Sensaciones, hormonas e inseguridades.

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—¡Descansar finalmente! —exclamó Naruto, dejándose caer de espalda al suelo.

Ellos, el equipo 7, ya habían realizado juntos tantas misiones que estaban acostumbrados a andar por varios días sin bañarse, comer poco, dormir en el pasto. Con el tiempo habían llegado a disfrutar de todo aquello. Se sentían, a tan temprana edad, uno solo con la naturaleza. El suelo verde, que muchas veces les había incomodado, al pasar las misiones cada vez les resultaba más suave. El agua del río, que al principio creyeron sucia y fría, luego se convirtió en una bendición poder encontrar un lugar cercano a ella para dormir. Los arboles grandes pasaron de ser recipientes llenos de insectos a los mejores refugios contra las noches tormentosas y los fuertes vientos.

En esa ocasión en particular llevaban ya varias semanas persiguiendo a unos ladrones que la hokage les encomendó buscar. Eran una banda de ninjas renegados que iban de aldea en aldea, saqueando en la noche. Decidieron parar allí porque tenían el dato extraoficial de que la próxima víctima sería una aldea cercana a ese bosque y, según cálculos mentales de Kakashi, ellos llegarían en la tarde del otro día. Iban a permanecer allí hasta la mañana siguiente y luego irían rumbo a la aldea. Ya era tarde y estaban cansados de tanto andar.

Comieron unos peces que Naruto "pescó" de una manera muy rústica, se refrescaron en el río y prepararon sus colchas. Sin embargo, el calor era insoportable. Naruto se deshizo de la suya media hora después de meterse en ella, y Kakashi ni siquiera se molestó en inflar la propia. Sasuke hizo lo mismo que Naruto quince minutos después en vez de media hora.

La única loca que no había sido capaz de deshacerse de la propia fue Sakura. La muchacha estaba acostumbrada a lo rústico, a la naturaleza y a toda la bobada... pero seguía siendo una señorita. Justamente a la muchacha la había visitado, un par de días antes, la señora más molesta para cualquier kunoichi: La menstruación. Lo único que pudo hacer fue tomar algunas pastillas para el dolor, pero la sangre pegajosa estaba allí a pesar de las compresas que se había puesto. Tuvo mucho cuidado de que nadie la viera cuando se cambió, y dormir con dos chicos y un hombre tan cerca era todo un riesgo. El miedo de que se manchara, que manchara el césped mismo o lo más temible, que un insecto se le metiera ahí adentro simplemente la aterrorizaba.

Lamentablemente para Sakura el calor no hacía excepciones ni por género ni por edad. Estaba ahí para atormentarlos a todos por igual, y 35 grados de calor simplemente no estaban acorde a la colcha rosada y esponjosa en la que se había metido.

Sudor, mucho sudor.

A Sakura simplemente le picaba todo. T-O-D-O.

El pelo, ese corto pero tan sedoso que ella cuidaba tanto, ahora era un menjunje pegajoso y mojado, que se le pegoteaba en el cuello, en la nariz, en los ojos, en todos putos lados. Le picaba la espalda, las piernas... y también ahí. La nuca le ardía, de más aclararlo. No quería ni imaginar el aroma tan divino que estaría expulsando por sus suaves axilas.

Incómoda, muy incómoda.

Le dolía todo. No por cólicos menstruales, sino porque daba vueltas sobre sí misma a cada rato buscando la mejor postura, una donde no tuviera calor. Sacaba una pierna por aquella repentinamente más apretada colcha de porquería, y luego sacaba la otra, pero no tenía mucho lugar para moverse. Sentía que la espalda ya estaba mojada contra la tela, contra su vestido, y era una reverenda porquería.

Demasiado mal humor.

Empezaba a perder la paciencia. Empezó a insultar en su mente al clima, al sol —aunque era de noche—, a la estación de verano, a la colcha y hasta al que la fabricó tan caliente y apretada. Maldijo a los ladrones que tenían que seguir, a Naruto —sólo porque sí— y a todo el mundo. Abrió los ojos, suspiró tratando de no hacer ruido. Viró la cabeza y observó la placidez con la que Kakashi y Naruto dormían, tan calmos y cómodos. ¿Por qué? Claro, porque eran hombres. No tenían vagina y no sufrían lo que ella en esos momentos; nunca lo harían. Los odió.

Sensaciones, hormonas e inseguridades [One Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora