Sentado en una pequeña mesa en una apretujada pero muy acogedora cafetería se encontraba Park Jimin, un chico de contextura delgada y extraordinaria belleza, cabizbajo reteniendo unas saladas lágrimas de abandonar sus enrojecidos ojos frente al ruidoso gentío disfrutando esa mañana otoñal.Pero ¿quién lo juzgaría? Si apenas cobró conciencia, luego de una eterna noche de angustias, su corazón destrozado traspasaba la piel y huesos que cubrían su pecho, y su mente no dejaba de recordarle como una trágica película antigua la traición en la que se vió envuelto la dolorosa noche anterior. Se sentía tan despreciado y desamparado como nunca antes en su corta existencia, eso sólo causaba en él unos inmensos deseos de desaparecer del mundo donde ya nadie más lo apreciaba.
Sus ojitos empañados oscilaron entre el gran ventanal que mostraba la calle repleta de trabajadores uniformados y el gran reloj de madera decorando una de las paredes del local, y las imágenes de su día a día atacaron contra él: su bonito y cariñoso novio besando su mejilla antes de ir a su trabajo, su traje y corbata vistiendo su musculosa anatomía de manera cautivadora y los "te amo" susurrados confidencialmente entre sí.
Oh, si tan sólo el pequeño Jimin hubiera bastado para hacerlo feliz.
Su amigo le advirtió incontables veces que no debía confiar en aquel chico de bella sonrisa, pues las sonrisas más radiantes son las que más verdades ocultan. Y vaya que Jeon fue un mentiroso de primera categoría.
Jimin se repitió cientos de veces que las excusas baratas de su novio eran solo una etapa de distanciamiento, muy común en parejas que llevan mucho tiempo en la monogamia convencional y la rutina exasperante, pero estuvo demasiado claro que aquellos siete años de relación no bastaron para que Jungkook retrocediera cuando ese tipejo alto y sonriente se acercó provocativo en busca de sus finos labios.
Pobre Jimin, su ingenuidad le jugó una mala pasada, y su ceguera acentuó la profunda vergüenza y rencor que lo embargaban.
La curiosidad nunca era buena, eso lo sabía demasiado bien, pero con el ramo de rosas rojas que llevaba en sus pequeñas manos decidió esclarecer aquella horrenda situación esperanzado de que todo el espectáculo haya sido un completo error. Pero estaba claro que el único error en aquel momento eran ellos.
Ellos y su manera descarada de besarse en la que era su cafetería preferida; ellos y sus susurros cómplices y escandalosas risas compartidas; ellos y sus escurridizas miradas soñadoras hacia sus manos entrelazadas. Todo lo que solía ser un acto íntimo entre Jimin y su novio, ahora estaba siendo usurpado por un intruso de lo más despreciable.
Aquella situación resultó totalmente desagradable para el pequeño rubio, quien pensó hubiera preferido ser dejado por su novio con una charla larga sobre el desamor y los "no eres tú, soy yo", a ver frente a sus propios ojos cómo había sido reemplazado y descartado sin consideración alguna por sus pobres sentimientos. Y supo en ese instante, su rostro empapado en desgarrador llanto, que jamás sabría qué había hecho mal para que su adorable relación se desgastara con el pasar de los años.
Y cuando Jungkook sonrió ampliamente hacia su acompañante para luego recitar un par de palabras, el mundo perfecto y estructurado al que Jimin se había aferrado se destruyó por completo.
Aquellos te amo ahora eran dirigidos hacia otra persona. Pero eso era algo que Jimin no iba a aceptar.
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Sugar || Kookmin
Short StoryLa venganza es el platillo más dulce. • ─────────✾ ───────── •