UNICO

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╰─► ₊˚ Inglaterra, 1583 [👑]
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Las grandes bellezas inglesas habían llegado. De inmediato una larga fila de caballeros esperaban aunque fuera una sola mirada de las preciosas jovencitas nobles.
— Lady Susan... Esta más hermosa que ninguna otra joven en este lugar.-
— Señorita Nadia, es un placer verla otra vez por aquí.-
Ambos hombres hicieron una pequeña reverencia ante las damas, una rubia y la otra de cabello oscuro.  Besaron la manos enfundadas en guantes blancos de encaje y sonrieron satisfechos al ver unos bellos sonrojos en los rostros de muñeca.
— Es un placer verlos caballeros.- hablaron al mismo tiempo con expresiones amables, sin que nadie se diera cuenta, se miraron brevemente para un promesa silenciosa.

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De forma inmediata salieron del salón de baile, con dirección al jardín de rosas de su majestad la Reina Isabel, se perdieron sin que nadie pudiera darse cuenta de ello. Para cualquiera que las viera parecían dos amigas que hablaban de la última moda francesa y de las exuberancias de la corte, pero para quien fuera lo suficiente observador, se daría cuenta de las miradas cargadas de sentimientos que ambas se daban a cada segundo. Conforme se adentraban más y más en el laberinto del jardín, iban dejando de lado las pláticas para dejar venir el silencio; al mismo tiempo, la distancia se hacía menos...

Estando lo suficientemente alejadas del bullicio de la fiesta se sentaron en un banco que se escondía entre las hojas de un sauce llorón. La noche estaba fresca y la luna las miraba desde la lejanía sin sospechar nada del encuentro. Nadia se quitó en sombrero enojada y los suaves rizos rubios salieron disparados hacia todos lados. Susan, quien la miraba en silencio se deshizo de su tocado y el cabello color negro quedó libre.

— ¿No estás cansada, Susan...?- preguntó Nadia y la miró con sus ojos azules un poco dolida, cansada y angustiada por el escenario poco favorecedor que se presentaba para ambas.
— No me preguntes eso por favor... Déjame ver tu mano.- dijo seria Susan, la rubia estaba lista para alegar pero vio las profundas ojeras en los ojos de su amada y decidió quedarse callada. Se quitó el guante y mostró la palma de su mano derecha.
— Aún no se borra Nadia, si esto sigue así nos acusaran de brujería a las dos. No soportaría verte morir...- la mano mostraba lo que parecía un pequeño tatuaje de una luna... Al mismo tiempo, Susan tenía a un sol dibujado en la misma mano.

Entonces ambas no pudieron soportarlo más y se pusieron a llorar al ver al futuro incierto que se les presentaba, si alguien descubría aquellas marcas ambas morían por brujería, o peor, por amarse entre ellas. Nadia decidió ser más fuerte en ese instante y abrazo a la de filamentos negruzcos con fuerza desmedida.
— Mi padre a decidió casarme con el mejor postor Susan... Amada mía... Y viendo entre los pretendientes hubo uno que me convenció, su nombre es Richard Hamilton y tiene un hermano que se llama Michelle; juntos se encargan de las finanzas de la familia noble, viven juntos en la misma mansión...- explico de forma fría Nadia, aunque no era propio de ella esa actitud tenía que pensar con la cabeza calmada y encontrar un camino donde ambas podrían estar juntas, para siempre.
— ¡No! No me pidas eso Nadia... Tu sabes que no puedo llacer con ningún hombre, más que contigo... Será una tortura las noches en el lecho... ¡Me violara sin medida! Querrá hijos y yo no me sentiría capaz de dárselos o amarlos. Por favor, p-para está locura... Por nuestro amor querida...- ninguna de las dos quería ese futuro, donde tuvieran que casarse y tener hijos de hombres que jamás amarán. La pequeña joven de cabello negro se encogió en los brazos de la rubia dando sollozos dolorosos.

La Mirada Que Jamás Se Perdió (By My Soulmate)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora