Capítulo 2

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Trumpking y Celestine estaban retenidos en el castillo Telmarino ante un gran consejo de muchos hombres que repugnaban a la rubia, ella sabía todo lo que los Telmarinos hicieron y no les agradaba ni un poco, ella era alguien que amaba a todo ser p...

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Trumpking y Celestine estaban retenidos en el castillo Telmarino ante un gran consejo de muchos hombres que repugnaban a la rubia, ella sabía todo lo que los Telmarinos hicieron y no les agradaba ni un poco, ella era alguien que amaba a todo ser pero eso no incluía a los hombres que quitaron sus tierras a seres inocentes.

Ella los miraba con asco y Trumpking no era la escepcion, los odiaban y ellos hablaban basura de ellos en sus narices, pero al hombre que Celestine más odiaba era aquel señor de barba ridícula, pelinegro cuyo nombre era Miraz

- ¿que hace una humana con los Narnianos? Tenemos a una traidora junto a nosotros - dice Miraz con la voz elevada

- mi nombre es Celestine, y yo protejo a los Narnianos, tu gente me abandonó en un árbol, abandonó a una bebé esperando a que se muera ¿pero sabes que? Estás criaturas como las llamas tú, los Narnianos me criaron y me protegieron, mi deuda está con ellos no con los Telmarinos - escupió la joven con furia

Una sonrisa maligna salió de los labios de Miraz que los miraba con odio.
El hombre le dió la orden a sus soldados de matarlos y que nadie se entere de ello

Los volvieron a tomar, colocándoles esas apestosas bolsas en las cabezas y los llevaron hasta el río, allí los colocaron en la canoa y empezaron a remar

Celestine tenía la oportunidad de convertirse en pétalo e irse de allí, pero eso significaba dejar a Trumpking y eso no lo haría ni de broma, jamás dejaría a alguien atrás por lo que descartó la idea

- hay que dejarlos aquí - aviso el Telmarino a su acompañante, este asintió y tomaron primero a celestine y la tiraron al lago

La rubia empezó a desesperarse, no sabía nadar y menos podía con las manos y pies atadas, sentía que la respiración le faltaba y la vista se le empezó a nublar

Trumpking le siguió y lo último que sus ojos celestes alcanzaron ver fue una silueta, una silueta que se acercaba a ella pero después de eso todo se volvió negro

Trumpking le siguió y lo último que sus ojos celestes alcanzaron ver fue una silueta, una silueta que se acercaba a ella pero después de eso todo se volvió negro

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The Guardian  (Edmund Pevensie & You)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora