Cap 01

5.5K 161 0
                                    

A solas, en su habitación, Karla yacía sentada en la silla que daba hacia la ventana, observaba como las gotas de lluvia caían tan lentamente y sintió que la melancolía volvía a ella.

Los últimos días habían rondado por su mente los sucesos que la llevaban a ese estado depresivo. Se preguntaba una y otra vez; cómo pasó, en qué momento y por qué. Esas preguntas no significaban nada ahora, nada significaba mucho en esos momentos.

Se suponía que su novia era su alma gemela, entonces, ¿por qué le había engañado con su primo? 

Otra gota de lluvia se desplazaba por el cristal.

Karla tenía el corazón roto, no, no solo roto, destrozado. La traición de su novia y su primo eran algo que le confundía bastante. En la reuniones familiares y salidas casuales parecían tan distantes, sin ninguna conexión o tipo de relación. 

Suspiró.

Había sido estúpida, muy estúpida.

En su mano, estaba su teléfono. Le echó un vistazo, no paraba de vibrar, pero no era "ella" quien le mandaba incesantes mensajes, era Octavio; su mejor amigo. En sus cortos textos con mala ortografía, decía en resumidas cuentas que saliera con él esta noche a "La Luna Negra"; un bar gay. Había un buen ambiente y se ponía divertido en ocasiones.

Se pusó de pie y tomó la chaqueta de cuero de su guardaropa, quizás no era tan mala idea salir un rato.

∆∆∆

La noche ya estaba en su punto más alto. Se respiraba un ambiente húmedo, acababa de llover y aún había gente en la calle. Sabía que se estaba acercando al bar. Solo faltaba una calle y estaría en su destino, esperó el alto, inmediatamente que el semáforo se pusó en rojo ella cruzó la calle. 

Luego, sonó un carro frenando a toda prisa, a unos centímetros de Karla. Horrorizada miró al conductor, pero no pudo divisar bien quién era, solo sabía que se trataba de una mujer, con cabello rubio, probable rondaba los 30 años. La mujer, gritó una disculpa, pero Karla ya se estaba alejando con el corazón a mil por hora. No quería saber nada de ella, solo quería llegar pronto al bar antes de arrepentirse de haber venido.

Entró a toda prisa a una puerta con flujo de gente constante. Le había enviado un texto a Octavio informándole que ya estaba ahí. Para no parecer una perdida se fue directo a la barra y pidió una cerveza.

Se sentía tan fuera de lugar, sentía que estaba traicionado a su ex-novia aunque ya no estuvieran juntas la sensación se sentía así, tan incorrecta. Dejó la cerveza ahí, abandonó el local. No era buena idea encontrar a Octavio, sabía que la persuadiría de quedarse y probablemente de ligar con una extraña. 

Caminó unas cuadras al Este y llegó a un pequeño café; "El Expreso Azul", ya había visitado la cafetería de día, nunca de noche. Al pasar las puertas se respiraba el aroma a café y no había gente, quizás ya era hora de cerrar. Se acercó al mostrador, pero no había nadie ahí. Cerca, escuchó unas voces discutiendo y luego una chica salió  de lo que parecía ser la bodega, no reparó en ella hasta que Karla se aclaró la garganta.

—¿Qué desea?— murmuró molesta la empleada.

—Un Americano, por favor.

La empleada comenzó a preparar la máquina y luego molió el café, al final, virtió agua hirviendo en el vaso de plástico y se lo extendió a Karla.

Karla se dirigió a al sitio más alejado de la barra, la empleada le causaba incomodidad.

—¿Eras la del cruce peatonal?— escuchó a un lado. A unas mesas una mujer rubia le estaba mirando con intensidad, la sorpresa y la vergüenza estaba presente en su rostro.

Karla asintió, sintiendo la molestia volver.

—Lo siento mucho, ¿estás bien?— cuestionó nuevamente la extraña.

—Lo estoy— dijo mordaz.

—Para disculparme, ¿te podría invitar un café?

Karla pensó un segundo, la noche no estaba yendo como creyó y pronto se iría a casa, qué más daba que le invitarán un café.

—Puedes pagar el que ya he pedido— dijo resignada.

La conversación ya había terminado, pero la desconocida se paró de su mesa y fue directo a la de Karla.

—Hola— saludó sonriente, pero Karla no le devolvió el saludo, ¿qué pretendía esa mujer? —. Escucha, se que estás molesta y ya te he invitado un café, pero estás muy sola, ¿podría acompañarte?

Karla lo pensó de nuevo, ahora, no le quedaba más que aceptar, no quería ser grosera. Ella asintió.

—Genial, así que… ¿cómo va tu noche?

—No ha sido buena— Karla la miró molesta.

—Se que casi te atropello, pero vamos, debe haber algo más, ni siquiera te detuviste a gritarme una grosería o golpear mi auto.

Karla suspiró. ¿Confiarle a una extraña su mal de amores podría ser la respuesta a esta noche tan extraña? Quizás.

—Mi novia me engañó.

La extraña se quedó muda. ¿Qué se supone que debía decir? Se arrepintió de haber preguntado, pero era su trabajo hacer conversación con sus clientes en su trabajo y había utilizado sus habilidades para sacarle una verdad a la chica que yacía frente a ella. Sentía pena y lástima, parecía una buena persona. Eligió tomarlo con humor.

—Bueno, dime cuál es tu signo zodiacal.

Karla le miró con desconcierto, ¿a caso ella creía en esas cosas?

—Acuario— entonces, la extraña cerró los ojos y extendió sus palmas a los lados, fingió meditar.

—¡Lo tengo!— gritó —, las estrellas dicen que a Acuario le depara que habrá nuevas ilusiones con alguien del pasado que volverá a remover emociones, es momento para que Acuario vaya a la conquista. Hoy será un día complicado en la salud de Acuario, un baño relajante y el descanso serán claves para reponer fuerzas.

Karla rió un poco y luego bebió un sorbo de su café.

—Eso es pura charlatanería.

—¡Oye! No te quejes, es el horóscopo de hoy para ti, te deparan buenas cosas…

—Basta— dijo ella.

De pronto, las puertas del local se abrieron y un señor pasó.

—Supongo que tengo que irme— dijo Karla.

—Pero ni siquiera he pagado tu café, aguarda.

—No hace falta, me voy. Que tengas una linda noche...

—Verónica— terminó la extraña, develando su nombre.

Verónica miró como su única compañía de la noche se iba y Karla se sumió en la noche, con una sonrisa. De pronto, su teléfono vibró. Era Octavio.

Tied FeelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora