Y de repente...¡ZOMBIE!

529 14 16
                                    

Mi cabeza da vueltas mientras mis ojos luchan por abrirse, me encuentro en una paz creada por el sueño que está cercana a desaparecer. Abro los ojos mientras voy recordando retazos de terror, una comisaría en cuarentena hace que algunas personas quieran comerse a otras personas. Es una locura, tiene que ser una pesadilla que he tenido al soñar, o alucinaciones causadas por el cansancio, igualmente se que todo es real al mirar a mi alrededor. Veo a algunos compañeros de combate en el suelo con las letras de S.T.A.R.S. a la espalda del chaleco y les tomo el pulso para comprobar que están muertos. El sitio solo tiene una luz que parpadea constantemente dejándome ver el escenario a medias. Tengo que recordar donde estoy.

Me levanto, tambaleándome, y veo que tengo una pierna herida, no recuerdo el por qué, por mucho que trato de recordar lo ocurrido. La cabeza me da vueltas mientras busco una salida a donde quiera que me encuentre. El cuarto me parece cada vez más pequeño e intento tantear las paredes, pero escucho un crujido a mis espaldas y agarro mi pistola lo más rápido que puedo, apunto a la oscuridad, esperando que de la nada salga algún extraño.  Pero no es así, mi imaginación y el juego de luces deben de haberme jugado una mala pasada. Al avanzar un poco más por la pared consigo encontrar una puerta, sin embargo, ahora tengo miedo de abrirla, ¿habrá algo al otro lado? ¿Algo que seguramente haya matado a todos mis compañeros? ¿Cómo es posible que yo esté vivo? No puedo dejarme llevar por el pánico, tendré que luchar sea lo que sea, para algo me han entrenado. 

Abro la puerta de golpe a punta de pistola, lo único que me recibe son más cuerpos, repartidos por una gran pasillo. A un lado no se ve nada, la oscuridad lo engulle, pero al otro lado se ve algo de luz. Sin lugar a dudas elijo el camino iluminado y comienzo a andar en esa dirección, sorteando algunos cuerpos.  Al mirar la cara explotada de un disparo en uno de los cuerpos comienzan a llegar imágenes de todos mis camaradas combatiendo con aquellas cosas que parecían humanas pero que estaban contagiadas con una especie de virus, o eso decían los entendidos por la televisión cuando salíamos a hacer la misión.  Las órdenes eran sencillas, terminar con todos aquellos que estaban en cuarentena, pero esto no parece la comisaría, “¿Dónde cojones estoy entonces?” Me doy un golpe en la cabeza para ver si consigo recordar, aunque sé que no va a servir de nada. Intento evadirme y pensar que los recuerdos volverán en algún momento, pero el pasillo estrecho parece no tener fin. Una punzada de dolor me recorre la pierna, debería haberme curado la herida cuando estaba en la habitación, pero mi mente está nublada, no puedo pensar con claridad.

De repente escucho ruidos que no se bien de donde vienen, la longitud y el vacio de los pasillos hace que no sepa identificar el origen. Parecen unos sonidos guturales producidos por un animal salvaje entre herido y hambriento. Miro a todos lados y me doy cuenta de que he llegado a un cruce de pasillos, ahora el sonido viene de todos lados y de ninguno en concreto. Apunto con mi pistola a la oscuridad, dando vueltas en el cruce, esperando que de un momento a otro algo me asalte, mi dedo tiembla levemente sobre el gatillo de mi pistola, a la espera de una indicación oportuna. Como si de un impulso se tratase, me giro a mis espaldas y veo algo justo enfrente de mí, parece humano, pero la piel se le cae a cachos y camina como si estuviese cojo. Tiene sangre en la boca y las manos con las uñas destrozadas señalando hacia mí; señalando su comida.

Mientras le examinaba había avanzado hasta casi llegar a mi pistola, el olor que desprende casi me hace taparme con las dos manos, pero sigo apuntándole, dejándole que se acerque para conocer sus reacciones. Sus pasos son lentos y cansados, y su carne putrefacta hace que aparte la mirada al disparar. Pero un momento. No se ha disparado la bala. Vuelvo a apretar el gatillo pero no ocurre nada. ¡Oh, mierda, la pistola no tiene balas! Intento alejarme de aquel ser cuando me coge del brazo y me muerde con una fuerza de la que no le creía capaz. Grito de dolor e intento zafarme de sus dientes con todas mis fuerzas, ahora es cuando recuerdo que otra de esas cosas, que creíamos haber abatido, me mordió en la pierna, al igual que a todos mis compañeros de la habitación, todos mordidos por aquellos repugnantes seres. Cuando consigo que me suelte, me alejo un poco de él y recargo la pistola con dificultad, mi brazo derecho ha quedado bastante dañado, y le meto la bala que se merecía en su cráneo huesudo.

Y de repente...¡ZOMBIE!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora