Voy caminando de la mano con un extraño, pero ni siquiera puedo hacer que aquello me preocupe.Mi lado izquierdo duele, me pica. Incluso con esta venda por sobre mis ojos y todo el tratamiento que me dieron en el hospital, sigue doliendo. El rostro de mi madre se aparece en mi cabeza a cada paso que doy, gritándome con ojos llenos de terror lo mucho que me parezco a mi padre y el agua cae.
Cae,
Quema,
Arde.
Mi mano va instantáneamente a mi rostro para asegurarme que no estoy hirviendo hasta deshacerme. Puedo sentir la mirada de pena de la persona con la que camino, pero no logro hacer que me importe.
Soy una tragedia desastrosa que camina, alguien tan sumamente horripilante que incluso escondiéndome no puedo ocultarme de mí mismo, mucho menos podré hacerlo de alguien más.
Lo único posiblemente bueno de esto es que al menos el viejo que llevó a tal punto a mi mamá se pudrirá en la cárcel.
Finalmente paramos y miro las palabras en la entrada de la construcción. Llegamos al centro de rehabilitación, donde yo me iré a pudrir. Esta es mi culpa y mi castigo.
Entro en silencio, sin esperar nada y me siento en un sofá mientras la persona que me acompaña va al mesón a hablar con alguien. No me interesa.
Ver el mundo con un solo ojo es difícil, no puedo calcular bien la perspectiva o la distancia en la que están las cosas. Ni siquiera podía leer bien la hora en el reloj que estaba ridículamente lejos.
Otra persona con un uniforme que calzaba con este lugar me tomó de la mano e intentó hacerme unas preguntas que no respondí. Caminamos por unos pasillos hasta llegar a una puerta de metal. En la puerta se escuchaba tenuemente una melodía y cuando la persona abrió la puerta se escuchó más fuerte.
El interior cálido de la habitación no calzaba con el ambiente frío que este centro me estaba dando hasta hace unos momentos, había una ventana abierta y las cortinas de color naranja pastel se movían con la brisa que entraba. Había un piano eléctrico y una silla pequeña donde estaba sentada una niña que parecía ser de mi misma edad. Con los ojos cerrados, movía sus manos alrededor del piano tocando una canción que se escuchaba bastante compleja.
Mientras escuchaba la melodía sentía, como si fuera por arte de magia, que me encontraba en una burbuja, en un mundo en el cual todos mis problemas dejaban de existir. Aquella melodía, que producía tal efecto en mí, era lo mejor que había escuchado en toda mi corta vida.
Cuando la canción terminó, no pude evitar sentirme un poco triste por ello. Era lo primero que había logrado llamar mi atención desde que todo pasó.
La chica se volteó, aun con los ojos cerrados, y su negro cabello atado en una coleta se movió con ella. Agarró un pequeño bastón y comenzó a caminar hacia nosotros.
— Este es Shouto Todoroki-san. —Me presentó la persona.
— Todoroki-san. —Ella me saludó con una voz increíblemente amable.
Pero aquel apellido cargaba tantos recuerdos y personas en las cuales no quería pensar que inmediatamente comencé a temblar. No podía evitarlo, todavía se encontraba tan fresco en mi memoria, todos los gritos, golpes, la cara de mi mamá, el sonido de la tetera, el agua cayendo sobre mí---
— Shouto-san.
El calor de sus manos sobre mis hombros me sorprendió de sobremanera. Su rostro estaba tan cerca que podía ver en alta definición la negrura de sus pestañas, la elevación de sus cejas, la sonrisa llena de gentileza que quería imbuir en mí, como si hubiese sabido lo que yo estaba pensando. Este tacto tan cálido producía en mí unas inmensas ganas de llorar.
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Disparidades | TodoMomo |
FanfictionCuando perdí la vista de mi ojo izquierdo, pensé que no podía tocar más fondo. Mis padres me repudiaban, yo me repudiaba y tan solo tenía cinco años. No tenía esperanzas en este centro de rehabilitación y pensamientos peligrosos cruzaban por mi cabe...