II. Sentimientos

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—Nong, ¿ya descargaste tu guión?–preguntó Mew mientras comía lo recién preparado.

Ambos estaban sentados en la barra que separaba la sala y la cocina. Después de ver los mensajes del director regresaron a terminar la cena y decidirían cuándo empezar a practicar los diálogos.

—Sí, ya lo tengo todo en el celular, P', ¿cuando quieres que practiquemos?–contestó Gulf saboreando la cena. Sabía que esto de quedarse en casa de Mew iba a ser sólo hasta que llegaran sus pruebas, así que debían aprovechar bien el tiempo para hacer lo que P'Tee les había pedido.

—Empecemos desde hoy, ¿de acuerdo? Ya lo revisé un poco y es bastante.–Mew se levantó para llevar su plato vacío al fregadero.—¿Qué te parece después de que termines de cenar?

—Bien, entonces termino esto y empezamos.–Gulf contestó aún con comida en la boca. Mew lo notó y no pudo evitar sonreír ante la vista del chico tratando de hablar con las mejillas abultadas.

No lo hagas, Mew.

Gulf se apresuró a terminar lo que había en su plato y lo dejó en el fregadero también.

—¡Gracias por la cena! Siempre cocinas muy bien, tienes que enseñarme.–le dijo Gulf mientras recargaba la espalda en el fregadero junto a él. Le sonrió.

Mew ya había notado que su cuerpo gustaba de hacer cosas por sí solo de vez en cuando si se trataba de su Nong. No estaba seguro porqué, pero simplemente pasaba y pues...

Te cocino cuando quieras–el castaño pasó suavemente su mano por los mechones ajenos mientras salía de la cocina.

¿Por qué hice eso?

Después de sentir el tacto en su cabello, Gulf sólo pudo ver la espalda del mayor dirigiéndose a la sala.

Y ahí estaba otra vez.

Gulf no era así. Una caricia en el cabello usualmente no era suficiente para dejarlo pasmado. A Type sí, pero a él no.

Pero de nuevo surgía la duda, ¿eran los pedazos de Type que se había adherido a su subconsciente reaccionando a su Tharn? O... ¿simplemente era Gulf reaccionando a Mew?

No quería pensarlo, no ahora. No precisamente cuando tiene que vivir con el otro hombre por unos días.

El castaño estaba cerca de una mesa de la sala revisando el celular. Gulf lo miró fijamente por unos segundos hasta que notó que probablemente se veía bastante extraño. Mew soltó el celular y volteó a ver al menor.

—Nong, vamos arriba. Te muestro dónde está la ducha y te presto pijama. Después de eso repasamos, ¿sí?

—A-ah, sí. Voy.–Gulf siguió al castaño a las escaleras y subió con él.

Estando en el piso de arriba, los dos se dirigieron al cuarto del mayor. Mew sacó del guardarropa una camiseta y un unos pantalones holgados para que Gulf se los pusiera.

—P', ¿crees que me puedas prestar ropa interior también?–preguntó el pelinegro entre risas.

Mew sólo se rió también y sacó un par de boxers que le pasó al pelinegro junto con la demás ropa.

—Por allá está el baño. Si quieres báñate tú primero, voy a sacar unas sábanas extra.–Mew le señaló la puerta frente a su cama mientras se estiraba para alcanzar unos gabinetes en la parte alta de la pared.

—Bien, pero si el agua no sale caliente te gritaré para que me ayudes.–reía el menor mientras entraba al baño. Metió la cosas y cerró la puerta.

Cuarentena;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora