Helena estaba en su punto más alto, una familia unida y afectiva, una profesión que destilaba reconocimiento, en fin, se encontraba nadando en aguas tranquilas y placenteras. El amor aún no había entrado a su vida, y no era porque no le interesaba, simplemente no estaba preparada para amar sin miedo, no sabía como hacerlo.
Bordeaba ya los 40 años, una edad para muchos que asusta, sin embargo a ella le asentaban más que bien. Pensaba y conversaba pausado, sin prisas ni atajos, sus hijos y amores le habían enseñado el arte de esperar y perfeccionar su modo de actuar.
Sus días se limitaban a amar la vida, soñaba con cumplir sus anhelos, palpaba la silueta de las piedras rocosas, saboreaba el sabor del café, el olor de la albahaca, el color de las hojas, escuchaba la melodía indistinta, que la llevase en primera fila a ese concierto, a ese show. Amaba la aventura y lo natural. Todo en ella se estaba completando, pero le hacía falta algo, conocer el compañero de sus días.
Dante y Luciano habían estado detrás de Helena por mucho tiempo, y aunque cada uno había hecho su parte, Helena sabía que no eran los indicados.
Dante muy complaciente, masculino, divertido, adinerado, elegante y atractivo, pero mujeriego; y eso era algo que a Helena la despertaba del cuento de hadas, no creía en las promesas frecuentes de Dante de dejar esa vida con tan solo una oportunidad. La amistad de años, le había demostrado a Helena que Dante no era para dedicarse a una sola mujer, era como un león que demostraba su virilidad teniendo más de una.
Luciano, oh Luciano...que pecaito de hombre, todo lo contrario a Dante; muy sensible, amoroso, sincero, romántico, atento, comedido, infallable, trabajador, caballero, protector, uff, enumerar las cualidades de Luciano sería casi interminable. Por 7 años insistiendo y no pensaba dejar de hacerlo hasta formalizar una relación seria con Helena. En sus ratos de descuido Helena caía en sus brazos, pero al poco rato reaccionaba y le hacía entender a Luciano y de forma directa que ella no era la indicada para él. Aunque Luciano era el hombre perfecto no existía la conexión que la llevara a navegar por lo incierto.
En el pasado Helena había amado con locura, la fiebre del amor le había provocado tener 3 hijos, que eran su centro, su galaxia, su universo y se aferraba a la vida por ellos. Aferraba?, si, Helena luchaba día a día con un cáncer que quería arrebatarle algo que disfrutaba a sorbos, la vida.
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Mi pequeña amante
RomanceHelena era socialmente abierta para expresar sus ideas, creía firmente que la belleza del alma pesaba mas que la exterior, pero eso no la apartaba de ser una mujer sutilmente bella y natural, pero con corazón de hierro. Fabio llegó a su vida inespe...