Capítulo 3.1: Ritual

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En las noches de verano hace mucho calor. Uno a veces no duerme a gusto con tal ola de calor que se está azotando en una pequeña habitación. Si bien no tienes muebles en la habitación disfrutarás de una brisa leve mientras estás tendido en el suelo.

Pero Jacob tenía habitación propia y muebles y hasta un tiradero de ropa por doquier, y la ropa sucia en la habitación generaba aún más calor. Antes de dormirse el había encendido el ventilador en su habitación pero no hacía ninguna función más que alentar más calor. Y también sentía su cama más diferente, sentía que se desmoronaba al engarruñar sus manos en ella, siente como si fuera arena... No, definitivamente el no estaba en su habitación. Una luz naranja rojiza encandilaba a través de sus párpados, sentía un calor que le irritaba la piel.

La irritación que sentía en los ojos hizo que los abriera, y al abrirlos estaba viendo al cielo sin nubes. No era el techo de su habitación, eran un vasto cielo celeste. El se levantó enseguida sentado lo que aparentaba ser su cama, pero también dió un vistazo en dónde estaba tendido. Era arena lo que estaba a su alrededor, tenía la ropa hecha jirones y sus piernas... Estaban destrozadas, estaban hechas puré de hecho. Eran irreconocibles, lo que antes eran unas piernas algo velludas y voluminosas ahora eran una masa de carne y fluidos rojos y negros como el sulfúro. De las rodillas para abajo estaban carcomidas y aún chorreantes y palpitantes, parecía seguir drenándose más sangre. El no sé alarmó ni se inmutó al verlos, los miraba con la misma frialdad que la que acostumbra.

Miró más a detalle a su alrededor y era un desierto parcial, ya que a orillas del lugar había un bosque verde con árboles gigantes y ahí si presentaba algunas nubes esponjosas de buen aspecto. A esas orillas de árboles frondosos, estaba tapizado una oscura noche. Parece que solo los rayos del Sol se enfocaban al desierto en dónde el se encontraba. Notó que era a un diámetro de longitud corta, es como si fuera un oasis invertido en medio de un vasto bosquejo verde donde solo tenía garabateado unos trazos que eran los árboles y dejaba un hueco amarillento en el centro que era el paradero de Jacob.

Oía algo crujir atrás de él, algo se estaba quemando. Se llevó una sorpresa al ver unos individuos de negro viendo a una cruz al revés mientras ardía alrededor lo que parecían cuerpos, no era difícil saberlo por la sangre tintada en ellos y en la arena como si la masacre hubiese ocurrido apenas.

Los dos de negro voltearon hacia el y se dió cuenta que tenían puestos unas máscaras. Eran unas máscaras que usaban los doctores en el siglo XVII en la época de la Peste Negra, unas máscaras de cuervo de color blanco. No se veía que tuvieran extremidades por la túnica que los cubría. Ellos ya se acercaban a el, a paso lento pero iban por el. Cada vez aún más altos y claros se veían para Jacob y al momento de llegar con el hubo una conversación ininteligible. Tenían una voz distorsionada y grave, no parecían hablar el idioma y lo único reconocible eran unos balbuceos de ultratumba, como un poltergeist comunicándose con voces guturales.

Guardaron silencio unos segundos y solo se dedicaron a brindar una mirada a Jacob. Aunque llevaban máscaras en los huecos de estos se les notaban las pupilas. Digo las pupilas porque solo eso había, unos ojos negros sin iris cubriendo toda la córnea. A pesar de la penetrante mirada de los individuos de aspecto demencial el chico aún no se convencía ante el pavor que se supone que deben imponer estos sujetos.

Ahora lo llevan arrastrando, sus piernas carcomidas ilustran la arena con sangre con trazos muy gruesos y opacos, parecía que usaban sus piernas ensangrentadas como brocha de pinturas dónde el único color en la paleta es un rojo carmesí muy espeso. Estando enfrente donde estaba la cruz invertida que más de cerca ya lo veía como un altar bizarro lleno de carroña, carroña conformada con extremidades completas o echas puré de la anatomía humana. Los buitres posaban en la cruz, viendo con una mezcla entre malicia y deseo a la carne alrededor de la cruz. Empezó una serie de susurros que no solo parecía venir de aquellos dos sujetos, ahora todo a su alrededor se escuchaba un gentío susurrando cada vez más resonante en la cabeza de Jacob. Como si fuera un conjuro, estos susurros alteraban la temperatura de él.

Con brazos abiertos y mirando hacia el cielo estaba Jacob, sintiendo como se le iba la vista poco a poco. Sintiéndose cada vez más y más cálido. Se sentía con cada vez más calor, que hasta llegó a sentir un ardor infernal envolviéndolo externa e internamente. Esto sobrepasaba los olas calor que estaba acostumbrado a sentir. Mientras más se le iba la vista, más ardor sentía. La desesperación vino cuando ya no podía ver nada sino solo sentir el ardor. El sofoco no lo dejaba quedarse callado y fue cuando terminó gritando de forma bestial... Y despertó.

De un salto volvió a la realidad para ver qué estaba de vuelta en su habitación. Fué todo un sueño. Aún era de madrugada y las luces del corredor iluminaban a través de los bordes de la puerta. Pensó que su madre se levantó del sillón donde quedó dormida para apenas irse a acostar con su padre pero ella decidió mejor irrumpir en su habitación.

Hollow SightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora