Aromas de una flor

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Hola - (y enviar)

Mi vida estaba a punto de dar un giro de 360° con tan solo a ver enviando esa palabra, un simple hola que todo cambio.
Soy Keyla, era una chica normal,  con una vida normal, pero pronto eso dejo de ser así.

Explorando las sugerencias de a quien seguir en Instagram lo vi a él, él era un chico normal como cualquier otro, pero tenía algo que  hacía que le viera como mi chico ideal. Así que decidí seguirle, y el me siguió de vuelta, algo que no esperaba, así que tenía que pasar a la siguiente fase, hablarle, pasaron días, semanas, y meses, en el cual pensaba en cómo empezar a hablar con él, pero no se me ocurría nada. Hasta que me canse y le envié eso, un hola.

Pasaban los segundos, los minutos incluso horas, y el no contestaba, miles de pensamientos me pasaban por la cabeza, nunca había estado tan nerviosa al haber enviado un mensaje, finalmente a las 21:15 de la noche me contesto con:
Hola, que tal- es ese momento no podía parar de sonreír, mi corazón daba saltos de alegría, empezábamos hablar, cada día que pasaba nuestras conversaciones se volvían más largas, hablábamos de todo, de adonde queremos viajar, nuestras comida favoritas nuestros miedos, nuestros males, y las cosas que nos hacia feliz.
Cada día que pasaba me estaba enamorando aún más de la persona que estaba conociendo.
Un día le dije de conocernos ya que vivíamos en la misma ciudad,  y él aceptó.

Habíamos quedado un 15/04/2020 en una cafetería. Al llegar allí estaba, era igual de guapo que en las fotos, incluso más. Me acerque a él y le salude, a pesar de no habernos visto nunca en la vida real, nos saludamos y hablamos como viejos conocidos. Era tan feliz en ese momento, teníamos una química increíble pensé, asi que decidí decirle lo que sentía por él. Justo cuando le iba a contar mis sentimientos apareció ella, lo siguiente que fue juré que lo vi en cámara lenta, como se acercaba a él y le daba un beso en la boca, yo me quedé aturdida, en shock, no podía articular palabra, sentía como el mundo se me vino abajo. El me dijo que era su novia, Victorius, nunca me olvidaré de ese nombre. Llevábamos meses hablando y nunca me mencionó que tenía novia, y menos que se iban a casar en menos de  2 meses . No podía con toda la información que me soltaba y menos verlos juntos, mi chico ideal resultó ser el chico ideal de otra, el corazón del chico al que más amaba resultó tener dueña ya. No podía más con eso, inventé una excusa para marcharme de allí. Aguante las lagrimas hasta llegar a casa, sentía que el corazón me iba a salir del pecho, de como la rabia y la ira me estaba consumiendo por dentro,  pasé días en casa, no podía creer como me pudo afectar tanto eso, al fin y al cabo, el nunca me sino que me quería, tampoco le pregunté si tenía novia, la culpa no era suya, si no mía por hacerme falsas ilusiones. Pasaron los días y hacía esfuerzo para seguir aparentando normalidad, le seguía hablando, pero las conversaciones ya no eran iguales, hablábamos de muchas cosas, pero yo ya no veía las conversaciones como antes, el me dijo que habían decidido invitarme a la boda, y yo acepté ir.

El día de la boda me dolía mucho todo el cuerpo, sentía que la cabeza me iba a estallar, no podía dormir, pero quería asistir a la boda, a lo mejor ver cómo el amor de mi vida era feliz con otra me haría dejar de amarlo pensé. Recordé a ver leído en internet que la cicuta era muy buen remedio para el dolor y era muy buen calmante, así que me busque una herbolaria y fui a buscarlo. De camino de regreso, vi a Victorius en la puerta de una peluquería, así que decidí saludarla. Me contó que estaba muy nerviosa, que antes se drogaba pero que al conocer Nathaniel dejó de hacerlo, pero que en ese momento lo único que quería era un cigarro de mariguana para calmarse, pero ella no lo haría, no podía fallar a Nathaniel. Yo intenté tranquilizarla y me ofrecí a buscarle algo de beber para que se tranquilizara, le traje un té. Además le dije que tenía algo que podía relajarla, le ofrecí unas gotas de cicuta para los nervios, y se lo echó en el té, hable con ella un rato y me fui.

Llego la hora de la boda, estaban todos los invitados, y alguien me dijo que la novia me estaba llamando, así que fui a verla. Me dijo que los nervios le habían venido de nuevo y si no tenía esas gotas para relajarla un poco los nervios, le dije que si, así que fui al coche a buscarlo. De camino al coche me lo encontré, el amor de mi vida, estaba guapísimo, tan feliz y sonriente, y en ese momento me di cuenta que esa sonrisa y esos ojos nunca serían para  mi, si no para la chica que le robó el corazón. Me dolió pensar que yo no era la causa de su felicidad.

De vuelta con la novia ella estaba bebiendo una copa de vino para calmar sus nervios, y le puse unas gotas en el vino. Ella me agradeció por la ayuda, unos minutos más tarde ya estaba calmada, y lista para casarse con el amor de mi vida. Antes de salir de la habitación hacia la sala donde se iba a casar echo un vistazo al espejo, y se bebió lo que le quedaba de vino.

Verla caminar hacia el altar y ver el novio allí esperándolo me dolió mucho, no podía contener las lágrimas, ni yo ni las demás personas, pero a diferencia de mi sus lágrimas eran de felicidad. Empezó la ceremonia de la boda les hicieron la pregunta tan esperada por todos, primero le preguntaron a ella, ella le miró al novio con una sonrisa y una mirada calidad, poco a poco veía como su respiración se iba acelerando, seria los nervios decían algunos invitados. Ella estaba allí tan feliz intentado calmar esos nervios, pero poco a poco empezó a ver borroso, no podía moverse ni articular palabras, todos se asustaron, le trajeron agua, le dijeron que se sentara que se tranquilizara, que eran los nervios, y que iban a pasar, mientras todos estaban allí preocupándose por ella, yo solo pude permanecer sentada y con una mirada fija, recordando cómo aproveché la oportunidad de cuando se echó un último vistazo al espejo para vaciar todo el frasco de cicuta en el vino. La cicuta en cantidades pequeñas y controladas es beneficiosa para la salud, pero la dosis que le eche en el vaso, era lo suficientemente letal como para matar a 3 personas. En unos 5 minutos se desmayó y para cuando llegó la ambulancia ya estaba muerta, es curioso como el mejor día de tu vida se puede convertir en tu peor pesadilla en un abrir y cerrar de ojos.

Pasaron los días, los meses, y no tenían noticias de Nathaniel, supongo que la perdida de la persona que ama debe ser muy dolorosa, así que yo tampoco lo busque, deje que pasar el tiempo, lo curioso es que yo nunca había matado a nadie, es más me consideraba buena persona, pero sin embargo maté a alguien y alli estaba en mi cama durmiendo feliz y sin remordimiento, a la mañana siguiente, mi vida volvió a ser como antes, todo volvio a empezar con un:

Hola.

UNA CHICA, UNA MENTE Y MIL HISTORIAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora