Una sensación de estar atada ponía incomoda a Evelyn quien aún estaba acostada en el sofá. Un sentimiento casi llegando al punto de tener pavor. Ella no teniendo fobias ni una aberración hacia algo pero era la primera vez que tenía claustrofobia. En ese momento de desesperación se le vino a la mente que solo era el calor que lo hacía sentir tan sofocada y que también era por la manta que siempre le ponía su esposo siempre que se quedaba dormida en el sofá. Aunque a veces ella veía exagerado o empalagoso este gesto, aún así, era tierno por el simple hecho de que era su esposo, quien le apoyo en todo el tiempo que estuvieron juntos desde que ella le conoció en la cafetería que trabajaba de medio tiempo mientras terminaba sus estudios.
Ella abre los ojos y se haya alrededor de un entorno blanco absoluto que le encandilaba. Lo único visible frente de ella era un marco con un vidrio negro rectangular. Ella se percató de eso primero, luego que también tenía una camisa de fuerza. Todo esto le viene a la cabeza; «Una habitación blanca, un vidrio negro, una camisa de fuerza... ¿Me tienen vigilada? No, no estoy loca». Supuestamente ella cree estar en un manicomio dónde la tienen vigilada, también era evidente que había alguien detrás de ese vidrio oscuro pero no podía visualizar ninguna silueta detrás de ella.
Con la vista enfrascada al vidrio frente a ella, pasó una bandeja rodante y quién la empujaba tenía unas piernas voluminosas, pálidas y con moretones. Levantó la vista y era una enfermera de cuerpo digno de una modelo de esas revistas de Playboy pero... Tenía vendajes mugrientos tapándole el rostro. No se le veía los ojos ni la boca, estaba completamente vendada del rostro y tenía tics compulsivos mientras que su cuerpo se mantenía estable y recto. Volteaba a ver a Evelyn mientras hacía movimientos esquizofrénicos, incluso sin tener alguna señal de tener ojos, ella lograba inquietar a Evelyn con su mirada.
Sus tics pararon por un momento, solo para dibujarse una sonrisa negra con los dedos índices haciendo saber a Evelyn que debería sonreír un poco, seguido toma una pastilla verde de la bandeja y la acerca a la boca de Evelyn aunque ésta niega en ingerirla. La enfermera gira lateralmente su cabeza con un movimiento brusco haciendo que suene un chasquido grave en su cuello y agarra con una mano las mejillas de Evelyn para abrirle la boca y con la otra introduce la pastilla metiendo sus dedos pálidos y fríos en su boca.
La pastilla hizo efecto de inmediato e hizo que se sintiera relajada y feliz. Hacía que tuviera alucinaciones lúcidas, veía burbujas volando por la habitación, oía música jocosa y alegre. Se tumbó en el suelo y ahí sintió que flotaba. La enfermera con la misma sonrisa dibujada ahora dijo con un voz como si hablara con un altavoz mientras la veía desde arriba: "el viaje terminó señorita". Entre los dedos tenía otra pastilla color amarillo, que la dejó caer entre los sonrientes labios de Evelyn y ella sin negarse la tragó.
Ahora se siente a la contraria, deprimida y desanimada. Su alrededor se oscureció más y veía tonos más grises, el daltonismo parecía ser un efecto secundario. Tenía pensamientos pesimistas y autodestructivos pensando que no tenía sentido esforzarse en lo absoluto. Empezó a llorar en silencio mientras que la enfermera ahora con una mueca triste se pintaba dos cejas fruncidas diciendo con la misma voz de altavoz pero más agresiva: "¿Porque te contienes?". Ahora saca una pastilla roja y la introduce con violencia agarrando la mandíbula de Evelyn abriendo su boca ampliamente.
Confusión e ira, ella se sentía como un toro enojado viendo todo de color rojo. Todo enfrente de ella le parecía una amenaza y la única persona que estaba con ella era la enfermera quién la miraba con indiferencia y con las manos escondidas hacia atrás. Cierto sentido de depredador surgió de Evelyn y, por si fuera obra de un ente endemoniado dentro de ella, logró liberar sus manos de la camisa de fuerza y se lanzó contra ella tirándola al suelo mientras le encajaba las uñas alrededor de su cuello delgado y endeble, la cual empezó a degollar con las uñas de sus pulgares. Enterró con desdén sus uñas en medio de su garganta y con facilidad pudo cortar y abrir la piel que, al momento de desprender de cada lado su pálida y aterciopelada piel, una pequeña fuente de sangre nació de su garganta. Pedazo por pedazo, desarticulando cada hueso del cuello y dispersándolos por la habitación deja separada su cabeza del torso dejando solo pequeños pedazos de carne fresca y un charco creciente de sangre en el suelo.
Estando en ese trance repentino sus instintos se aprovecharon de ella y puso como siguiente objetivo el vidrio negro. Toma la cabeza degollada de la enfermera del orificio aún sangrando y la lanza con rabia al vidrio aún manchando lo que alcance ese desparrame de líquido carmesí. Y enfurecida con trotes primitivos va contra del vidrio a golpearle a puño limpio. Uno, dos, tres, cuatro... Cuatro puñetazos bastaron para romper el misterioso vidrio y lo único que recibió como respuesta a esa rabieta fue un río de un líquido negro semejante al alquitrán.
Aún más confundida veía como la habitación se llenaba de ese líquido oscuro y espeso. Justo cuando llega al nivel de su pecho empezaban a sobresalir grumos grisáceos de la espesura del líquido, seguido salen unas extremidades largas con dedos decrépitos aferrándose alrededor de Evelyn. Querían hundirla a las profundidades de su inmundicia abarrotando su cuerpo con sus manos haciendo una jaula incómoda y retorcida que solo hacía que ella se hundiera cada vez más. Inevitable, ella solo puede cerrar los ojos mientras es consumida por el oscuro y espeso líquido.
Un zumbido latente y grave invadió sus tímpanos mientras aguantaba la respiración. Gradualmente abría los ojos solo para notar que estaba en la sala de estar de nuevo, sentía un hormigueo recorriendo su cuerpo y su respiración era agitada. Después de una pesadilla, ella solo trata de moverse lo menos posible por la paranoia de no alertar a cualquier criatura o ente que este por ahí cerca, solo su fuerza de voluntad hizo que se levantara. Y justo cuando logró incorporarse oyó gritar a Jacob escaleras arriba.
(FLASHBACK 3)
-Salga, señora Carter.- la voz del predicador cobraba un tono comprensivo mientras esperaba en la cerca de abuela Carter- Solo queremos hablar.
Ella se encontraba viendo desde el ojo de la puerta. Sabía lo que le esperaba porque detrás del predicador estaba la multitud del pueblo. Todos se veían desvaídos, en los ojos se les veía el alma corrompida con una suma tristeza detrás de ellos. Ya no eran sus vecinos que conoció por todos esos años cuando, gracias a "Dios", tuvo una mejor vida. Ahora eran la muchedumbre. No con antorchas ni tridentes, sino con piedras y agresiones verbales. No podía seguir tanto tiempo adentro de lo que antes llamaba hogar, ahora era un refugio. ¿Refugiarse de quién? De quién más, sino de sus propios conocidos del condado.
Tenía que afrontar las consecuencias y perdurar hasta el final, al menos esperar unos cuantos años hasta tener alguna noticia del paradero de Evelyn. Si, ella ya se estaba arrepintiendo. Pensó que le hizo un bien a su hija y vaya que si lo hizo, pero ahora solo pensaba en ella misma. Y ella no quería ser lastimada.
Giró las tres cerraduras de la puerta con dificultad. Lo hacía a propósito solo para tardar más en salir en obtener lo que según todos ellos se merecía. En el proceso de abrir la puerta ella misma pensó que también se lo merecía. Jalo la puerta y sus pasos lentos hacían crujir la madera bajo su pórtico. Dió una mirada muy a la derecha donde tenía una mecedora y una banquillo de madera y le vino un recuerdo ahora nostálgico. Evelyn repasaba las tablas con ella sentada en el banquillo, mientras que la abuela Carter estaba sentada en la mecedora cepillando su cabello y le preguntaba una multiplicación al azar. Le surgió una pequeña sonrisa al recordar que, cada vez que se equivocaba, le daba un pequeño jalón de cabello hasta acertar la cifra correcta. «Ahora ella no está. Y yo seré castigada, y eso que me sé todas las tablas...» pensaba ella mientras se formaba un nudo en su garganta.
-En verdad creí que usted era inteligente, señorita Carter. -dijo el predicador, después meneo su cabeza dándose a conocerse algo decepcionado- Ahora veo que usted es igual que la escoria que murió en desesperación la primera vez. Debo admitir, que usted mostró más voluntad. Aún así, sabe lo que pasará ahora, ¿verdad?
Bajaba los dos escalones bajo el pórtico y con la frente en alto, pero no de orgullo, sino de resignación.
-Si -dijo la abuela Carter sin vacilar.
Sin ninguna pizca de asombro el predicador asintió y se dió un cuarto de vuelta encaminándose sobre la acera. No sin antes decirles a la muchedumbre detrás de el:
-Por favor, lastimenla sin matarla. Pero tampoco tengan piedad.
La abuela Carter veía como se marchaba, aunque no duró mucho viendo ya que una piedra aterrizó en la parte derecha de la sien y la aturdió. Fué el golpe que la puso a alerta, ya iba a empezar la lapidación colectiva de sus vecinos. "¡Pagana!" "¡Impura!" "¡Blasfemia de María!". Era lo que escuchaba mientras intentaba escudar torpemente su cabeza con los brazos. Así seguiría el día de mañana a la misma hora. Y el siguiente... Y el siguiente del siguiente... Hasta el día que...
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Hollow Sights
Misterio / SuspensoUn Hijo misterioso. Una madre con un pasado un tanto complicado. Un culto que busca retomar lo que es suyo. Y por supuesto un pueblo con una maldición. Evelyn Carter, quién se fue de casa desde muy pequeña, ahora vive fuera de Hollow Sights y tiene...