1. Mi vida a los 5 años

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Hola, mi nombre es Julen Camarena y tengo una depresión grave. Todos mis amigos no saben nada de mí, miento muy bien; y cada día me hago más daño a mí mismo. Actualmente tengo 17 años pero, si hablamos de dolor, me puedo ir a tiempos muy lejanos, tiempos de crisis económica, social y familiar donde nadie piensa en los demás y solo piensan en ellos mismos. Donde está prohibido decir culo o tetas. 

Me remonto a 2008, empezamos la crisis económica española. Yo soy un niño de 5 años, mi madre se llama Isabel y mi padre Hugo. Llevan casados 4 años. Mi madre tiene 30 años y mi padre 38. Ella es auxiliar de enfermería sin títulos de idiomas pero trabajando y mi padre es un voluntario el cual lleva señores mayores a una residencia. Yo soy un niño de 5 años con pocos amigos, durmiendo con mis padres y con pañales pero este año algo malo va a pasar. 

Un 13 de junio nos llama mi abuelo, yo estaba ilusionado porque me encanta hablar con él. Soy el primero en contestar al teléfono.

-Hola abuelo, ¿qué tal estáis? -pregunto con tono de niño bueno- ¿qué tal el día?

- Hola Julen -me dijo mi abuelo- estamos bien, tu tío, tu tía y yo.

-Abuelo no me has dicho dónde está la abuela ¿Está comprando? -le pregunto con tono un poco vacilante como el que tienen los niño-.

-Claro, la abuela ha ido a comprar naranjas al mercado, tú tranquilo -me dijo con voz triste- ¿puedes llamar a tu padre? Quiero hablar con él.

-Claro abuelo, ahora lo llamo.

Dejé el teléfono en el suelo y me aproximé a mi padre dando brincos como siempre.

-Hola papi -le doy dos besos- está el abuelo en el teléfono y dice que te pongas.

-Hola Julen -me da dos besos- claro, ahora voy.

Mi padre sale de la sala de estar y se va al comedor y yo me quedo con mi madre hablando de libros y de juegos. 

-Quiero llamar a mi primo que ya no viene nunca -le digo al instante- parece que ya no quiera hablar conmigo y me pongo triste.

-Julen, mi bonito hijo, claro que lo podemos invitar a pasar una semana, pero no os peleéis por la litera.

-Mientras yo duerma arriba no habrá problemas -le digo con tono molesto- me encanta poder volver a verlo.

De repente se escucha un grito de dolor en el comedor, donde estaba mi padre. Mi madre me dijo que me quedara en el cuarto y así lo hice y ella se fue al comedor. Después de 20 minutos volvieron a por mí. Estaban llorando pero querían disimular.

-¿Qué os pasa papis? ¿Os han hecho daño? -pregunto preocupado-.

-No pasa nada hijo, solo ha sido que tu padre se ha hecho daño -después de 2 minutos abrazados me dice mi madre-. Mañana nos tendremos que ir a un asunto y tú te quedarás con tu abuela y tu bisabuela que te quieren ver.

-Genial, podré jugar con la bisabuela y comer los macarrones de la abuela -digo mientras me lamo la boca por visionar los macarrones frente a mí- no os voy a dejar ni dos trocitos de carne -digo mientras me voy a mi cuarto para hacerme la bolsa de natación.

Mientras voy a mi cuarto me giro y le doy un beso al aire a mis padres a los que ellos me contestan con una risa un poco fingida.

Al día siguiente me levanté en mi cama y con mi abuela al lado y me asusté pero después vi que era mi abuela que había venido a llevarme a su casa.

-Abuela, qué susto me has dado, ¿qué haces aquí? -pregunto porque no me acuerdo de la conversación de ayer-.

-He venido a llevarte a mi casa así que coge las bolsas de deberes y natación y nos vamos con la bisabuela.

Una vida de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora