Estrellita de cristal

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Me desperté con el calor del sol dándome en la cara, como una suave caricia. Era principios de Agosto y ese día iba a ser fantástico, fui a desayunar a la cocina donde me esperaban mi padre leyendo el periódico y mi madre ordenando las cartas que habían dejado las lechuzas.

-Buenos días Papá, buenos días Mamá- dije con una amplia sonrisa.

-Hoy son buenos, no sé ha escapado nadie de Azkaban- respondió mi padre con un tono sarcástico, desde que se escapó Sirius Black se había preocupado mucho más por mí y aún más cuando se enteró que había rondado por Hogwarts. Todo este verano entero había estado enseñándome hechizos de Defensa contra las Artes Oscuras de sus viejos años de gloria como auror, ahora jubilado por una enfermedad del corazón; según él "nunca está demás tener un truquito bajo la manga".

-¿Podrías ser más positivo?- le rogó mi madre a lo que él respondió refunfuñando algo bajito. Se me acercó y me dio un beso de buenos días a la vez que me extendía una carta a la que nada más leer el remitente no pude contener mi alegría.

-¡Por fin ha vuelto del viaje!- exclamé ilusionada.

-El vecino ha vuelto por lo que veo- dijo mi madre con una sonrisa cómplice.

-¿Pero se te ha declarado ya el hijo de Diggory?- preguntó mi padre mirando por encima del periódico.

-¡Roland!- le regañó mi madre al darse cuenta que me había puesto roja de vergüenza.

-Ay yo qué sé, yo he dicho lo que veo- le contestó mi padre escudándose.

-Sólo somos amigos- le dije a mi padre con amabilidad y nos pusimos a desayunar, para mí Cedric era más que un amigo pero no sabía si él sentía lo mismo así que prefería disfrutar de su amistad antes que arriesgarme a alejarlo.

Al terminar fui a mi cuarto para leer la carta de Cedric, la tenía bien apretada al corazón, y puede parecer que estuviese loca, pero estaba enamorada y todas las cartas que me enviaba las tenía guardadas como mi más preciado tesoro. Me tumbé en la cama y la abrí, esta decía:

"Hola Helena:

Sí estás leyendo esta carta quiere decir que hoy he llegado ya de mi viaje por España, ha sido impresionante y tengo que contarte muchas cosas, te espero en la casa del árbol; tengo algo para ti.

Un fuerte abrazo.

Cedric Diggory"

Rápida como un rayo me quité el pijama al tiempo casi que me vestía con una camiseta verde, unos pantalones y una chaqueta negra. Ordené toda la ropa de la habitación con el encantamiento Bauleo y salí corriendo escaleras abajo, me despedí de mis padres y mientras salía por el jardín escuché a mi padre gritar que volviese para la hora de cenar a lo que le aseguré que haría. Fui al garaje a por mi escoba pues aunque él vivía a solo dos portales, la casa del árbol estaba en un gran roble en el bosque a las afueras de la ciudad. Surqué el cielo montada en mi Nimbus 2000 con el sol apretando con fuerza su calor. Un poco antes del mediodía alcance el árbol, donde en las raíces se encontraba la escoba de Cedric; aterricé al lado de ésta y vi como apoyado en el roble se encontraba el chico de pelo castaño.

-¿Hoy vienes de Slytherin o es que te vas a cambiar de casa?- me dijo con una amable sonrisa.

-Discúlpeme si no le gusta mi conjunto señor buscador de Quidditch- le contesté riéndome.

Subimos a la Casa del Árbol y me contó como fue su viaje por España, su lugar favorito había sido Andalucía y me dijo que si tuviera que elegir el sitio más encantador de aquel país sería sin lugar a dudas aquella tierra. Yo le conté como fueron mis vacaciones en Holanda y como había podido conocer de cerca a los dragones de aquel lugar. Fue pasando el tiempo y el hambre nos recordó que debíamos comer, Cedric había traído el almuerzo pero con las prisas a mí se me había olvidado prepararlo así que al darse cuenta medio la mitad de su bocadillo.

Cedric te salvaré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora