CAPÍTULO I

405 22 22
                                    

Existen comienzos perfectos, imperfectos e insalubres, Eydan, tenía un comienzo demasiado insalubre e invivible. En una colonia desolada, donde la justicia, el amor y la empatia no llegaba, se encontraba Carmen, su madre con 16 años de edad inhalaba la quinta línea de cocaína del día, si, era adicta, en medio de su transe sentía como se le rompía la fuente, a los precipitados siente meses de embarazo, la muerte de ese bebé era casi segura, eso no agobiaba a la joven madre, no hasta que los dolores se le tornaron excesivamente insoportables, comenzó a gritar lo suficiente como para que Mateo las oyera y subiera corriendo a su cuarto, al momento que entro vio como toda la cama estaba manchada de sangre y ella gritando del dolor. No lo pensó dos veces y la tomo en brazos para llevarla a la posta, al llegar las enfermeras horrorizadas por la cantidad de sangre que estaba perdiendo la muchacha la atendieron como pudieron, aunque no contaban con los insumos suficientes para hacerlo, ambas se miraron el rostro, otro triste caso de mujer drogodependiente embarazada, no había mucho por hacer, alguien moriría o ella o el bebe. Una de las enfermeras hablo con el también joven padre

—No podemos salvar a ambos, no tenemos los insumos, el niño recién está en su séptimo mes de gestación y su pareja está empezando a convulsionar por la gran ingesta de cocaína, salvaremos al que sea posible, lo siento –dijo mirándolo seria

—El niño no me importa, sálvenla a ella –refuto tomándola de los hombros –hagan lo que sea, conseguiré el dinero –dijo y salió corriendo, la enfermera atónita volvió de nuevo al cuarto improvisado como sala de parto para ayudar a su compañera.

Tras media hora de lucha lograron efectivamente solo salvar a uno, al bebe, un bebe que se aferraba a la vida, una vida que no le seria nada fácil, ya que tendría que lidiar con varias cosas desde el momento en que nació. Mateo tras ganar dinero muy ilegalmente llego al hospital, agitado con una bolsa en mano

—Donde esta Carmen, ¿esta bien?, quiero verla —dijo acercándose intimidante a una enfermera
—Las cosas no salieron como se esperaba, su hijo nació la joven falleció en el momento del parto —respondió agachando la cabeza, la miro y corrió hasta el cuarto al que la habían metido, efectivamente al entrar vio el cuerpo inerte de su amor toxico, del amor más dañino que se pudieran imaginar, mateo lloro, lloro como jamás lo había hecho, la tomo en brazos sintiendo como la culpabilidad le carcomía el pecho, la amaba tanto que la volvió adicta para retenerla junto a él, el embarazo fue un error, pero ella se negaba a hacerse un aborto, después de que tres amigas suyas habían muerto en aquel procedimiento, quedaron en regalarlo o venderlo, no sentían empatía hacia el.

—Tome a su hijo, tiene que ser fuerte – dijo la enfermera entrando con el bebe en brazos

—¡Ustedes tenían que salvarla a ella no a ese escuincle!  –grito enfurecido

—Agradezca que lo hicimos, usted mismo ve que este lugar no tiene las condiciones para asistir un parto, no somos doctoras, hacemos lo que podemos —dijo dándole al niño —debe prepararse, en los siguientes días el niño sufrirá un cuadro de abstinencia, cuídele la cabeza y cárguelo, en la cama la piel se le irritara —concluyo corriendo tras ver como entraba una mujer sangrando sola.

Y así fue, al tercer día el niño no paraba de llorar, temblaba, sufría mucha tensión muscular, se mantenía succionando la leche, luego la vomitaba. El pequeño sufría en un desamparo total, Mateo que continuamente le apuntaba con su pistola, no era capaz, odiaba a ese niño, pero no podía matarlo, era lo único que tenia de Carmen, lo que la había matado.

Tras pasar los días el niño, se sentía poco mas calmado, unas jovencitas que ejercían la prostitución y eran fiel amigas de Carmen ayudaron mucho al joven padre que más que arto, sentía enloquecer.

El niño mientras más crecía, más rápido asimilaba el cruel rechazo de Mateo, el almuerzo era el contacto más cercano que tenían en todo el día, desde sus ocho años ya asumió un rol que no era suyo, limpiaba aquel cuarto y preparaba de comer, las veces en las que se quemaba su padre lo reprendía de forma bastante brusca, golpeándolo con lo primero que se le aparecía en el camino. Más de una vez sus vecinas, que eran lo más cercano a una familia para el, lo salvaron de que a Mateo se le pase la mano.

ALMAS OSCURAS / La Desdicha De Lo Incierto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora