𝐼𝐼

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Sonaron las campanas, indicando el inicio de la fiesta. Tocaron la puerta y yo fui a abrir. Estaba uno de nuestros criados con una bandeja de plata y dentro de esta, una nota.

La tomé y le dije al criado que se fuera. El hizo una corta reverencia y se fue casi corriendo. Leí la carta era de uno de nuestros soldados. Su contenido me sorprendió.
"Su alteza no baje al baile, hay fuerzas enemigas dentro. Las he visto, por su seguridad no baje, mande a una de sus criadas en su lugar. Ella estará protegida no se preocupe. El Príncipe Alejandro ya está enterado, pronto irá a su habitación para protegerla a usted." - Soldado Smith

—Marielle, ven rápido. Vas a ir en mi lugar, rápido agarra uno de mis vestidos y póntelo. Eres la más parecida a mi, necesito que vayas.—

—Lo que usted diga.—

Fue corriendo a mi vestidor y saco un vestido rojo muy antiguo y se lo puso. Le di unos tacones y le puse una máscara que tenía guardada. Para terminar le coloqué mi corona.

—Señorita, ¿la corona es necesaria?— me dijo de forma nerviosa.

—Claro que lo es, antes de que vayas. No te despegues del soldado Smith. Las demás bajen al cuarto secreto. Yo me quedaré aquí, vayan con total naturalidad.—

—Bueno señorita nos vamos—

—Marielle baja primero, las demás esperen—

Marielle dio una reverencia y salió de la habitación con cuidado.

Agarré el papel y la tinta y le hice una nota a Alejandro.
".orepse eT. nóicatibah ut ed nóel ed amrof ne autatse al ne evall anu yah, adarrec áratse nóicatibah al ed atreup al ,oñab le ne ératsE"

Les di la hoja y les dije que se la dieran a Alejandro discretamente. Hicieron una reverencia y salieron.

Como puse en la carta cerré la puerta con llave y fui al baño para quedarme ahí a esperar a Alejandro.

Pasaron dos minutos y medio y escuché como abrieron la puerta de la habitación. Enderecé mi espalda y me tensé, pero al ver a Alejandro entrando al baño me tranquilicé y solté un largo suspiro.

Me volteó a ver y se puso en cuclillas para abrazarme. Nos paramos y lo pude ver mejor, se veía muy guapo, ese traje se le veía muy bien, se notaban sus marcados músculos y su gran espalda.

—Te ves linda— dijo al verme

—Tú te ves muy guapo— respondí.

— Que bueno que estás bien, me preocupé mucho por ti.— me abrazó de nuevo pero ahora por los hombros.

— Estoy bien y estaremos bien— dije aún abrazándolo.

—Vamos a la habitación no es lindo estar en el baño— se separó y me tomó de la mano para ir a la habitación.

Se sentó en la cama y a mi me hizo sentarme en su regazo.

—¿Cómo pudieron entrar al palacio?— dije mientras veía al frente.

—Eso no lo sé, lo único que sé es que ese vestido te queda hermoso y que tienes un cuello muy lindo— dejo un pequeño beso en este, haciéndome estremecer.

—Tienes los labios muy fríos— dije mientras reía.

—¿Por qué no me ayudas a calentarlos?— dijo acercando su rostro al mío.

—Hay fuerzas enemigas dentro del palacio y tú estás como si nada— me paré de su regazo.

—Estoy tranquilo porque estoy con la persona que más amo y yo sé que no pasará nada.— se paro de la cama y me abrazó por atrás.

—Amo tu tranquilidad—.

—Y yo te amo a ti, vamos siéntate en la cama, relájate un poco—

Hice lo que me dijo y me senté en la cama, él se recostó boca abajo y usando mi abdomen como almohada.
Acariciaba su cabello, entrelazándolo con mis dedos, así nos quedamos durante diez minutos, sin que nada pasará.

—Bebé, ve a ponerte tu ropa para dormir. Es obvio que no nos dejarán salir.— Se hizo a un lado para que pudiera pararme.

Me levanté de la cama y fui hasta mi vestidor, tomé mi ropa para dormir, que era un blusón tres dedos arriba de la rodilla y un pantalón corto que no se veía por el blusón.

Salí del vestidor y fui al baño a lavarme los dientes y desmaquillarme.

Cuando volví ya estaba Alejandro solamente con un pantalón de pijama, sentado en la cama leyendo un libro.
—Ven siéntate aquí— dio un leve golpe a la cama indicando donde sentarme.

Me senté donde él me indicó y recargué mi cabeza en su pecho desnudo.

El tiempo pasaba y solamente podía escuchar música que provenía de la primera planta, donde sería la fiesta.
Realmente quería bailar, es una de mis más grandes pasiones.

—¿Quieres bailar, cierto?— me preguntó Alejandro después de dar una beso en mi cabeza.

—Sí, casi no hay bailes, y cuando los hay fuerzas enemigas me impiden bajar.— me crucé de hombros para hacer un tierno puchero.

—Ven bailemos— me tomó la mano para después dar un saltito y salir de la cama.

—Pero, ¿no nos escucharán?— pregunté ya con mis brazos en posición.

—La música tiene un gran volumen, no creo que nos escuchen.— sonrió tiernamente.

Nuestros pies comenzaron moverse al ritmo de la música, nuestros cuerpos eran unos, se mezclaban a la perfección. La música perfecta, nos acompañaba en nuestro viaje de amor.

𝐻𝒶𝓁𝓁 𝒪𝒻 𝐻𝑒𝒾𝓇𝑒𝓈𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora