Una visión diferente.

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Por un momento, nada pasó. Los maníaticos ojos ónix de Hades se clavaron en los inocentes ojos marrones de Nico. Luego, su visión fue capturada en algo más: el futuro de su hijo. 

Nico era un alto y apuesto jovén, vestido de negro y de plata, de pie entre las sombras del Inframundo, al lado derecho del trono de Hades. Lo que dejó a Hades perplejo, era que su hijo no estaba muerto. El se mantenía con una posición erguida, como un aprendiz hacia su maestro. Su cabello era negro como un cuervo y sus ojos eran como los suyos, de ónice. La piel olivácea de su infancia estaba ahora entremezclada con un tono de márfil, su expresión era fría y remota, tan distante al bebé que estaba riendo justo en ese momento en sus brazos. El Nico adulto se volvió a mirarlo directamente, como si puediera percibir esa improbable prescencia. Le sonrió, y presionó su dedo índice contra sus labios y le guiñó misteriosamente. La visión desapareció, dejando al dios inseguro de que hacer con ello. No le había mostrado a su hijo morir, eso era una cosa. Pero, ¿que podía significar?

Hades estaba de vuelta en la habitación de guardería de Nico con María, Bianca y el esquelético perro. El bebé Nico soltó unas grandes carcajadas que trajeron a Hades de vuelta sus sentidos. Tomó un pedazo de la sabana blanca en su mano y lo sacudió en el aire. Sonrió a su padre y volvió a reír más fuerte. ¿Qué era tan divertido? Él no podía averiguarlo. Hasta donde él sabía, no había nada gracioso sobre él.

"Ah, gah" musitó el niño entre risas, "Ugg."

Hades no podía evitar sonreír ante los sonidos sin sentido que hacía su hijo. María suspiró afectuosamente y géntilmente llego a acariciar el sedoso pelo de su pequeña cabeza. Hades notó, que para ser un recién nacido tenía una abundante cabellera que habría tomado muchas semanas en salir. Hades se dirigió hacia el sillón y se sentó con cuidado de no incomodar a Nico. Oh, si sus hermanos pudieran ver al poderoso y peligroso Hades ahora, sentado en un vivero, tímidamente cargando a un bebé en sus brazos con una calmada y entretenida expresión en su cara. Habrían pensado que estaba aún más demente, Zeus más que Poseidón, ya que él si entendería debidamente como un hijo afectaba a un padre.

Estaba lentamente empezando a adentrarse en él, ese amor por su pequeño hijo varón. El futuro de Nico lo dejaba aturrullado, pero el presente era algo que no podía ser visto otra vez. Él podría pensar sobre el futuro otro día. Los hijos de Hades nunca eran tan alegres. Porqué, si nisquiera Bianca había sido tan animada, casi en lo absoluto, de esa manera cuando era una recién nacida. Ella había sido absolutamente solenme hasta que empezó a aprender a caminar y a hablar. Nico era tan diferente. El nunca le admitiría a nadie el hecho de que sus pequeñas sonrisas calentaban su corazón y su risa le hacía sonreír. Hades se preguntaba cuanto duraría eso.

"¡Quiero ver! ¡Quiero ver!" Bianca corrió hacia el sillón y trató de subir al regazo de su padre. María soltó una risa y la ayudo a subirse para hacerse un nido al lado contrario de su hermano. Bianca se colgó del traje negro de su padre para poder mirar al pequeño Nico. Ella le hizo una cara graciosa y el empezó a reír de nuevo. Eso provocó que ella sonriera alegremente. Era fácil de entender porque ella lo amaba tanto.

"Nico amarme," declaró Bianca. "Yo amar a Nico. ¿Tú amarlo, papi?

Hades sonrió ante su uso de gramática, "Sí, Bianca, amo a Nico" dijo él. Lo bueno es que lo decía enserio.

"Amar" corrigió ella. María se sacudió en silencio riendo. No duro mucho para que Hades la acompañara en hacerlo. Bianca no entendía el por qué, solo continuaba jugando con su hermano.

Ese día paso a la noche. Hades sabía que el tiempo estaba a punto de terminarse. Tendría que marcharse y no sabía si tendría la oportunidad de regresar. No como los otros dioses, el visitaba a María frecuentemente, compartía tiempo con Bianca, pero no fue su intención de que sucediera. Aún así, María mantenía un lugar en su corazón que no se desvanecería. Esa era la razón por la que hoy Nico existía.

Mientras María llevaba a Bianca a la cama, Hades deambulaba sobre los pasillos hasta encontrarse de nuevo en el cuarto de Nico. La mascota esquelética de Bianca se escabulló entre sus piernas en dirección a la habitación de su hija Él sacudió su cabeza de manera exasperada ante la cosa y entró al cuarto. Las cortinas estaban abiertas para dejar que la luna llena de Artemisa pudiera ser vista en lo alto de cielo negro. Las sombras en el cuarto se engrosaron, buscando la cercanía del dios de los muertos. Incluso allí, el podía percibir la gran cantidad de vidas que se perdían en millas alrededor, las almas que Tánathos recolectaba y llevaba a su reino. Hades suspiró. El tenía que regresar ahí, a un lugar sin su María y sus hijos, un lugar donde Perséfone residía, furiosa con él.

Sacudió su cabeza y lentamente se acerco a la cuna donde yacía Nico, y para su sorpresa el infante estaba despierto. No estaba mirándolo a él sino a las pequeñas sombras que se arremolinaban al borde de la plataforma de su cuna, estudiándolas. Hades pudo sentir una débil chispa de poder que provenía de su hijo. Además de eso, las sombras comenzaron a tomar pequeñas formas para Nico, quién empezó a reírse con satisfacción.

"Hábil chico," murmuró, asombrado de que su hijo ya pudiera hacer eso.

Hades sintió la prescencia de María en la habitación. A pesar de que ella era tan silenciosa como él, podía percibir su alma llena de vida aproximándose desde la puerta. Se paró junto a él y sonrió al ver a Nico en su cuna.

"Ha estado haciendo eso durante dos días," dijo tranquilamente, "Bianca no pudo hacerlo hasta que tuvo tres meses."

El corazón de Hades se hinchó de orgullo, "Es un niño poderoso," dijo él. El pensó sobre el futuro ser de Nico, de como las sombras se apegaban a él sin tratar de controlarlas, "Muy poderoso, en realidad."

"En efecto, contigo como su padre," dijo ella con un suave acento italiano, "Estoy segura de que crecerá para ser tan poderoso y bondadoso como tú."

Hades rió oscuramente. "Mi familia no me consideraría bondadoso." dijo él. "Nadie excepto tú y muy pocos otros."

María tomó la mano de Hades, uniéndola con la suya y su cara con la otra. Él movió sus ojos del bebé a ella, estos se iban suavizando al mirar los suyos brillando. Él se inclinó un poco y depositó un ligero beso en sus labios. Siempre solía ser muy sereno con ella y Bianca. Se sentía en paz, por un momento en muchos siglos, puramente amado; no por su divinidad o sus riquezas, pero simplemente por el amor que no muchos dioses tenían. 

"Debo irme," dijo él, "No puedo estar mucho tiempo fuera del Inframundo."

María asintió comprensivamente, "Buona notte, amore." dijo ella, aún hablando en italiano.

Él le respondió en la misma lengua, "Buona notte, mia María. Dile a Bianca que le dé un nombre a ese perro. Estoy cansado de llamarle 'cosa'".

María suprimió una sonrisa, "Si no eres cuidadoso, es exactamente como lo llamará." Hades se quejó.

El pequeño Nico lo escuchó e hizo un arrullo en su dirección. Hades se agachó y lo tomó una vez más entre sus brazos. El pequeño le sonrío mostrando sus delicadas encías. Él dios sonrió satisfecho y géntilmente trazó un frío dedo sobre unos mechones oscuros que caían en la frente de Nico. Él no era de besar a los niños para las buenas noches, o siquiera a hacerlo en lo absoluto, así que cuidadosamente le devolvió a María el niño en sus brazos. Ella besó a Nico por él. Hades tampoco era muy bueno para las despedidas, pero María entendió lo que él le quizó decir, a pesar de que no lo dijo. Llegó hacia él y lo besó nuevamente.

"Adiós, Hades." dijo ella.

Él no pudo evitar  sonreírle, sus oscuros ojos maníaticos brillando de una manera que espantaría al padre de ella si estuvieran cara a cara. Cerró sus ojos y utilizó su vista de las sombras para ver a Bianca. Ella estaba a salvo y descansando tranquilamente en su cama con su mascota "durmiendo" junto a sus pies. Hades abrió sus ojos y miró a Nico. Su hijo se había dormido rápidamente.

"Buenas noches, Nico," susurró él. Hades caminó hacia las sombras. María observó como se disolvía en la oscuridad. Se había ido.

Nico, conoce a tu padre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora