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El olor a pintura inundaba la casa, latas por doquier y muchos pinceles llenaban la mesa

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El olor a pintura inundaba la casa, latas por doquier y muchos pinceles llenaban la mesa. Una chica de hebras color blanco se encontraba pintando a su pequeño hermanito llamado Hans.

Hans—Liesel..., si la tía Eda se entera que compraste más pintura se enfadara mucho—

La tía Eda, la hermana de su ya fallecida madre, era la persona que los mantenía económicamente y la que en ocasiones los cuidaba.

Liesel—Pues la tía Eda no tiene porqué enterarse de esto—

Comentó la de ojos celestes mientras seguía dando varias pinceladas en el lienzo que ella misma hizo. El niño dió un suspiro de cansancio.

Hans—¿Ya me puedo mover?
Liesel—Aun no—

De manera minuciosa dió los últimos brochazos en la tela.

Liesel—¡Listo!
Hans—Por fin—

Hans salto del taburete dónde estaba sentado y empezó a estirarse. Liesel sonrió con satisfacción por haber terminado una pintura más. Unos golpes en la puerta les hizo voltear a los dos, la joven estaba perdida, la tía Eda ya había llegado.

Hans—¡Yo abro!

La puerta de madera crujió un poco para luego dejar ver a una mujer castaña con cara de pocos amigos.

Eda—Hans, Liesel—
Hans—¡Tía Eda!

El pequeño de ojos verdes se lanzó contra la tía.

Liesel—Buenas tardes, tía—
Eda—¿Qué es ese olor?

La mujer inhaló reiteradas veces encontrando una respuesta para su pregunta. Liesel ya sabía lo que se aproximaba.

Eda—Liesel, ¿Otra vez pintura?

La peliblanca solo se encogió de hombros.

Eda—Ya sabes que el dinero que yo les doy es para comida, COMIDA—
Liesel—Lo siento, no lo volveré a hacer—

Respondió ella poniendo una cara de arrepentimiento, pero, ella sabía que no lo lamentaba y que lo volvería a hacer. La gruñona mujer bufó y poso su mano tocando el puente de su nariz claramente enfadada.

Hans—Tía ¿Qué nos has traído para hoy?

Preguntó el Blau menor.

𝓕𝓪𝓻𝓫𝓮𝓷 • ᴱʳᵉⁿ ᴶᵃᵉᵍᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora