Chica dorada

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Harry

Corre, me seguía repitiendo, tenía que escapar, el frío seguía calando en mis huesos y tener a mi primo-ballena semiconsiente recargado en mi no ayudaba. Sabía lo que me esperaba cuando llegara a casa, el posible juicio en el ministerio era la menor de mis preocupaciones por ahora, el dementor no se daba por vencido, seguía detrás de nosotros, estaba más cerca de casa y pude escuchar el grito de horror de la tía Petunia al ver a su amado retoño "inconsciente" y ser perseguido por una criatura horrible.
El grito alertó a Vernon el cual salió y, oh dios, si estuviera en otra situación su cara de horror hubiera valido varios galeones, pero no, al verme su cara paso por, estoy seguro, casi todos los colores que existen, sabía que estaba enojado y lo que le sigue y sabía que tenía una paliza asegurada.

-Corre! Trae a Dudley a casa- el grito que dio mi tía de alguna manera se sobrepuso sobre el rugido de la sangre en mis oídos, levanté la cabeza, y ahí lo vi, el horror plasmado en su rostro al pensar que podría perder a su hijo, pero en sus ojos estaba el miedo de no solo perder a su hijo.

Vernon parecía una estatua, no se movía y los gritos de Petunia tampoco lo sacaban de ese trance en el que estaba. Hice un último esfuerzo, y logré pasar la cerca dejando a Dudley en el pasto, pero no tuve descanso alguno, sentí el tirón en mi cabello, la gorda cara de Vernon apareció en mi campo de visión y no promete algo bueno, pero el frío regreso, el grito de tía Petunia y la cara blanca de Vernon me confirmó lo que había detrás de mi.
Logré sacarme del agarre de Vernon y busque mi varita y me pare, Vernon al verme de pie reacciono, pero fui más rápido.

-EXPECTO PATRONUS!- grite a todo lo que daba mis pulmones y la luz blanca salió de mi varita con más fuerza que la vez anterior y el venado  salió y aullento al dementor.

Indesiso, con miedo, me di la vuelta y encare a mis familiares, su cara de asombro era de risa, pero no duró, Vernon volvió a agarrarme del cabello y me arrebató la varita, a jalones y gritando varios insultos, me metió a la casa y a penas pude ver el gesto agradecido de mi tía antes que la puerta de la habitación se cerrará de golpe.

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Dolía, todo dolía, después de no sé cuántas horas Vernon porfin se canso de golpearme y me saco de la casa alegando que iba a manchar sus muebles con sangre.
Estaba en el velo de la inconsciencia y podía sentir mi magia tratando de curar los huesos rotos y los cortes que tenia.
-Todo va a estar bien- me repetia- todo lo va estar.
Estarás bien, escuché antes de caer inconciente.

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Siseos, estaba escuchando siseos, al principio pensé que estaba delirando pero cuando escuché palabras decidí abrir los ojos, mi vista estaba borrosa, más de lo normal ya que no traía los lentes, pude distinguir la figura de alguien, una  mujer para ser exactos.

-Tranquilo chico te voy a ayudar- su voz era suave pero firme a la vez, y supe que esa chica tenía más o menos mi edad- tu magia se dreno en casi su totalidad al tratar de curar los cortes.

No entendía, mi magia nunca tuvo esos problemas antes, creo que la chica vio mi confusión porque agrego.

-Los cortes fueron hechos con algún instrumento mágico o tenían algún hechizo- pero que? Instrumentos mágicos? Vernon no los pudo haber conseguido por casualidad- alguien trataba de hacerte un daño permanente, vamos a curarte y estarás como nuevo.

-No..-Trate de escapar de su agarre, no podía curarme completamente, si lo descubre sería mucho peor- sería peor...si descubre... que me curé...

No pude hablar más, mis pulmones quemaban con cada respiración, la chica al parecer comprendió porque se detuvo, al parecer estaba considerando las opciones. Volví a escuchar los siseos y me gire tratando de ver de dónde provenían, pero no sirvió de mucho porque uno, no tenía mis lentes, y dos, mi cerebro aún no conectaba del todo, así que recargue mi cabeza en la cerca, lo más seguro es que está tenga manchas de sangre, aunque no se vean por los rosales que las cubren, de seguro mañana me harán pintarlas por quinta vez en el mes. Sentí el peso inconfundible de mis lentes en mi nariz y el mundo se aclaró un poco.

- Bien, esto haremos- confirme que mi salvadora era una chica de mi edad o puede que más, su capucha no dejaba ver su cara completamente además tenía la cabeza agachada, viendo los cortes de mi abdomen- te curare...- trate de escapar de nuevo, pero fue envano, de nuevo, su agarre no lo permitió- déjame terminar, te curare internamente, dejaré los moretones y los cortes en la superficie y aplicaré un hechizo para que parezca que sanan lentamente, pero no habrá dolor, te parece?

Asentí, eso era mejor, porque no lo había pensado? me habría ahorrado varias golpizas, sentí la magia en mi cuerpo, como lo que no había podido curar mi magia soldaba y se cerraba, de pronto una duda me asalto, respire profundo, los pulmones y la garganta aún me dolían.

- Porque?
-Porque, que?- ella estaba concentrada, aún no podía ver su cara.
- Porque me ayudas?

Pareció pensarlo, se quedó callada por un tiempo, sentí que algo estaba subiendo por mi brazo y se colocaba en mis hombros, solo acaricie con mi mano buena la extensión de la dueña de los siseos anteriores, espera, como se que la serpiente es hembra?

- Eres un mago- ella porfin habló, pero no comprendí, que tenía que ver qué fuera un mago?- la sangre mágica, no importa si es de una criatura, un sangre pura, un mestizo, un nacido de muggle o incluso un scuib, es preciada, contiene uno de los regalos más importantes que madre magia dio a los humanos y criaturas, y es por ello que no importa si un mago blanco o uno negro te dañó, mientras que el daño no sea de tu propia varita, tenemos el deber de ayudarlos en lo que podamos.- Porfin levantó la cabeza, pero lo único que pude ver era su sonrisa- algunos lo hacen por lástima y otros por deber, algunas veces se pueden curar y otras lo mejor que se puede hacer es terminar el sufrimiento de la persona o criatura, suena cruel, pero se tiene que hacer, es lo mejor.

El cansancio se estaba apoderando poco a poco de mi, pero antes, con un rayo de luz de la luna, pude ver su pelo y sus ojos, tan dorados como el oro mismo.

-Quien eres?- ella solo río, si, parecía tonto que hasta ahora se me ocurriera preguntar su nombre.

-Aun no lo puedes saber, pero pronto lo sabras o lo descubrirás- ella se paró, hizo algo con su varita y sentí que algo rodeaba mi muñeca, después se dio la vuelta y se alejo.

-Gracias...- mis ojos se cerraba aún en contra mia- chica dorada.

-De nada, chico esmeralda

Y caí en los brazos de morfeo, no sin antes prometerme que encontraré a esa chica dorada.

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Un capítulo más!!!!!

Tarde un poco ya que la inspiración se cortó, pero aquí está el, oficialmente, primer capítulo

Si encuentran alguna falta de ortografía solo diganlo, tengan en cuenta que está historia se escribe desde un teléfono.

Gracias por leer y hasta el próximo capítulo!

Espera...¿MELLIZOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora