"Cuarentena" eso es lo que pasaba ahora en Japón, Katsuki estaba muy frustrado desde que el COVID-19 llegó a su país.
Se sentía muy frustrado y hasta preocupado por su familia, por sus padres, por sus abuelos y sus amigos, todo se había vuelto al carajo desde que se vió obligado a permanecer en su departamento sin posibilidad de estar con su familia, pero era mejor así, preferiría dejar de verlos a qué por error pudiera contraer el virus y así transmitírselos.
Pero la ansiedad del alfa empezaba a consumirle, necesitaba aire fresco, salir, quería conducir hacia el trabajo y ahora que no podía, las series de Netflix le empezaban a resultar basura y ya no tenía ganas de estar sentado en el sofá mientras empezaba a esperar que un rayo le partiera la cabeza.
Lo único que tenía como compañía era su arisca pero querida gata de pelaje blanco que llevaba el nombre de "Blanca" en español (Sí Katsuki fue muy creativo con su nombre), a veces se entretenía al jugar con ella pero de esos juegos siempre salía con mínimo un rasguño y algunas mordidas, pero fue gracias a ella que pudo conocer al amor de su vida, a la persona que de inmediato flechó su corazón.
Fue un día en que por la mañana se quedó dormido en el sofá de su living mientras oía las noticias del momento, se despertó abruptamente porque Blanca saltó sobre su estómago casi sacándole el aire.
Al querer regañarla, vió como su mascota salia por el balcón, y ¡Joder! ¡Se le olvidó cerrar la puta puerta que da hacia fuera! Blanca le gustaba caminar sobre los espacios estrechos sobresalientes del edificio y saltar de una ventana a otra, lo peor de todo es que si la gata se caía sería horrible para ambos ya que él por desgracia ¡Vivía en el doceavo piso!
Corrió enfadadisimo hacia ella y la tomó abrazándola antes de que se fuera.
— Si haces eso otra vez, no te daré tus estúpidos sobres de...
Alto, espera... ¿Pero quién es él?
Katsuki quedó hinoptizado por las secuencias de pasos de baile que hacía un adorable chico.
Un chico sumamente atrayente que bailaba en la azotea de un edificio, vestía una sudadera verde, un pasamontaña negro donde ahí sobresalían unos rizados cabellos verdosos, unos jeans negros y tenis, lo que más lo dejó atontado era su sonrisa.
Oh, su sonrisa es bellísima...
Mientras danzaba sonreía y mientras daba vueltas sus ojos se encontraban cerrados por lo estimulante que le resultaba la musica, por su figura delicada y por su belleza podría decir que se trataba de un omega, el más hermoso que ha visto.
No pudo evitar seguir observándolo como un maldito acosador hasta que notó la música parar, y los ojos oscuros del chico posarse en él.
¡JODER QUE ME HA VISTO!
Las mejillas de Katsuki se tornaron rojizas cuando vió al omega sonreír levemente en su dirección.
Y demonios, Katsuki no pudo más con la vergüenza, se metió con rapidez a su departamento mientras sentía su corazón agitarse.
¡SON LOS PUTOS OJOS MAS BELLOS QUE HE VISTO! ¿Eran negros? ¿Verdes...?
Se volteó y apartó levemente su cortina para observarlo de nuevo, el omega se había sentado en el piso y estaba en el celular mientras bebía agua, pero ahora que estaba dentro no podía verlo bien.
Dejó a su gata en el sofá y se puso a buscar rápidamente sus binoculares de cuando iba a campamentos en su adolescencia, en el fondo de su clóset fue donde los encontró, y sin esperar ningún segundo se aproximó nuevamente en las puertas de su balcón, y atravez de los cristales observó mejor al chico, sin duda sus facciones son finas y delicadas.
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Balcony | Katsudeku | One-shot
Short StoryKatsuki está en cuarentena. Aburrido y sin nada que hacer se dedica a observar a un dulce omega danzarín desde su balcón, quedando totalmente flechado por él. ___ Publicado el 16/04/2020