Recopilatorio de one shots yaoi

Una última vez (hasta que la muerte nos separe)

Huyendo de las garras de quien más he amado en esta vida.

Me duelen los pies y mis zapatos están hechos jirones sobre mis pies, ya no me cubren ni me protegen, simplemente estorbando mientras, descalzo, me rasguño contra las piedras del suelo.

En el bosque donde solíamos venir a tomarnos de la mano, besarnos y hacer el amor. De nuevo estoy aquí, pero todo ha cambiado, la hermosura de la luna y de su poderosa luz me parece ahora sofocante, un faro que me ilumina y me expone para él. La tupida maleza, con copiosas hojas y flores, siempre me había parecido idílica, pero ahora no es más que una bella telaraña de la que siento que no puedo salir.

- Te encontraré...

Es un susurro, pero se oye claro y por todos lados, como si rezumara de la tierra y de la corteza de los árboles; pero se que no viene de fuera, hablas en mi mente, musitando, como lo estabas haciendo horas atrás para murmurarme palabras de amor.

Él está en mi cabeza, así como en mi corazón rasgado. En todo mi ser y tiene mi alma por toda la eternidad. Soy suyo, un mero objeto que usar y desechar. En mi piel esta su tacto, en mi boca su nombre, en mi vientre su semilla.

Me aprieto el estómago mientras corro y aminoro, duele y es que no debería sobre esforzarme en mi estado, pero es lo que debo hacer si quiero salir de aquí con vida. Si queremos salir de aquí con vida.

Por si la oscuridad de la noche no fuera poca mi vista se nubla y maldigo en mi interior a las lágrimas que se acumulan en mis ojos. Ya no hay dignidad que conservar así que las dejo resbalar por la mejilla, acallando en llanto pero dejando manar el dolor, al menos así veo el camino a seguir. Quizás lo consiga, no todo está perdido.

Tengo miedo, estoy completa y totalmente aterrorizado de la única persona que en esta vida me ha dado cobijo.

Quizás no debí haber salido nunca del pueblo. Mi familia siempre me despreció por ser el hijo bastardo de mamá y por ello solo había visto veneno salir de sus malditas bocas. Como víboras que me siseaban día a día, pero por una vez en sus malditas vida me habían dicho algo acertado y, de haberlo sabido, me habría aferrado a ese consejo como si mi vida dependiera de ello y es que así es, depende de eso y pende de un hilo.

''No vayas al castillo, míralo desde las montañas si quieres, pero jamás salgas del pueblo en esa dirección. Ahí solo hay muerte, una muerte vil que se esconde bajo piel humana''

Tenían tanta razón que deseo con todas mis fuerzas salvarme y llegar a la que antes era mi casa y rogar por su perdón.

Y aún cuando los ví con mis propios ojos fui testarudo y seguí, si tan solo hubiera vuelto a casa corriendo y llorando una vez los vi, entre las murallas y en la más ominosa oscuridad, bebiendo del cuello de un niño, sedientos, complacidos, de ojos de sangre, bocas del infierno llenas de sonrisas sádicas, de chorros de sangre, de colmillos, de risas ante los muertos.

Si cuando él se hubiera acercado a mí hubiera huído no tendría que estar haciéndolo ahora. Pero sus ojos rojos y sus colmillos me dejaron clavado en la tierra como una florecita indefensa que va a sar pisoteada. Sin embargo, aunque se veía el color del diablo en su mirada de fuego, aún cuando el sonido del cadáver golpear el suelo resonaba tras sus palabras, cogí su mano cuando la tendió acompañada de una tierna sonrisa y palabras dulces.

''El humano más bello que han visto mis omnipotentes ojos. Merecedor de mi misericordia. Quédate a mi lado y jamás sentirás dolor de nuevo, la muerte no se atreverá a venir por ti. Te amor''

Y yo le había creído mientras pronunciaba esas palabras y mientras me besaba y me llevaba a la cama. Mientras me destrozaba la piel y me hacía llorar. Mientras mataba y yo solo me golpeaba la cabeza contra los ladrillos preguntándome qué clase de persona permitía aquello. Mientras me había tomado la mano, un par de horas atrás, antes de que yo le confesara la noticia que reveló su verdadera naturaleza.

Recuerdo mi emoción al descubrir que de la muerte, de la vileza y la podredumbre había surgido lo más bello que la existencia nos regalaba: Vida. De la nada se había alzado ese vigor, esa vitalidad y yo la traería al mundo.

Fruto del amor entre la muerte y lo efímero, pensé. Pero ahora veo que nunca hubo amor alguno, solo el mío y ya solo quedan lágrimas. Solo era un lobo jugando con la liebre, pero parece que el juego ya no es divertido.

- Esto ha ido demasiado lejos.

La voz me alerta ahora de veras, ya no está en mi cabeza, ha perdido esa omnipresencia que la hacía sentir lejana y artificial. Ahora está delante mío y él también.

Acepto mi destino, me he ganado la muerte a pulso y te aseguro algo: El gato prefiere morir sabiendo que vivir ignorante. Pero no puede matar a lo que hay en mi, ni siquiera ha tenido la oportunidad de ver el mundo al que pertenece. Merece vivir, merece pisar la tierra que es suya.

- Por favor. Mátame a mí pero no a...

- Tu me das igual. Solo era un puto juego, me divertía. Jamás me esforzaría tanto por acabar con una simple presa, la razón por la que llevo tanto persiguiéndote es por lo que llevas en tu interior. Tiene que estar donde le pertenece.

- ¡Este mundo le pertenece! ¡Más que a mi y más que nadie!

- ¡Viene de la muerte y a la muerte irá!

- ¡No puedes! ¡No puedes matar a nuestro hijo! ¡A mi hijo!

El me sonrió como siempre lo había hecho y allí donde una vez vi dulzura ahora solo había saña y burla.

En el suelo, no recuerdo cuando he llegado aquí pero ahora estoy llorando sobre él, desconsolado, rogando por una vida que aún no ha tenido oportunidad de ser.

- ¡Por favor, te lo suplico! Si alguna vez me quisiste...

- Nunca he amado y menos a un asqueroso mortal. Te lo he dicho, solo me parecia divertido, pero ya no me hace ninguna gracia. Mi juego a ido demasiado lejos y ahora debo ser consecuente con mis actos. Solo vengo a enmendar mi error, que tu vayas a morir es solo algo colateral.

Las palabras dolieron tanto que casi pensé que moriría allí mismo sin él me hubiera puesto una mano encima. Lo pensé, no quería huír de sus garras, deseaba más que nada morir, pero debía luchar por la vida en mi, aquel ser surgido del pecado y la mentira no es culpable de sus orígenes y merecía nacer.

Después de darle vida y buscarle un hogar simplemente me dejaría caer al río para ahogar mis penas y para morir de una vez por todas. Quizás así olvidaría ese falso amor, ese todo que convirtió en lo que yo siempre había sido: Nada.

- ¡Toma mi vida pero no la suya! Es mi culpa también ¡Hazme pagar, pero no a mi hijo, a él no por favor!

- Te lo he dicho ya, tu no me interesas, me da igual lo que te suceda. Pero tengo que acabar con eso. No dejaré que mi linaje se mezcle con tu impureza humana.

Unas últimas lágrimas se escurren por mi magullada piel antes de detenerse. Las lágrimas ya no son suficientes para que mi dolor salga de mi, se que solo lo será la sangre y temo, pero esto es inevitable.

He luchado, he huído y he implorado, pero no hay nada que hacer ya y no me quedan fuerzas para seguir adelante.

- No me molestes más, estoy empezando a enfadarme. Levántate.

- De acuerdo.

Murmuro con la voz rota, jamás creí que pudiera sonar tan lastimero. Me alzo al son de sus palabras y me preocupo pues creo que caeré de nuevo, estoy temblando y no siente las piernas.

Él solo me toma del cabello y ladea mi cabeza de forma desconsiderada, sin besos ni caricias esta vez.

- Dime que me quieres una última vez, aunque sea mentira.

- Solo si lo dices tu antes.

Susurra lento sobre mi cuello y aunque creía que estaba seco, lloro de nuevo.

- Te amo.

Farfullo lleno de vergüenza y dolor, solo quiero que su voz sea lo último que oiga antes de morir, que su amor sea la última mentira que escuche mi pobre cuerpo y pueda descansar con la paz de esa falacia hermosa.

- Eres patético.

Y sé que mi pobre corazón jamás tendrá paz. Sé que este mundo no me echará de menos. Adiós.