Sentí unos leves golpecillos en la cabeza, que rápidamente aumentaron de intensidad obligandome a abrir los ojos.Como no, era Aaron.
-Arriba, si quieres que nos lleve Marcos date prisa, ya está saliedo con el coche de casa.- Dijo a modo de susurro mientras levantaba las persiana castigando mis frágiles pupilas.
Como de costumbre solo estabamos los dos en casa. Me vestí lo más rápido que mi torpeza me permitió y me dispuse a bajar para desayunar, pero cuando ahogaba sin piedad la primera galleta pude observar el coche de Marcos por la ventana.
Entramos en el coche y percibí ese asqueroso olor que también formaba parte de Aarón, era de esperar que oliese a maría, supongo que no tiene importancia, pero me preocupaba la frecuencia con la que Aarón llevaba impregnado ese olor ya que esta aumentaba; al principio solo de pascuas en ramos, en las fiestas, los fines de semana... y así , hasta acabar perseguido por esa peste prácticamente todos los días.
-Buenos días Marcos.- Dije con una gran sonrisa dibujada mientras agachaba la cabeza para evitar un impacto doloroso al levantarme del asiento de atrás para darle un beso.
-No comprendo como rajas tanto de ella con lo amor que és.- Dijo Marcos entre risas e instantaneamente recibiendo una colleja por parte de mi hermano.
Marcos esta vez tuvo que aparcar un poco más lejos que como acostumbraba, habíamos llegado un poco justos y los mejores aparcamientos ya estaban ocupados. Bajé respirando profudamente, intentaba asumir que me esperaba otro interminable día viendo aberraciones de la naturaleza inclasificables ,bueno, quizá exagere un poco, pero realmente odiaba a la mayoría de la gente que habitaba en esa carcel llamada vulgarmente instituto.