Una aventurera al fin encontró un mapa viejo que estaba en el trastero de su cabaña.
-¡Al fin! ¿Dónde estabas maldito trozo de papel? Me has hecho estar noches en vela buscándote. Vamos, nos espera un largo viaje, quizás corto si no llegamos más allá de las montañas de Nyfree.
Anda... ahora le estoy hablando al papel, supongo que es mejor que hablarle al espejo.
-Su nombre es Kate, una joven de tez blanca del pueblo de Rains. Su cabello castaño está recogido en una desaliñada coleta y unas viejas gafas de aviador son hábilmente puestas sobre su frente. Con el mapa en la mochila y un repaso de la casa que no vera en mucho tiempo se dispone por fin a salir, pero justo cuando iba a abrir la puerta un sonido estrepitoso se escuchó en su librería y uno de sus libros salió volando hacia ella.
- Ups...espera... ¿El atlas de Waterland?
Por todas las montañas dragón, casi me lo dejo ¿Quién anda ahí?
-Se acercó a la estantería casi vacía y busco en los libros caídos hasta no encontrar nada.
-Perdone, señorita Kate de Nyfree. Creo que el rey la ha esperado suficiente.
-Voy, voy. Solo tengo que--Señorita, llegaremos tarde y el camino no es seguro. No creo tampoco que su destreza nos sirva de mucho en la batalla.
-Eh... Puede que sea torpe, pero no creo manejar la espada tan mal, aun así... También están las palabras para ello señor... uh... ¿Roxy?
-Le pido, por favor, que deje de hacer lo que hace y venga antes de que el rey la use para inventar una montura especial para las criaturas que él cree que existen.
-Está bien... Si los Senoral me roban los libros es vuestra culpa... eh... ¿cuál era tu nombre otra vez?
-Rox...
-Esta vez no me olvido. ¡Vamos a vivir una aventura con el rey de los inventos! ¿No estás nervioso?
-Señorita... ¿Hablamos en el caballo? -Claro, claro...
Kate salió de su casa, dejando a los rápidos y casi invisibles devoradores de libros en ella. Cogió su blanco caballo y sarcásticamente le hizo una reverencia a Rox, quien la guiaba hacia el globo del rey. Era un chico mucho más joven que Kate, mucho más educado y enseñado al ser el sirviente del rey. Era un albino con ropajes azules muy elegantes que parecía haber perdido la inmadurez y las fantasías de un niño.
-Vamos a ver al rey en persona, Vamos a descubrir nuevas especies. Vamos a ver los inventos increíbles. Y... ¡quizás descubramos un nuevo mundo!
-Shhh, señorita si sigue así atraerá a los bandidos y asustara esas tan deseadas nuevas especies suyas.
-Oh, vamos. ¿No está emocionado?
-No, no lo estoy. He visto fracasar al rey. Además, ha escogido a una señorita muy habladora para su expedición. ¿Qué es lo que esconde para que haya visto algo en usted?
-Solo me envió una carta diciendo que quería que formara parte de sus aventuras. Tampoco se realmente como me ha visto, ni que ha visto. Ni siquiera lo conozco.
-Eso es... propio del rey. Aunque debo preguntar, ¿alguna vez has estado en contacto con entes sobrenaturales?
-Pues... solo he leído sobre ellos. Los lobos parecen hermosos en sus fotos, aunque supongo que no iremos al bosque incendiado.
-No, sabe que ir allí es un suicidio. La temperatura cambia constantemente y-
Rox no se dio cuenta de que Kate lo había agarrado tapándole la boca y saltando del caballo yendo detrás de unos matorrales. Dejaron a los caballos corriendo sin jinete y Rox no reaccionó hasta que la hierba mojada lo rozo en vano, pues la mano seguía encima de su boca. Al cabo de un rato una persona sospechosa apareció caminando por el mismo camino.
-Los caballos han pasado por aquí... ya deben estar muy lejos. Pobres animales, quedan pocos caballos aquí para que unos niños los domen... ¡Callaos!, No voy a hacerles daño, yo también soy un niño... ¡No haré eso!
-El joven tenía una especie de diálogo consigo mismo. Rox y Kate no sabían que pensar, pero si se iban lentamente sin hacer ruido alejándose del chico loco... En el pueblo probablemente lo llamarían sombra perturbada, Kate había leído sobre ellas y se suponía que eran neblinas negras que se expandían e iban consumiendo a las personas hasta el punto en convertirlas en frágil magia oscura, nada que ver con ese chico de cabello negro y mirada perdida. Mientras se alejaban una frase quedó en la mente de Kate. "¡Dejadme elegir, puedo controlarme!"
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Las historias de una cuarentena
Fantasylas pequeñas historias que una cuarentena me ha dejado pensar. Lo siento por las faltas de ortografia