9/4/2020

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Sabéis esos tweets, posts de Facebook, estados de whatsapp, etc., que te advierten de que han perdido a un ser querido y que se han dado cuenta de la fragilidad y fugacidad de la vida y te aconsejan que aproveches los momentos con esas personas, pero todo el mundo hace caso omiso? pues hoy escribo ese tweet, post o estado.

Esta mañana ha fallecido una persona cercana a mí y a mi familia después de una corta y larga enfermedad. Corta porque se descubrió hace menos de un año, y larga porque se le ha hecho eterno. La noticia me hizo sentir extraño pero inequívocamente dolido, al otro lado mi madre lloraba y yo ni pude ni quise evitar hacer lo propio. Desde ese momento no he parado de darle vueltas a la circunstancia y he sacado alguna conclusión que aquí elevo a categoría.

Es un drama del primer mundo, porque en los demás mundos las personas mueren de cosas evitables y en peores condiciones. Esto no era evitable, esto fue la mala suerte, el azar, la vida. No era evitable porque del cáncer se sabe que es una tómbola para la que puedes comprar boletos con comportamientos de los que estamos advertidos pero no evitamos, como el tabaco o el alcohol y otros derivados, pero aquí no había nada de eso. Fue mala suerte porque si bien evitas todos estos vicios anteriores, como era el caso, no ha llegado al final de su vida sino aún no llegada la mitad de la esperanza vital esperable (40 años) y días después de tener a su primer hijo. Fue azar porque porque todos tenemos boletos para la tómbola, unos más que otros, y le tocó teniendo pocos. Fue la vida porque ésta es así, frágil y fugaz.

No tengo claro si yo no lo sabía o no lo quería saber, porque me llegaban noticias, de su boca y de otras que hacían evidente leyendo entre líneas este desenlace, pero yo, encerrado en mi burbuja, por momentos de forma voluntaria para evitar egoístamente el sufrimiento propio, no me lo quise creer.

Lo que sí tengo claro, es que llevaré conmigo toda mi vida el recuerdo y la culpa. El recuerdo de la persona que, en sus horas más bajas me escribía por whatsapp ella a mí para decirme que se acordaba de mí porque el enfermero que la atendía tenía cierto parecido conmigo, y me invitaba a ir a verla, y la culpa de haber pospuesto semana a semana el haber ido a visitarla poniéndome excusas por la cobardía del que sabía que no podría contener las lágrimas y se autojustificaba creyendo que restaría más que sumaría a la causa. He sido un egoísta, una vez más, por decirme a mí mismo que tendría tiempo de ir, sin darme cuenta de que yo sí tendría tiempo, pero ella no.

Su tiempo se ha acabado, y del mío, que hoy es incierto, tengo claras dos cuestiones días como hoy: dure lo que dure, el recuerdo y la culpa me acompañarán siempre.

Lo siento por todo, por mi estupidez, por la mala suerte, por el azar, por la vida.

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⏰ Last updated: Apr 09, 2020 ⏰

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SilviaWhere stories live. Discover now