Nuestro lado

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Aziraphale y Crowley habían impedido el Armaggedon salvando así a su querida tierra y no sólo eso, se habían librado de sus asquerosos jefes del cielo y el infierno por una larga temporada.
Ahora podrían estar juntos por siempre, sin esconderse de sus superiores ni negar su amistad por el simple hecho de ser un ángel y un demonio, sin ser juzgados.
Fueron a la biblioteca de Aziraphale para celebrar su logro con unas buenas copas de vino tinto.
En vez de en el Bentley de Crowley fueron caminando hasta allá para disfrutar de esa cálida noche.
-Tú primero Aziraphale- dijo Crowley sosteniéndole la puerta.
-Eres todo un caballero Crowley.
Una vez pasaron fue la misma historia de siempre, Aziraphale invitó a Crowley a tomar asiento mientras él iba a coger el vino. Crowley se sentó y esperó a su querido ángel, miró la mesita con la lámpara que se hallaba a su lado, no pudo evitar fijarse en que encima de ella había un libro con unas tapas de color rojo vivo, no parecía tan antiguo como los otros. La tentación de saber que era lo que estaba leyendo su Ángel que no era un libro antiquísimo pudo con él.
Cuando empezó a ojear las primeras hojas se quedó boquiabierto, no podía creer lo que estaba viendo, no se esperaba eso de Aziraphale, se le dibujó en el rostro una sonrisa traviesa y algo pícara.
Aziraphale entró a la habitación y dejó el vino y las copas y empezó a servir, no se fijó en lo que tenía en manos su... amigo hasta que levantó la cabeza y vió horrorizado lo que Crowley observaba con parsimonia mientras le echaba una mirada pícara.

-No sabía que a los ángeles os fuesen este tipo de cosas Aziraphale- dijo riendo.
-Nooo no es lo que parece...
-¿Y que es lo que parece?
Aziraphale se quedó callado rojo y avergonzado, a Crowley le gustaba ver a su amado ángel tan sonrojado y nervioso, sentía fuertes impulsos de besarlo y abrazarlo, pero se contuvo como siempre.
- ¡Devuelvemelo Crowley!-dijo intentando recuperar la poca dignidad que le quedaba, intentó arrebatarle el libro pero Crowley era más alto que él.
-Te lo devolveré si admites que lo estabas leyendo porque te pone caliente angelito. Asúmelo, a mí me lo puedes decir, aunque tengo que admitir que no me lo esperaba.
-Noo- decía saltando intentando coger el libro inútilmente, pero entonces tropezó y cayó encima del demonio el cual había caído sobre el sofá.
Ambos se quedaron quietos sin moverse para no incrementar el roce, ya que Aziraphale estaba sentado encima de Crowley con las piernas a los lados de este y de cara a él.
Crowley estaba rojito como un tomate, pero disfrutando de ese momento incómodo en el fondo, Aziraphale también sentía lo mismo en el fondo, pero su forma de pensar le hacía pensar que estaba mal, que era algo sucio. Cogió su libro rápidamente y se apartó sentándose al lado del demonio.
-Lo admito es mío- dijo Aziraphale conteniendo las lágrimas- lo sé, no está bien, soy un maldito ángel Crowley no sé que me está sucediendo...
-Oh Aziraphale, no me pongas esa cara, por favor, no tienes de que avergonzarte, es algo natural, créeme no es nada malo, siento si te he hecho sentir como si lo fuese- dijo Crowley herido al ver el estado de su Ángel mientras pensaba "seré idiota"
-¿Lo dices de verdad?-dijo sorbiendose la nariz.
-Sí, de hecho estoy seguro que no eres el único ángel que ha visto este tipo de cosas.- Se quedó por un momento mirando el hermoso rostro de su ángel, con su clarísimo cabello rubio y esa mirada triste e inocente, con esos rojizos mofletes.
-Gracias Crowley, la verdad es que me sentí muy mal al empezar este libro...
-Si quieres... podemos mirarlo juntos...-dijo con su sonrisa atrevida de nuevo.
-¡Crowley! Esto... mejor para la intimidad...
-Lo que prefieras Ángel- dijo bajando la mirada, entonces sintió que algo cálido y suave le estaba abrazando, supo de quién se trataba nada más oler su dulce aroma angelical.
-Crowley, siempre has estado ahí salvándome cuando te necesitaba, si no fuese por tí no estaría aquí, eres lo mejor que me a pasado nunca...-dijo Aziraphale con la cara en el pecho de Crowley mientras que a éste le latía a cien el corazón de demonio que tenía y se ponía más rojo de lo que cualquier ser en este mundo podría ponerse.
-Gracias Crowley- Aziraphale temía la reacción de este mientras respiraba su aroma en su pecho,Crowley decidió dar ese paso que no se atrevía a dar desde que Aziraphale le dijo que iba demasiado rápido para él. Le rodeó con sus brazos y apoyó su cabeza en la cabecita de Aziraphale, mientras respiraba en su cabello fino y dulce cual algodón de azúcar.
-No Aziraphale, yo te debo dar las gracias a tí, sin tí mi existencia no hubiese tenido sentido.- Aziraphale miró a su amor con un brillo especial en los ojos y como esa noche se sentía capaz de todo dijo la mayor locura que se le pasó por la cabeza.
-Crowley...
-¿Sí?
-Yo... esto... a lo mejor tú me puedes explicar algo...
-Pregunta ángel.
-Verás... yo nunca he... besado a nadie...- A Crowley le empezó a salir humo de la cabeza- Me preguntaba si podrías decirme que se siente...
-Yo... esto... verás es que... nunca he...
-¡¿Nunca has...?!
-No...- Crowley quería decirle que si no había dado su primer beso era porque confiaba en que él fuese el que se lo diese, pero se mordió la lengua.
- Crowley prometeme que no te tomarás a mal lo que voy a decir ahora.
-Como demonio que soy me será difícil pero por tí lo intentaré.
-He pensado en que bueno... tal vez... podríamos, esto como decirlo... ¿comprobar lo que se siente?- una vez lo dijo se arrepintió y se llevó las manos a la cara avergonzado- Dios, porque habré dicho eso, lo siento Crowley soy estúpido porfavor perdóname.
Crowley al fin actuó como tantas veces lo había soñado. Apartó las manos de la cara del ángel y puso las suyas a sus lados de la cara obligando así a Aziraphale a mirarle a la cara.
Aziraphale admiró como la primera vez el cabello rojizo y los ojos de serpiente amarillos penetrantes de su amor.
-No hay nada que perdonar- Crowley se abalanzó sobre Aziraphale y sus rostros se acercaron, sus narices se rozaron y seguidamente sus labios. Crowley le dio un dulce y suave beso a Aziraphale, cuando este abrió la boquita se convirtió en un beso con lengua y finalmente en uno loco y apasionado con sus brazos cruzados, uno acariciandole la cara al otro y el otro la espalda y la nuca. Al fin todo ese amor oculto y esa tensión salió a la luz, Crowley tumbó a Aziraphale y se recostó sobre él para seguir besándolo, ambos estaban en llamas (metafóricamente), aunque irradiaban el calor de mil cerillos.
- Aziraphale...
- ¿ sí Crowley?
-Te amo.
A Aziraphale se le llenaron los ojos con lágrimas de felicidad, pero el demonio no sabía que fuesen de felicidad así que por unos instantes se sintió en depresión hasta que el ángel al no encontrar palabras tiró de su desajustada corbata y le dio el beso más dulce y apasionado de la historia de la humanidad.
-Yo también te amo- ahora era al demonio a quien se le escapaba una lágrima de felicidad que su ángel le limpió con delicadeza.

Good omens ¿Que pasó después?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora