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Con una cara sudorosa que demostraba cansancio, pero al mismo tiempo un alivio significativo, Dégel de Acuario se hallaba saliendo de los aposentos de su amigo, Kardia de Escorpio. Limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo que más tarde guardó en el interior de su armadura, se sintió aliviado por haber podido tratar con éxito a su compañero. De nuevo había tenido que ayudarlo con el mal que lo aquejaba cada vez que las Moiras se aburrían y les daba la gana joderlos a todos un poco.

Esta vez había sido bastante difícil controlar ese llameante problema que algún día le quitaría la vida al Santo de Escorpio, sin embargo, las cosas habían salido bien esta noche y por suerte Kardia podría volver a sus andadas en cuanto despertase.

Dégel se dijo a sí mismo que debía estar loco como para preferir ver a su mejor amigo molestando a otros, o a sí mismo, nuevamente en vez de quedarse acostado en su cama, inconsciente y sin fuerzas para siquiera mover un dedo.

—¿Él estará bien? —preguntó sorpresivamente la diosa Athena, quien era bien sabido, se había encariñado mucho con Kardia hasta tal punto de considerarlo como un tío loco al que era más sensato evitar. Cada vez que éste caía por su mal del corazón, la joven deidad estaba ahí para tratar de ayudar.

Aunque eso Dégel lo sabía bien, el Santo no pudo evitar sentir el impacto de la sorpresa adentro de su pecho, aunque no lo haya demostrado. Sería demasiado irrespetuoso de su parte asustarse por la sorpresiva visita de Athena.

—Sí, mi señora —le respondió siendo cordial.

Aunque ella fuese en apariencia mucho más joven que él, Dégel sabía que hablaba con una deidad milenaria a la que debía hablarle como quien era, su diosa.

—Con seguridad —agregó—, mañana estará molestando a Albafica otra vez.

Ante su diagnóstico, la diosa soltó un suspiro y sonrió con más calma.

—Menos mal —dijo tranquila.

—Vaya a descansar, mi señora —le sugirió con un tono paternal—, si él la ve así me gritará durante horas por permitir que lo viese en esas condiciones. Sabe cómo es.

—Eso haré —asintió Sasha—. También ve a descansar.

—Imposible. Hoy me toca montar la guardia.

—Pero debes estar muy agotado.

—Estaré bien —desligó con cortesía, aunque era cierto y había requerido mucho de su cosmos en esta ocasión para evitar que su amigo no muriese—. Dudo que Kardia, por hoy, vuelva a tener problemas así que me retiro.

—Entiendo. Ve con mucho cuidado.

Sasha conmovió a Dégel con su preocupación.

—Eso haré —luego de una reverencia, salió de Escorpio con dirección a Libra donde seguramente Dohko estaría durmiendo luego de un agotador día de entrenamiento.

Entrenamiento en el que Dégel había participado al igual que otros Santos Dorados.

¿Pero quién iba a imaginar que Kardia iba a tener una "recaída" a mitades de la noche mientras bebía alcohol con Manigoldo? Menos mal que el Santo de Cáncer había sido veloz al transportar a Kardia hasta su casa y luego llamar a Dégel a la suya para que lo atendiese.

En definitiva, cuando era momento de dejar las tonterías a un lado, Manigoldo y Kardia eran de admirar, porque no sólo eran capaces de actuar con madurez, sino que hasta por un segundo, esos dos olvidaban que eran un par de dolores de cabeza con cuerpos humanos, para abrir paso al sentido común y demostrar que eran hombres (a veces) responsables.

Si bien fue cierto lo que Dégel le dijo a Athena con respecto a la salud de Kardia, él no podría asegurar en un todo que no fuese a despertar con un dolor de cabeza extremadamente alto debido a todo el alcohol que ingirió. Menos mal que Kardia no vomitó a sus pies en esta ocasión mientras Dégel contenía la fiebre, o haber hecho su trabajo de cuidarlo habría sido más difícil para el Santo de Acuario.

Inhalando profundo el aire fresco de la noche para evitar bostezar, Dégel continuó andando por el resto de casas hasta salir de Aries, donde curiosamente Shion estaba despierto y mirando las estrellas con parsimonia; de pie y apoyado de espaldas en uno de los pilares.

A Dégel le hubiese gustado contemplar el cielo junto con su compañero, como ya se les había hecho costumbre, pero él tenía trabajo que hacer. Aparte de su Ilustrísima, Shion era el que tenía más conocimientos sobre los astros, incluso a veces Dégel le pedía ayuda por su ya conocida, perfecta interpretación. Por eso mismo, a Dégel le gustaba invitar a Shion a su casa y ver qué podían averiguar juntos, compartir puntos de vista astrológicos y uno que otro dato científico del cual podían debatir pacíficamente por horas.

O eso hasta que llegaba Kardia cual torbellino descarrilado y comenzaba a hacer desastres por todos lados como un pequeño perro chihuahua con sobredosis de cafeína.

»Dégel... ¿tú extrañas... a esa mujer? —pero, ¿por qué Kardia le había preguntado eso?—. ¿La quieres... de vuelta? —¿por qué lo habría hecho cuando, desde que ocurrió ese terrible suceso, él no había tocado el tema ni siquiera por error?

El Santo de Acuario apretó los puños con deseos de voltearse, ir a la Casa de Escorpio y estampar a su amigo contra un muro justamente como Albafica de Piscis había hecho hace unas dos semanas y media, precisamente por abrir la boca cuando nadie se lo estaba pidiendo.

Dégel ansiaba escuchar la pared romperse bajo la espalda de Kardia y enterrar sus dedos sobre la carne para que el insensible bastardo bocón que tenía como compañero dejase de decir estupideces cuando era más que evidente que nadie quería oírlas. Pero esta vez no podía culparlo del todo. Estaba delirando por el dolor cuando lo hizo.

¿Qué le habría pasado por la cabeza a Kardia para hablar de eso mientras se retorcía sobre la cama?

Jamás lo había hecho antes.

¿Por qué ahora sí?

»¿Has sufrido mucho por ella? —y... ¿cómo había podido centrarse en ese tema en medio del dolor?

Cuando Dégel estuvo lo suficientemente lejos del Santuario, pero no tanto como para no hacer su caminata de patrulla, convocó viento helado sobre su palma distrayéndose un poco con el frío cosmos arremolinándose a su voluntad sobre su mano.

Miró con mucha atención el baile del viento helado. 

 

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𝑀𝑎𝑙𝑖𝑔𝑛𝑎 𝑶𝒓𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 | 🔞 |【 Dэcяэтos Diviиos ⅠⅠ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora