Ariel

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El ruido de una excavadora la despertó, al moverse y ver la hora, hizo caer sin querer el libro al piso, al levantarlo se percató que sus hojas estaban llenas, lo ojeó rápidamente y era una letra escrita con gráficos finos y de tinta, en ella se apreciaba el nombre de Helena y de Fabio.

Le resultó paranormal que la noche anterior solo eran hojas blancas, sin embargo esto no la detuvo a pensárselo de mas, la curiosidad se apoderó de ella en ese momento y dejó en segundo plano las explicaciones.

20 de Abril

...Una presencia me visitó anoche, telepáticamente me dijo que se llama Ariel, protector enviado por mis antepasados.

Yo: Que haces aquí? y por qué te me presentas de esa forma?, ni siquiera puedo verte, solo veo como se mueve tu sombra en la obscuridad.

Ariel: Desde tiempos remotos soy el encargado de cuidaros.

Yo: No soy la única a quien te has presentado?.

Ariel: Solo cuando se permiten verme. Tú eres de las muy pocas que puedes hacerlo.

-Has sentido otra presencia?

Yo: si. Cómo lo sabes?. Llegue a pensar que eran alucinaciones, pero son tan reales.

Ariel: Debes tener cuidado, si me enviaron es porq algo no está bien de este lado, por ahora no te puedo decir más. Solo sé que me enviaron sin tanta información.

Yo: Esto es difícil de creer, debo estar en un sueño, donde están mis hijos, ellos están bien?...

Carla: Helena despierta, Helena, Helena

-Estas helada, como te quedaste dormida en el piso. Y este libro?

-Ya decía, esa bruja solo nos vió la cara, no tiene nada escrito este libro, lo voy a botar

Helena: no. Dámelo por favor

Carla: Pero no tiene nada.

Helena: Ayúdame a levantar, pero antes que nada ni se te ocurra tocar el libro.

Carla, ok, aquí está mi señora

Helena: Me ayudas con una taza de café, después te cuento

Claro: A su orden.

Durante el café Helena no dijo nada, temía contarle a Carla lo que había leído en ese libro, ya que sus letras habían desaparecido. Carla esperaba ansiosa que le contara que había pasado anoche, pero Helena solo miraba un punto fijo del café.

Carla: Bueno, te dejo, debo irme

-Cuando estés más decidida me cuentas.

Apenas cerró la puerta Carla, Helena, se levantó, corrió a su dormitorio, se hizo una cola y se sentó en la cama a leer el diario.

Le resultaba raro que solo ella podía leer ese diario.

De repente vino a su mente recuerdos de momentos que vivió en otra ciudad, con otra gente, pero no eran claros, jamás los había recordado hasta ese momento. Una nube de memoria la llevó a un lugar distinto del actual, trajo consigo el episodio de estar en un departamento muy elegante y adelantado para la época actual. Comienza a sentir como su garganta le pesa, como su cuerpo deambula en ese piso, como buscando algo. (Helena ya no está en su cuerpo, ahora se encuentra en ese piso), se ve rodeada de oficinistas queriendo buscar el mejor lugar para poner su equipo de trabajo, no entiende que hace así, ni que hacen esas personas en su departamento, porque eso lo tiene claro, ese piso era suyo. De repente le llama la atención un velador, alguien le dice, eso se va a botar, no se qué hace aquí, si quieres te lo puedes llevar.
Helena abre el cajón y ve las cartas, las toma y sale corriendo, se dirige al elevador con mucho miedo dentro de si, no quería perder las memorias del amor que se tuvieron con Fabio.

Helena: Fabio? Fabio? Por qué lo nombro en este momento.

Helena despierta de ese transe, más confundida que nunca. Se pregunta una y otra vez si acaso se trasladó a una doble dimensión, o será que está perdiendo la razón. No puede creer que Ariel exista. Se encuentra muy perdida.

Mi pequeña amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora