𝐼𝐼𝐼

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La canción terminó y del mismo modo nuestro baile, pero aún así no quisimos separarnos. Ambos veíamos nuestro reflejo en los ojos del otro, nuestros pechos subían y bajaban a compás, nuestras respiraciones se mezclaban. Aunque no había sido una canción rápida o movida, habíamos puesto la poca energía que nos quedaba en él.

Seguimos en la misma posición, esperando a que la canción siguiente comenzará, pero el sonido que llegó a nuestros oídos no fue música, si no sonidos de arma de fuego, metal golpeándose, seguramente estaban peleando con espadas y el sonido de objetos cayendo que al tocar el suelo de mármol del salón, se rompían en mil pedazos, como el reino al enterarse de la muerte de mi hermano.

Alejandro me miró fijamente por unos segundos, se veía la preocupación en su rostro. Intenté que el mío no tuviera la misma expresión. De un momento a otro, yo ya estaba dentro de una habitación secreta. Una habitación que yo no conocía, muy diferente a Alejandro.

Ni siquiera logré ver donde se encontraba esa entrada secreta para alguna próxima vez. Aún dentro de la minúscula habitación se podía escuchar todo lo que sucedía fuera de esta. Escuché de todo, tanto los pasos de alguien, seguramente Alejandro, hasta personas subiendo las elegantes escaleras del castillo, algo que me alarmó. Pero sin dudarlo el que más me preocupó fue cuando escuché que varias personas entraban a mi habitación, rezaba porque fueran guardias y no enemigos.

Presté más atención a los sonidos que se oían a través de la madera de la compuerta. El sonido del metal chocando me hacía entrar cada vez más en preocupación. De repente ya no se oía nada, podía escuchar hasta mis propios pensamientos.

—Dejémoslo, ya tenemos a la princesa. — soltó una voz no conocida.

Se cerró la puerta de mi habitación, pasaron unos cuantos segundos y la compuerta fue abierta, dejando ver un rostro familiar pero demasiado herido.

— ¡Alejandro!— lo abracé suavemente para no lastimarlo aún más.

Le tomé la mano y lo senté en la cama estaba malherido. Corriendo me dirigí al baño buscando el botiquín para emergencias. Le curé las heridas y esperamos a que un soldado llegara para avisar que estábamos a salvo.

El soldado llegó y dió su noticia, habían secuestrado a Marielle pensando que era yo, la estaban buscando por todo el reino y reinos cercanos.

Le pedí a Alejandro que se retirara a descansar, pero se negó, quería cuidarme. Después de mucha y mucha súplica se fue, pero con la condición que tres soldados cuidaran mi puerta y que esta estuviera cerrada.

Me recosté en mi cama, mirando el techo, pero poco a poco mis ojos se fueron cerrando hasta llegar a una gran oscuridad. Los volví abrir y ya era de día, se escuchaban estruendosos ruidos que venían de la planta baja. Volví a cerrar mis ojos con la idea de volver a conciliar el sueño, pero tres toques en la puerta me lo negaron.

— Pase— dije y entraron mis tres criadas, pero con la excepción de Marielle en su lugar estaba otra chica, su nombre era Lina, si no me equivoco ella era la criada de Henry. Comenzaron a alistarme, me metieron a la ducha donde me asearon, para después vestirme. Era un vestido azul grisáceo largo a la altura del brazo superior, y en la pierna estaba abierto dejando ver gran parte de ella.

 Era un vestido azul grisáceo largo a la altura del brazo superior, y en la pierna estaba abierto dejando ver gran parte de ella

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2020 ⏰

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