"¿¡Vendiste el auto!?" exclamó Trevor.
"¡Vendí el auto!" confirmó Fred.
"¿Tenías un auto?" preguntó Giovanna.
"¡Es increíble! ¿Cómo lo vendiste tan rápido?" preguntó Trevor.
"Cuando tienes un Cadillac siempre hay una fila de gente para comprarlo." presumió Fred. "Pero hablando en serio, quería disculparme por como me porté hoy, y antes de eso, y antes de eso... Básicamente me estoy disculpando por los últimos dos meses, ¿okay? Tienes razón, ya no tengo quince años, tengo que crecer. Voy a conseguir un trabajo, voy a cumplir mis promesas y vas a estar orgulloso de mí."
Trevor sonrió.
"Yo me porté como un niño también." admitió Trevor. "Lo siento mucho, espero que puedas perdonarme. No pensaba con claridad."
Ambos se abrieron de brazos y se abrazaron con emoción. Giovanna observaba incómoda la escena.
"Suficiente. Vamos, a trabajar." sentenció, dando vuelta el cartel de la puerta de Cerrado a Abierto.
* * *
Pasaron dos horas y El Café Cafetero rebosaba de clientes. Casi todas las mesas estaban ocupadas. El lugar era conocido por ser caliente en invierno y tener deliciosas y baratas variedades de café. En sus mejores días, era como una olla humeante de bufandas, abrigos, guantes y otras ropas de invierno. Este era uno de esos días.
Giovanna y Trevor estaban trabajando a más no poder. Ella estaba en la caja de la barra tomando las órdenes y él estaba en la cocina haciéndolas. Más que una cafetería, el lugar funcionaba más como un McDonald's, pensaba Fred, sentado en la barra cerca de Giovanna y la fila de clientes. Los tres habían estado conversando con calma y hasta bromeando juntos hasta que Trevor tuvo que meterse a la cocina cuando la masa de clientes sedientos de café llegó y se acabó la diversión. Al menos para Trevor y Giovanna, pues Fred estaba pasándola genial viéndolos trabajar.
"Disculpa, ¿quería azúcar o Stevia?" gritó Giovanna a un hombre del otro lado de la cafetería. Con el constante murmullo y ruido, obviamente no fue escuchada. La mujer parada frente a ella se veía enojada. Estaba esperando ser atendida. Los movimientos de Giovanna se volvían más torpes y nerviosos.
Trevor apareció cargando una bandeja con dos lattes, cuatro capuchinos y un café negro. Ahora ella tenía que llamar el número de cada orden.
"¿Vas a atenderme o no?" preguntó la mujer de la fila.
"¡Un segundo!" imploró Giovanna, levantando uno de los papeles con los números. "¿Treinta y dos?" gritó, intentando mirar sobre los hombros de la gente para ver quién había pedido el treinta y dos. Nadie se acercó, y no podía ver nada. "Mierda." murmuró. En ese momento notó la risa burlona de Fred. "¿Y tú de qué te ríes, tarado?"
"Vamos, eres horrible en este trabajo." dijo él entre risas.
"Sí, lo es." comentó la mujer de la fila, chocando los cinco con Fred.
"¿¡Pueden dejar de joder los dos!?" exclamó con rabia Giovanna. "¡Ay Dios, lo siento tanto!" agregó enseguida a la ciente, quien solo suspiró y la miró con molestia. Giovanna se enfocó en Fred de nuevo. "Al menos tengo un trabajo, vago de mierda. Se puede saber por qué sigues aquí? ¡Treinta y tres!" gritó de nuevo, intentando ver quién venía a su llamado.
"Solo disfruto mi reconciliación con mi amigo." dijo Fred. "Y trabajo muy duro para encontrar trabajo, ¿okay? Déjame darme un descanso."
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Entrelazados
Mystery / Thriller¿Qué te hace humano? Más allá de tu cuerpo, hay características inherentes a nosotros que nadie puede escapar. Nadie puede escapar del bien, ni nadie puede escapar del mal. ¿Y qué somos nosotros? "La línea que separa el bien del mal corta el corazó...