Cuando la nieve empezó a caer ya era muy tarde, ya no había nada que hacer, ya solo podía contemplar aquel cuerpo tendido en la nieve, tenía la piel muy pálida seguramente por la hipotermia, el cabello negro y corto que contrastaba con el entorno y los ojos verdes carentes de vida.Extendí mi mano y lentamente cerré sus ojos, ya no los volvería abrir, me quedé mirando aquel cadáver por bastante tiempo..... Era tan familiar, lo había visto miles de veces pero ahora me parecía irreconocible.
Estaba acostado boca arriba sobre la nieve con los brazos extendidos, en su pose se notaba toda la comodidad del mundo pero lo que más se notaba era su sonrisa relajada y alegre, jamás había visto una mejor sonrisa en ese rostro, toda su expresión te daba a entender que no tenía ninguna prisa, parecía que todo estaba bien.
Sí como no, quería gritarle muchas cosas pero ya sabía que nada serviría no es como si el cadáver fuera a responder, pues claro el muy tonto había muerto y ya no tenía de que preocuparse.
Lo más irritante es que se veía increíble, con esa expresión de paz absoluta se veía demasiado atractivo, era una pena que nadie lo vería así, la nieve ya se estaba acumulando.
Los demás le habían advertido que no saliera con ese clima pero como siempre él no escucho. Ja, si lo pensaba bien incluso le llevo la contraria a todo el mundo en su forma de morir.
—Todos dijeron que el cáncer te mataría...... —sonreí—, pero al final te congelaste.
La nieve tapo por completo el cuerpo.
Me quede un momento más sentado, mire al cielo indeciso.
«¿Y ahora que hago?»
Nadie me respondió. Al final decidí pararme y empezar a caminar lentamente hacia la tormenta.
Mire una última vez atrás, donde enterrado bajo la nieve descansaba mi cadáver.