Epígrafe

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No tengo nada que ofrecerte, nada que entregarte; comprendo que mis deseos fueron impulsos pasajeros dominados por los destellos de tu belleza. En los que lograste derrumbar los lienzos de un manto despojado de sentimientos, de una remembranza que nunca volverá.

Eras como un oasis en medio del desierto que logró saciar mi árido corazón, herido y acongojado, víctima de las crueldades vividas en la guerra.

Te escribo esta carta desde el fondo de mi corazón, esta empuñadura con mi firma y mis simples versos, prometiéndote ante cualquier circunstancia ajena que nunca podré sacarte de mis recuerdos porque en mi memoria llevo tu sonrisa grabada en mi alma, en lo que significó un vestigio marcado por la esperanza.


Nicholas Morgan
Martes 4 de noviembre de 1846
Oregón Country, región noroeste de América del Norte.

Un prometido de escándalo Libro #5 Solteras Empedernidas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora