad entrando al salón, ellas si parecían alegres y entusiasmadas, a diferencia de ella.
Cuando estaba por nuevamente suplicar a su madre a que vuelvan a casa, vió a una chica entrar al Instituto. Su tierno rostro, su figura elegante y esos lunares que tenía en su rostro le llamaron la atención.
