t w o.

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—La tarea tiene un valor de treinta puntos, San ¡Treinta puntos! ¿Sabes lo que eso significa? ¡Exacto! Que no te dejaré ir de fiesta ni mucho menos tomar durante éste fin de semana, hasta que terminemos la tarea — dijo Wooyoung realizando movimientos con sus manos a cada palabra que decía.

Rodeé los ojos. Wooyoung siempre ha sido tan perfecto. Me refiero a perfeccionista. No sé... Creo que su nombre correcto es "Jung Las cosas tienen que salir perfectas o te castro Wooyoung."

—Que dramático — mascullé.

Ambos continuamos andando hacia mi carro por el estacionamiento de la escuela. Había muchas personas y eso era algo que detestaba. El día simplemente había cursado con naturalidad. Nada nuevo. Sólo ese maldito trabajo de ciencias.

— ¡Yo no soy dramático! Lo que pasa es que me preocupo por nuestra calificación. Además no te dejaré reprobar. Si repruebas me quedaré solo y sin amigos. No dejaré que te alejen de mí — sonreí y pellizqué su mejilla blanquecina.

— ¡Que lindo eres Woo! Yo también te quiero — dije sin dejar de apretar su mejilla ahora roja. Wooyoung quitó mi mano de su cara e hizo una mueca.

—No te burles imbécil. Hablo enserio, no me puedes dejar — dijo con seriedad. Aunque en realidad la seriedad y Jung Wooyoung se conocen muy poco. Reí.

—Tranquilo, todo estará bien — dije.
Aunque muy seguro no estoy. Tengo que alistarme en todas las asignaturas para no ir a título. ¿Cómo pretendo sacar un diez en dos cortas semanas, si no lo saqué en un semestre entero?

—Lo dices como si todo fuera a estar bien — musculló. Sonreí. Wooyoung puede ser muy pesimista. Pero es mi amigo y lo quiero.

— ¿Quieres cerrar tu boquita ya? —reproché. Wooyoung rodó sus ojos azules dándome la victoria de la conversación.

Narra Wooyoung.

—Yo haré la investigación, el reporte y todo lo que tenga que ver con hacer el trabajo correctamente y tu... tu puedes colorear y transcribir — dije sacando los libros y los cuadernos para comenzar a trabajar. San me miró y alzó sus cejas.

—Siempre me dejas lo estúpido — se quejó.

—Cada quien hace lo que puede — dije. San negó con la cabeza y yo no pude evitar soltar una carcajada.

—Puedo aunque sea hacer un resumen o algo así ésta vez... — sugirió. Recargó sus brazos en el respaldo de la silla, tensando los músculos de sus brazos. Yo estaba sentado en el comedor y él de pie.

— ¿Sabes cómo? — cuestioné curioso. Es decir... Es San, a él hablale de sexo y alcohol y te entenderá, no de las ciencias fácticas porque te ignorará.

—Sí — dijo obvio. Sonreí con burla y mirándolo con incredulidad. —Sé hacer muchas cosas que tu no sabes —remarcó al ver mi expresión.

— ¿Ah sí? ¿Como pensar y respirar al mismo tiempo? Tranquilo, no agotes fuerzas — me burlé. San entrecerró sus ojos y me fulminó con la mirada. Reí.

—Conoces sólo el 80% de Choi San — murmuró con misterio y superioridad.

—Tenemos seis años de amigos imbécil, te conozco hasta los huevos — dije con obviedad. San sonrió y soltó una enorme carcajada, pero luego negó.

—Mis huevos son parte del 80%

— ¿Qué hay del otro 20%? — cuestioné con una ceja alzada. San sonrió de una manera extraña, fue casi una sonrisa depredadora, además sus ojos parecieron tomar una tonalidad más oscura.

— El 20% no interesa — murmuró.

—Pero soy tu mejor amigo, me interesa — dije fingiendo indignación.

—Tal vez algún día lo sepas —murmuró. Suspiré.

— ¡¿Tienes un secreto y no me habías dicho nada?! — exclamé sorprendido —¡Mierda, San! Tu sabes todo de mi, es injusto — San se encogió de hombros con su sonrisa habitual; sus hoyuelos remarcados a los extremos de su sonrisa, reposando en sus comisuras.

Sí... Mi amigo tiene una linda sonrisa.

—No es un secreto... Es más... Una reservación... personal, sólo para... Mi y... Nadie más... Que yo....

—Lo que acabas de decir no tuvo mucho sentido — aseguré con el entrecejo fruncido. San sonrió.

—Como sea... Algún día lo sabrás.

— ¿Y por qué no ahora? Yo quiero saberlo ahora — exigí. San sonrió ampliamente, tal cual alguien ocultando algo, pero no estaba seguro de qué.

— ¿Te quedarás esta noche? — me preguntó intentando desviarme del tema.

—No intentes pasarme Choi —advertí. San sonrió.

—Oye ¡Cálmate! No es la gran cosa — se excusó. Lo miré con las cejas alzadas.

— ¿No es la gran cosa? Vaya que tienes razón ¡Es la cosa grande! — dije. San rió.

—Lo que acabas de decir no tuvo mucho sentido — repitió mis palabras.

—Deja de usar mis palabras para atacarme — San se sentó en la silla que estaba junto a mi y tomó uno de mis cuadernos y una pluma.

— ¿De qué páginas hago el resumen?

—Es secreto — dije fingiendo enojo. San alzó la vista y me miró serio. Pero una sonrisa graciosa se pintó en sus labios.

—Se supone que debo rogarte ¿O?...

—No. Se supone que debes decirme tu secreto.

—Wooyoung, vamos... Deja tu necedad — dijo soltando un suspiro.

—Tú deja la tuya.

— ¿Por qué? Es mía.

—Si te la robo será mía.

—Si evito que me la robes seguirá siendo mía.

—Pero si... ¡Ah, ya! ¡Tu me haces ser estúpido! — me quejé, poniendo mis manos en mi cabeza y sintiendo cómo la risa de San inundaba la habitación.

—Estúpido naciste. Ahora dime las páginas.

—Ya te dije que es secreto. —Tu no tienes secretos Wooyoung — dijo con obviedad.

—Sólo conoces el 80% de Jung Wooyoung —lo arremedé. San rió.

— ¿Y por qué sé que el otro 20% se basa en comida y golosinas?

—Es para cubrir la verdad. Soy todo un misterio — dije. ¿A quién engaño? Soy un maldito libro abierto. No, soy una revista. Sí, eso es mejor.

— ¿Tú? ¿Un misterio?

—Muy misterioso

—Un misterio muy misterioso que me sé al derecho y al revés. Ahora dame el puto libro y pongámonos a trabajar.

Sexomnia | Woosan |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora