56 / Dayana

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Seguía dando vueltas en el estacionamiento preguntándome si esto era una decisión correcta, si esto significaría ya poner un punto final a todo esto.

Decidida entre de golpe a la recepción, las persona que me recibió fue extremadamente amable, me dio todas las indicaciones que necesitaba, caminaba con prisa como si alguien me siguiera pero ese alguien era mi propia mente hablándome diciendo que quizás esto no era una buena idea.

Subí por las escaleras hasta llegar al lugar de mi destino, el pasillo estaba casi vacío algunas personas tomando un poco de café, hasta que llegue a la puerta con el número 318, me coloque en frente de ella, mi respiración se volvía cada vez más rápida y agitada ¿Por qué soy yo la que esta aterrada con todo esta situación si fui yo a quien dañaron? ¿Por qué me sigo preocupando por personas que me hicieron daño? ¿Soy una buena persona o solo estoy tan rota que no puedo librarme de aquello que fue la causa de mi ruptura?

Toque unas cuantas veces la puerta, escuchaba algunas voces dentro pero no podía distinguir a ninguna.

—¿Qué haces aquí?—su voz tembló—¿Qué haces aquí Katherine?

Y quizás todo esto si sería más difícil de lo que pensaba pero nadie sale de la batalla de sin cicatrices.

—No se puede huir para siempre de nuestro pasado eso lo sabemos muy bien los dos Jonathan—entre a la habitación con algo de miedo.

Dayana se veía mal, como si toda esta situación le estuviera acabando la vida poco a poco, tenía unas ojeras muy pronunciadas y se veía muy pálida como si no hubiera visto el sol en semanas.

Ella se sorprendió al verme pero no dijo nada, los tres nos quedamos sin pronunciar palabra alguna, esto era diferente a las últimas veces que nos encontramos, no había gritos, no había nada lo único que sabía era que los tres estábamos sufriendo unos más que otros.

—Creo que lo mejor es que nos dejes solas Jonathan—Dayana por fin hablo—Creo que es lo mejor para todos en este momento.

El sin decir una sola palabra salió de la habitación, me acerque con algo de miedo a un pequeño sillón que se encontraba junto a ella y me deje caer delicadamente; el silencio hizo su entrada triunfal apoderándose del lugar pero de la nada ella comenzó a llorar.

Se veía tan mal, tan rota y no era algo que causara placer ni mucho menos algo que yo disfrutara ver.

—Nunca quise lastimarte—unas cuantas lagrimas rodaban por sus mejillas—Jamás quise lastimarte.

Yo solo baje la mirada casi al instante de escuchar sus palabras, me concentraba en no llorar pero era algo casi imposible.

—Pero aun así lo hiciste y ninguna de tus palabras cambiaran lo que hiciste—mi voz se quebró—Ambas tenemos que vivir con lo que paso.

El silencio se hizo se presente, es increíble como alguien puede conocerte tan bien, ser parte fundamental de tu vida y con una simple acción convertirse en un completo extraño.

—¿Fue bueno?—aún se le podían notar las lágrimas en sus ojos—¿Fue bueno lo que tuvimos?

—Tu sabes la respuesta, pero elegiste a todos sobre a mí—sentía mi voz al punto de quiebre—Y quizás eso fue lo más difícil de perdonar, solo quería que alguien me eligiera a mí, que tú me eligieras, éramos tu y yo contra el mundo pero no sabía que de quien me debía cuidar más era de ti.

Ella bajo la mirada pero las lágrimas seguían ahí y yo seguí sin saber si eran lágrimas de verdad, si esas pequeñas gotas de agua tendrían algún tipo de sentimiento, creo que ni ella sabe por qué llora.

Aquel amor que casi me llegó a matar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora