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Perdido en un agujero oscuro, decidí llamar a la única persona que aceptaba nuestro amor con Jimin, una vieja amiga, Lalisa Manoban. Ella amablemente acepto, con la única condición de que debía escribir otro libro.

El viaje fue lo mas tedioso de todo, llegar a un pueblo en medio de la nada desde Nueva York, era muy fastidioso, pero era la mejor de mis opciones, todo era mejor que volver con mis padres.

Luego de casi diez horas de viaje, llegue a la pequeña casa, siendo honesto, no era tan maravillosa como ella la describió, pero repito, era lo mejor que tenia.

Lisa me recibió cálidamente, ya habíamos acordado casi todo por teléfono y estaba muy cansado como para tratar de entablar una conversación cordial, por lo que solo me guio a mi habitación y  se despidió, no sin antes gritar desde el salón principal, que no se podía fumar dentro de la casa.

Tome la pequeña caja de encendedores y me dirigí hacia el patio trasero. Busque los supuestos sillones "ultra cómodos"  que Lisa menciono, y en vez de eso, encontré a un jovencito, un adolescente, con unos shorts mojados, debido a los aspersores, y una camisa blanca. Se encontraba leyendo una revista de chisme y reía, debido a la lectura de la misma.

Cuando se percato de mi presencia, solo me dio una sonrisa dulce, me hizo acordar a Jimin, el día que nos conocimos. No dijo nada, solo me miro de una forma tan confusa.

:- ¿confusa?, señor Kim, debe ser mas especifico- ordeno el juez.

Una mirada que podría ser de lujuria, como de auxilio, en este momento no sabria como explicarlo, Su Señoría.

:- esta bien, prosiga.

En ese momento Lisa salió al patio y le grito al pequeño que se fuera a poner ropa seca, ya que podría enfermar, el niño con una cara de fastidio y se alejo.

Le pregunte el por que no me había dicho que tenia un hijo. Ella solo respondió "es problema mío" y se alejo, dejándome con mas dudas que respuestas.

Be My DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora