Capítulo 4

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A veces, Jay se preguntaba si Daniel había agraciado su vida para salvarlo o como castigo celestial.

Su corazón se agitaba en el pecho de la forma más dolorosa cada vez que estaba en presencia de Daniel. Se sentía como si el peso de la atención del mas joven pudiese aplastarlo sin ningun esfuerzo. Se sintió como una mariposa indefensa atrapada entre los dedos de un niño inocente. Aun así, Jay no miro en sentido opuesto. No se perdería ni un segundo de aquellos delgados dedos peinando su cabello negro de la parte posterior, una inconsciente mordida de esos exquisitos labios ante un problema de matemáticas particularmente difícil, la voz de un ángel diciendo su nombre.

En las reuniones de negocios, Jay se encontró repitiendo los recuerdos de los pequeños gestos de Daniel como una cinta rota. Era la única forma en que podía sentarse allí llevando un traje a medida que todavía se sentía mal-ajustado, tomando decisiones para las que seguramente no estaba calificado. Se encogió bajo la mirada de los hombres mayores en la mesa, sus miradas parecían como si pudieran destrozarlo vivo.

Oh, ellos estarían revolcándose en sus tumbas si supieran...

Jay respiro profundamente. Dentro. Fuera. Comenzó una cuenta regresiva.

Cinco- Daniel tenía los hoyuelos más bonitos cuando sonreía, y Jay hizo todo lo posible para hacerlo sonreír.

Cuatro- Era tan inocentemente casual con sus toques, la forma en que a menudo pasaba su brazo alrededor de Jay sin pensarlo dos veces.

Tres- Jay había dejado de ordenar tanta comida para llevar porque había notado que Daniel parecía estar obsesionado con su cocina, y él no era más que feliz sirviendo.

Dos- Le daba una increíble cantidad de alegría saber que cada pieza de ropa en el armario de Daniel fue elegida por él.

Uno-

Él sobrevivió otro día

Daniel era especial en la forma en que hacía sentir normal a Jay.
Nunca se sintió como si actuara de forma diferente debido a la riqueza de Jay. Sus sonrisas no eran de plástico y falsas como las que Jay estaba acostumbrado. Nunca trató de aprovecharse de conocer a alguien como Jay, aunque a veces el rubio sólo quería mimarlo.

Daniel era Daniel, y por alguna inexplicable, maravillosa e impresionante razón, quería pasar tiempo con Jay.

Lo irónico es que Jay siempre quiso tener un amigo con quien pasar el rato desde que era joven.
Había pasado innumerables deseos de cumpleaños como un niño deseando tal cosa. Desgraciadamente, cuando el deseo fue finalmente concedido, ya era un adulto.

Y Jay podía fingir delante de Daniel, podía hacer de amigo alegre y cariñoso, pero no podía engañarse a sí mismo.

Una pequeña parte de Jay pensó (¿esperó?) que Daniel se burlaba de él a propósito, sus acciones volviendo loco al rubio. Con una sonrisa alegre, le daría a Jay los abrazos más largos y cariñosos. Y Dios, la forma en que masajeaba la nuca de Jay cuando veían una película juntos; Jay merecía una medalla por no darse la vuelta y agarrar al joven por el cuello de su camisa y tirar de él para darle un beso que seguramente lo arruinaría todo.

Siempre se las arregló para mantenerse unido cuando Daniel estaba allí. A su lado, Jay era hiperconsciente del presente.

Las fantasías, ahora esas solo venían cuando se le dejaba solo.

~•~•~•~

Jay dejó escapar un suspiro de satisfacción al sentir el agua caliente hirviendo correr sobre su cuerpo desnudo. Dejó que el constante rocío ahogara los pensamientos que siempre giraban alrededor de su cabeza.

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