Alterno.

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Advertencias.
No planeé que saliera tan largo y no quise dividirlo en dos partes.
Si hay alguna falta de ortografía o incongruencia me disculpo, estoy terminando de revisarlo, pero no me aguantaba las ganas de subirlo.
Se deben escuchar unas canciones en las que me inspiré al escribirlo, dejaré el link de youtube. No es obligatorio pero definitivamente dará más ambiente.

[Sam Tinnesz - Far From Home
https://bit.ly/34ArSBz]

La oscuridad que le albergaba era inminente, estaba agobiándolo el no poder abrir los ojos para alumbrar ese mar negro en el que se estaba ahogando, intentaba desesperadamente nadar e huir a tierra firme, pero lo único que lograba era hundirse más. Su cabeza se asomaba entre las olas que poco piadosas no le permitían respirar, su pecho comenzó a doler por la necesidad de oxígeno; sus manos sintiendo el frío viento golpear contra ellas para después volver a ser hundidas en ese desgraciado océano de dolor.

Y entre toda su desesperación sólo escuchaba risas que eran lo suficientemente fuertes para que aún con la cabeza dentro del agua pudiese notarlas con claridad, se burlaban de él, de su dolor, de la atroz sensación de morir en su propia miseria. Su rostro se levantó para observar lo que existía en la superficie, eran figuras humanas que introducían sus manos en ese mar con la única intención de hundirlo más, su cuerpo comenzó a moverse con desesperación; sus piernas agitándose al igual que sus brazos  tratando de salvarse pero lo tenían sujeto de todos lados, lo arrastraban a lo profundo de su dolor, a la desesperanza, a la depresión de continuar con vida.

Cuando despertó de esa horrible pesadilla se encontró con algo incluso peor, su realidad.

En primera instancia su rostro hizo una mueca de incomodidad a la luz blanca del foco sobre él que le dio de lleno cuando abrió los ojos, se encontraba recostado en una plancha metálica muy fría, atado de las extremidades con cintas de cuero apretadas sintiendo cómo lastimaba la piel de esas zonas, su visión aún se encontraba ligeramente borrosa y no lograba adaptarse del todo a la primera reacción que lo cegó por segundos; sentía familiar el despertar de ese modo pero su cerebro no terminaba de procesar porqué.

A sus tímpanos llegó una voz que parecía llamarlo, volteó un poco su cabeza sin estar seguro si se trataba de él ya que no mencionó su nombre en ningún momento, sólo decía una y otra vez la palabra "soldat", se encontró con un hombre de baja estatura que le sonreía, él devolvió la sonrisa con inocencia pues no terminaba de entender lo que sucedía.

—Si continuamos a este ritmo pronto estarás listo para una misión de verdad, soldat.— En vez de sonar reconfortante la voz del hombre le llegó como un taladro a su oído, sabía que la reconocía pero no en un buen sentido y tampoco sabía si quería terminar de reconocerla, pensarlo le provocaba escalofríos. Continuaba sin comprender, pero su vista comenzaba a acostumbrarse a la molesta luz.—No tendremos que perder más tiempo entrenándote ni programando tu cerebro, sólo debo ser paciente por unas semanas más.

Quiso preguntar a qué se refería con aquello, no sabía para qué lo programaban o no lo recordaba pero las palabras no quisieron salir de su boca, había algo en ella que estaba bloqueándola con intención de mantenerlo callado, entonces su cerebro conectó por fin los cabos, ese pequeño hombre llevaba experimentando con él lo que consideraba una eternidad, lo hacían meterse en agua congelada por largos periodos de tiempo; pasaba días sin consumir pizca de alimento o agua; inyectaban una sustancia dolorosa en sus venas que lo recorría por largas horas haciéndolo estar en agonizante dolor sobre la plancha donde lo tenían amarrado; lo metían dentro de un cubículo tan pequeño que apenas él cabía y lo dejaban ahí por largo tiempo; quemaban partes de su cuerpo para conocer sus reacciones; le abandonaban en medio de la nieve sin ninguna ayuda y cuando intentaba escapar disparaban a sus piernas hiriéndolo, dejándolo ahí; su entrenamiento físico era algo que lo dejaba agotado por los golpes que diariamente debía recibir, cuando su enfado estaba lo suficientemente fuera de control para vencer a cada uno de sus entrenadores lo sedaban para después ser castigado con brutales palizas para enseñarle que a ellos se les respetaba; al terminar de torturarlo lo obligaban a comenzar desde cero sin descansar un solo segundo.

Nuestro Final. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora