«¿Te has rendido ya? Vaya, pensé que no te darías por vencida tan pronto.»
«¿Quién...eres?»
«¿Yo? Alguien que ha venido a darte un empujón, por supuesto.»
«Pues llegas un poco tarde. Ya todo me da igual...»
«¡Venga ya! Si la vida fuera tan fácil no...
No volví a tener aquel extraño sueño del hombre enmascarado desde el día que visité aquella peculiar tienda. De hecho no volví a acercarme por allí. Quizás por miedo a darme cuenta de que era real o tal vez por todo lo contrario, descubrir que todo lo imaginé o era un sueño más. Reconozco que aquel día fue el mejor que tuve desde que mis padres fallecieron.
Era domingo por la mañana y me encontraba desayunando cuando mi compañera de piso Melanie apareció por la puerta. Dió un golpe seco dejando las llaves de su coche en la mesa de la cocina donde me encontraba y se quedó mirándome callada.
—No de nuevo. Dime que no fuiste otra vez a esa estúpida gasolinera a llenar el depósito de un coche que casi ni usas—dije con los ojos cerrados masajeandome el ceño a modo de desaprobación.
—¡Hoy estaba tan guapo!—dijo emocionada mientras se sentaba en la silla frente a mí.
—Sí, igualito que la semana pasada.
—No,no. Hoy era distinto. Tenía un aura, como diferente—intentó excusarse.
Rodé los ojos.
—Mel, no sabes nada de él. Es un completo extraño que seguramente solo te recuerde como la chica del coche más viejo de la ciudad.
—O-Oye, no es tan viejo. Solo tiene unos...16 años—dijo en tono cada vez más bajo.
—Último modelo, sin duda. No sé cómo no has conquistado ya a ese chico—me burlé.
—¡C-Cállate! Si no tuviera ese coche heredado ni siquiera podría haberme acercado a él—contestó con los brazos cruzados mirándome un poco enfadada.
—Vaaale, vaale. Ya me callo—sonreí.
—Me voy a mi cuarto. Quizás la almohada me entienda mejor que tú—dijo aún molesta.
Mel se encerró en su cuarto y no parecía que fuera a salir por un buen rato así que decidí salir a dar una vuelta. Mis pasos me llevaron hacia el río, lugar que no había visitado por al menos una semana. Dudé si seguir avanzando pues ya había pasado por varios puentes y el siguiente era el más antiguo, lo que significaba que si veía de nuevo aquella tienda todo habría sido real y que, si no la veía, me llevaría una decepción y quizás tendría que pensar en ir llamando a un psiquiatra...
Me armé de valor y seguí avanzando hasta que estaba frente aquel majestuoso puente que encerraba tanto misterio. Miré el arco central y para mi alivio, allí estaba, 'The Magic Shop'. No pude evitar sonreír levemente mientras me acercaba más y más a la tienda.
—¿Estará abierta?—me pregunté a mí misma.
Me asomé por una de las ventanas para echar un vistazo al interior. Había luz natural pero no alcanzaba a ver a nadie. Decepcionada decidí marcharme. Y lo hubiera hecho si no fuera porque vi uno de los carteles que había en el exterior, uno que especificaba el horario del negocio.
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