—Y dime, ¿qué ocurría en tu sueño?—dijo mientras me servía una taza de té y se sentaba en frente mía.
—Pues...—posé mis manos alrededor de la taza para sentir el calor del contenido—. Un chico misterioso que aseguraba que podía ayudarme me invitaba a su tienda—pausé—. Pero nunca me dijo dónde estaba.
El propietario hizo un sonido de indignación y dejó caer su cabeza hacia atrás. Cerró los ojos y murmuró para sus adentros: uff... Estos niños nunca hacen las cosas que les pido debidamente...
—¿Perdón?—pregunté sin saber lo que estaba pasando.
El chico carraspeó para aclarar la voz.
—Bien, bien. Me basta con eso. Si has podido llegar hasta aquí es porque uno de mis chicos te invitó—afirmó satisfecho.
—¿Uno de tus chicos? ¿Trabaja más gente aquí?—pregunté atónita, pues una tienda tan pequeña y anticuada no podía atraer a tantos clientes como para tener que contratar a más personal.
—¡Por supuesto! No subestimes mi tienda jovencita. Aquí vienen muchas personas y de lugares que no creerías que existen—afirmó orgulloso.
—Entonces... ¿Uno de tus empleados me contactó? ¿Quién? ¿Puedo co—no pude acabar de decir porque aquel hombre me interrumpió.
—¡Alto, alto! No soy adivino, con los pocos detalles que me has dado ni yo sería capaz-dijo entre risas.
—Llevaba una máscara de carnaval y una túnica negra con capucha—le describí—. Es todo lo que sé.
—Genial...Encima andaba usando ese disfraz estúpido...—se indignó—. Sigo sin poder ayudarte-finalizó.
—Ya veo...Bueno, lo entiendo—me levanté para marcharme.
—¿A dónde vas? Ni siquiera probaste mi té—dijo el chico señalando con la mano una taza de porcelana antigua que contenía un té de color rosáceo en el cual flotaban pequeñas florecillas del mismo color.
—Está bien, me tomaré el té y me iré—me volví a sentar dispuesta a tomármelo.
—¡Alto!—me detuvo el chico—. Aquí no se hacen las cosas así. Mi té no es como cualquier otro, no puedes bebelértelo de cualquier manera—su expresión mostraba un pequeño enfado.
Lo miré perpleja.
—Emm...Ya, parece natural y... Lo has decorado muy bonito. ¿Son flores de cerezo?—observé.
El dueño sonrió.
—Ajá. Lo preparé yo mismo. Hasta recogí delicadamente esas flores para darle más encanto. Es un té de flor de cerezo—dijo orgulloso.
—¿Me estas timando? Por aquí no hay flores de cerezo—espeté.
—Puede que no allí fuera, pero sí en mi jardín—dijo mientras se giraba para quedar mirando una puerta detrás de él.
Aquella puerta trasera me había pasado totalmente desapercibida. Se trataba de una puertecilla de madera con un pequeño ventanal por el cual entraba una luz blanca muy intensa. Todo parecía indicar que tras ella había un patio o terraza. Me quedé mirándola embobada hasta que aquel chico volvió a hablar.
—Se te va a enfriar—comentó mientras bebía su taza de té mirándome con ojos burlones.
—Ah.. Sí—abracé con mis manos mi taza, aún caliente, y empecé a beber aquel líquido rosado que me llenó de una paz inexplicable—.Hmm, está buenísimo—dije en voz baja.
El propietario sonrió.
—Por supuesto, mis tés nunca caen mal—contestó.
Continué bebiendo hasta que prácticamente me lo terminé. Mientras lo hacía parecía que se hubiera detenido el tiempo, sentí mucha tranquilidad. Por primera vez en mucho tiempo me encontraba disfrutando de una mañana tan radiante como la que era aquel día, o al menos ahora me lo parecía. Mi mente estaba en blanco, libre de todas las obligaciones de una vida independiente, de las prisas, de las preocupaciones. Me dediqué a observar un poco más aquella extraña tienda, estaba repleta de objetos que no tenían nada que ver unos con los otros. Por un lado podías encontrar toda una colección de relojes de época, desde relojes de bolsillo hasta de sobremesa de esos franceses que podrían decorar perfectamente alguna de las salas del Palacio de Versalles. Por otro lado encontrabas un diván tapizado rojizo en el cual descansaban todo tipo de juguetes desde muñecas de trapo hasta marionetas de madera pintadas y barnizadas a mano. En una esquina se apoyaban lo que parecían lienzos de varios tamaños tapados con una sábana blanca y al lado de estos, un baúl que bien podría contener diversos instrumentos musicales pues tenía apoyado en un lado el estuche de lo que parecía ser una guitarra.
Volví a mirar lo primero en lo que me fijé, aquella colección de relojes, y pude notar que cada uno marcaba una hora. Eso hizo que me mirara mi reloj de muñeca para confirmar la hora real.
—¡Dios mío!—exclamé levantándome de un salto de la silla en la que había estado tomándome el té.
—Qué qué qué, ¿qué pasa?—el dueño de la tienda se me quedó mirando con los ojos bien abiertos.
—Es muy tarde, tengo que irme—dije con prisas mientras recogía la rebeca que había dejado en el respaldo de la silla y arrimaba esta a la mesa.
—Entiendo. Pues ya nos veremos—afirmó.
—No sé yo si...—contesté con una mueca mientras sujetaba el pomo de la puerta.
—Por cierto, me llamo Jin—comentó con una gran sonrisa.
—Amm...Dana. Soy Dana. Encantada.
—Igualmente, encantado Dana.
Asentí con la cabeza y me decidí a salir cuando Jin habló por última vez.
—Si quieres saber quién era el chico del sueño, pásate por aquí el próximo fin de semana—aseguró.
Me quedé mirándolo con cara de agradecimiento. Volví a asentir y finalmente salí de allí. Al hacerlo tuve una sensación extraña, fue como si dejara atrás una parte de mí, como si una parte de mi alma se hubiera quedado descubriendo un rincón más de aquella entrañable tienda.
Corrí cuanto pude. Tenía que llegar a casa sobre la una, comer algo y preparame para ir a trabajar. Trabajaba en un super, y aquel día entraba a las tres. No iría tan apurada si mi trabajo no estuviera a casi una hora en bus desde donde vivo.
Fuera todo seguía igual, los mismos árboles, la misma vida...Y un silbido se mezclaba con el sonido de la suave brisa. Un silbido de un muchacho, de ojos brillantes y rostro juvenil que paseaba mirando al cielo con las manos en el bolsillos.
Lo que no sabía en aquel entonces era que ese muchacho también sabía de la tienda mágica. No sabía que sería uno de los hombres que cambiarían mi vida. Alguien que daría un giro de 360° a mi vida.
—¿Hay alguien?—entró el muchacho sin realmente importarle si había alguien o no en la tienda.
—Pero bueno, si es el chico perdido—le contestó una voz desde el mostrador.
—Venga, no seas así, Jin. Solo he estado desaparecido unas...¿Nueve semanas?—dudó.
-Nueve semanas y media-aclaró Jin.
—Sí, eso. Je,je—se rascó la nuca restándole importancia.
—¿Y qué te hizo volver?
—Os...¿Echaba de menos?—sonrió inocente el recién llegado.
—Ya, nos echabas de menos, ¿eh?—dijo Jin mientras observaba el poso del té que le había preparado a la invitada momentos atrás—. Seguro que ellos también te echan de menos—finalizó.
-Fin del capítulo 2-
Vaya vaya vaya, un nuevo personaje ha aparecido. ¿Os arriesgáis a decir quién es? 🙄
Más importante, ¿Creéis que Dana volverá a 'The Magic Shop' el próximo fin de semana? ¿Se encontrará con el muchacho nuevo o quizás con otro dependiente?
Tuturuuuu~
Quién sabe.
Att. Lily
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The Magic Shop || •BTS Fanfiction• ||
Fanfiction«¿Te has rendido ya? Vaya, pensé que no te darías por vencida tan pronto.» «¿Quién...eres?» «¿Yo? Alguien que ha venido a darte un empujón, por supuesto.» «Pues llegas un poco tarde. Ya todo me da igual...» «¡Venga ya! Si la vida fuera tan fácil no...