Kids.

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Sus pequeñas piernecitas no lograban alcanzar la velocidad en la que corría su padre a pocos metros de él. Eran las cinco de la tarde de un sábado, habían salido a dar una vuelta cerca del parque recreativo de Karmaland, donde todos los niños acudían allí para disfrutar de su infancia llena de amor y alegría.

El de edad avanzada reía levemente al ver a su hijo entre la hierba alta, corriendo de un lado a otro como si fuese un gato tratando de cazar a su presa. Solo se le veía de torso para arriba, y sus pequeñas alas se movían frente a él, tratando de quitar los hierbajos que se metían en su camino.

Habían subido hasta una colina no muy alta solo para poder enseñarle al pequeño a usar ese par de alas que llevaba en su espalda. Hasta ahora, nunca se había atrevido a usarlas por miedo a caer y lastimarse. ¡ Pero así se empezaba a crecer y a avanzar en la vida ! Era igual que los niños con sus bicicletas y patines, ellos no habían nacido sabiendo utilizarlos.

Su padre había dejado de caminar justo en el final de la colina, mirando el paisaje que les redeaba. El niño se acercó a él, mirando de igual forma. Se podían ver los columpios y un montón de niños jugando en ellos con sus amigos. Deseaba estar ahí en ese momento, se arrepentía de aceptar ir con su padre a practicar el vuelo.

ㅤㅤ─────Papá, no creo que pueda hacerlo, yo . . .

Su padre lo interrumpió antes de que pudiera seguir, con una ceja alzada y mirándolo con una ligera sonrisa. Quería tratar de animarlo.

ㅤㅤ─────Hijo mío, claro que vas a poder. Confío en ti ─────Se agachó a su altura, desordenando con su mano los cabellos castaños del pequeño─────. Tropezarás miles de veces en esta vida para alcanzar tus objetivos. Ya verás como con un poco de práctica, serás el mejor híbrido de ave que sepa volar en Karmaland.

El niño miró al suelo algo dudoso, todavía no estaba seguro de lo que iba a hacer. Finalmente alzó su mirada, encontrándose con los ojos ámbar de su padre, dignos de un búho. Destellaban de emoción y alegría al ver como su hijo crecía. Aquello fue la gotita que animó por completo al chiquillo. Sonrió de oreja a oreja y aceptó con la cabeza.

ㅤㅤ─────¡ Estoy listo !

Gritó entusiasmado, colocándose como si fuese un soldado frente a su líder.

ㅤㅤ─────¡ Así me gusta, hijo ! Entonces, veamos . . .

Miró hacia atrás, buscando la distancia perfecta para que el niño pudiese agarrar impulso y así poder usar esas alas. Eso sí, en tierra firme. Aún no se atrevía a dejar que saltase colina abajo

ㅤㅤ─────¿ Ves aquellas piedras de allá ? Ve hasta allí, tomas carrerilla y saltas. Recuerda desplegar las alas en el último momento para darle el impulso de aire al suelo y así poder alcanzar altura antes de salir volando. ¿ Entendido ?

El pequeño búho aceptó con la cabeza, decidido. Fue corriendo hasta las piedras que su padre le había indicado, agachándose como si fuese una competición. Contó hasta tres y salió corriendo. Al grito de « ¡ ya ! » de su padre, el niño desplegó sus alas e hizo el impulso contra el suelo, alejándose unos centimetros del suelo.

ㅤㅤ─────¡ Mueve las alas, Fargan !

El pequeño, desconcertado, miró a su padre sin entender muy bien, cayendo en ese momento al suelo de cara. Le había faltado el pequeño detalle de mover las alas.

El mayor corrió al encuentro de su hijo, mirando que no tuviese heridas y que hubiese salido sano y salvo de la caída que, a pesar de ser poquitos centimetros del suelo, le podría causar daño al menor.

#ㅤ𝐊𝐈𝐃𝐒 | willgan。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora